Monitor Sur
Por: Fátima Monterrosa/Especial
Tampico, Tamaulipas.- Durante el día existe un desasosiego en las calles que se transforma por las noches en un silencio de complicidad entre los encargados de aplicar la ley y delincuentes. Una zona llena de incertidumbre que convirtió a ciudadanos comunes en férreos defensores de la ciudad.
Ese es el caso de Néstor Troncoso que tenía un consultorio de psicología humanista y una escuela de artes marciales. La violencia lo obligó abandonar su cuidad natal, no sin antes enfrentar un periplo con la justicia estatal.
Hace cuatro meses cerró sus negocios y emigró con su familia a Estados Unidos, pero decidió regresar para sumarse a la lucha por la paz en Tamaulipas.
“Los ciudadanos queremos detener esto ya. Queremos salir a las calles sin sentir miedo, sin pensar que algún día vamos amanecer sin cabeza o sin sentir que un día vamos a caer a fuego cruzado. Eso es lo que se vive cotidianamente ¡Aquí, en Tampico!.
La violencia ha echado raíces y será difícil erradicar en la zona sur de Tamaulipas—Tampico, Madero y Altamira— cuya cifra de muertos por armas de fuego supera la media nacional, considera Troncoso.
“Todo mundo de una manera u otra se ha visto afectado y gravemente por el crimen organizado”, lamenta Troncoso quien regresó a Tampico para encabezar un movimiento ‘Salvemos a Tamaulipas’ en el pasado mes de mayo.
Aquí ya no hay de otra sopa, reflexiona, o te vas o te quedas a luchar.
“Hemos sido orillados para llevar acabo una lucha, una batalla, en contra de quienes no nos dejan trabajar en paz”, afirma.
Troncoso se convirtió en activista social y defensor de los derechos humanos, tras haber vivido en carne propia un proceso judicial fabricado con pruebas y testigos falsos en 2010.
Permaneció recluido en prisión durante un año, acusado de haber robado una cadena de 600 pesos.
“Me tocó enfrentar a la mala procuración de justicia, básicamente, a la Procuraduría de Justicia del Estado, me doy cuenta que la mayoría de los servidores públicos que, ahí, trabajan están coludidos con el crimen organizado.
“Yo lo denuncié el 20 de enero del 2012, que la policía ministerial se dedicaba a robar, a extorsionar, a delinquir, fue una denuncia que le dejé, el 19 de junio de ese año, al Gobernador Egidio Torres Cantú”, recuerda.
Esa denuncia pública le valió a Troncoso atraer la atención de familiares de víctimas que buscaban ayuda para enfrentar casos de extorsión, secuestros y desapariciones forzadas sufridas a manos del crimen organizado y de policías ministeriales.
“Cuando empecé a decirle a las personas, que no se dejaran amedrentar por la (policía) Ministerial, que llamaran a los soldados a la Marina, que hicieran llamadas, y no se pusieran a llorar ni suplicar por las cuotas que les pedían.
“Esa es la lucha con la que empecé, posteriormente apoyo a víctimas o familiares de gente secuestrada, de gente desaparecida, a todos los que han sido víctimas del crimen organizado o de la misma policía encargada de aplicar la ley. Así inicié la lucha”, menciona.
El 23 de enero de 2014, es considera el parteaguas en la lucha de la sociedad civil. Ese día Troncoso y un grupo ciudadanos de Tamaulipas, viajaron a la Ciudad de México, para encabezar una marcha y denunciar la situación de violencia que vivían en la entidad.
“Pos si, teníamos miedo de realizar la marcha en Tamaulipas, ahí ya todos sabemos que la ley del crimen organizado es: le entras o plomo… qué haces ante eso.
“Queríamos llamar la atención de los medios internacionales para hacer saber lo que estaba pasando, aquí, que estaba todo en silencio, que todo mundo actuaba impunemente.
“A raíz del 23 de enero, me empiezan amenazar. Llegaron esos avisos y la misma gente dijo: ya no vengas porque te van a desaparecer…pero sucedieron hechos que me motivaron a regresar, cuando estaban en las marchas, se me ponía la piel de gallina y la gente de Tampico marchando por las calles”, reflexiona. Eso es parte de la lucha que vale la pena vivir”.
En días posteriores, esa marcha quizás despierta un sentimiento de justicia entre los habitantes de Tamaulipas.
Las imágenes de cuerpos desmembrados, con tiros de gracia, sangre impregnada en las calles con un tono oscuro han cambiado el paisaje y desilusionado a los creyentes de la paz, posiblemente había nacido una nueva religión. La de los sicarios.
El esfuerzo de los activistas civiles busco formas y esquemas para que los jóvenes no adoptarán con tanta inocencia la religión de los sicarios en una área con infinitas posibilidades de seguir sangrando.
Eduardo Cantú Elías presidente Asociación Tamaulipas por la Paz optó por convocar a través de redes sociales a la ciudadanía a salir a las calles a pedir por la paz.
Cantú Elías administra un negocio expendedor de agua y una compañía de seguridad en Tampico, y cuyas circunstancias obligaron a asumir un liderazgo no planeado en su vida.
“Los altos niveles de inseguridad llegaron hasta un momento que ya era un hartazgo generalizado, por eso yo convoque a las marcha. Hicimos la primera marcha, el 13 de abril. La segunda marcha la hicimos el 11 de mayo.
“Somos un grupo de ciudadanos que nos estamos empezando a organizar y lo que nos une es el amor que tenemos por la ciudad, por el estado y pensamos que existe la posibilidad de recuperar las condiciones de tranquilidad por eso estamos participando”, asegura.
El despertar ciudadano obligó al Gobierno federal a abrir una mesa de diálogo para atender los reclamos de seguridad, el pasado 26 de mayo. La verdad, es imposible lavar la sangre teñida en las calles o revertir el odio que desataron los sicarios, la violencia ha sido cruel hasta para ellos mismos.
Ese 26 de mayo, el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, prometió que las autoridades estarían cerca de la sociedad para protegerlos.
“Hoy estamos presentes, aquí nos ven, aquí estamos y queremos estar cerca de ustedes y queremos, sí criticas pero criticas que construyan, que sirvan, no criticas que polaricen, estamos muy abiertos y siempre lo estamos”, ofreció.
Ese mismo día en las inmediaciones de la sede de la reunión del Gabinete de Seguridad—copado de policías y militares— los sicarios arrojaron el cuerpo sin vida de dos personas.
Cantú Elías analiza: “¿A qué se comprometió el Gobierno? A pacificar el estado y recuperar las condiciones y garantías, que haya un estado de derecho absoluto para que pueda venir nuevamente el crecimiento a la zona, es muy pocas palabras a ponerse a trabajar de verdad”.
Es difícil limpiar una guerra sin reglas y peripecias espantosas. A los ciudadanos les ha costado dolor y trabajo acostumbrase a vivir en medio de ella.
En los meses de abril y mayo, el crimen organizado prendió fuego y balaceo a cerca de 40 locales comerciales, restaurantes, bares,negocios de venta de vehículos y talleres mecánicos…Otros más fueron obligados a cerrar.
José Luis Bibildox Obispo Diócesis Tampico, resumen en una frase su sentir: “hay una impunidad tremenda”.
“Hay mucha violencia, hay muchos muertos y también gente inocente, verdad, con las balaceras, no falta también alguna persona que resulte herida o muerta.
“Hay una impunidad tremenda, a estas gentes, no se les hace nada, no se les ataca directamente. ¡Cómo que se les ha dejado actuar!.
“En Altamira me reportan que hay grupos, que están asaltando en las casas, llegan se meten a una casa, asustan a la gente, les roban lo que pueden y se van”, comenta el Obispo.
La religión de los sicarios es más convincente para ellos que la mismísima Iglesia Católica, pues varios ministros de culto han sido víctimas del crimen organizado.
“Me pedían que simplemente depositara dinero, en un Electra, creo me decían, por supuesto que no les deposite nada”, recuerda.
Las amenazas de los sicarios obligaron a la Iglesia Católica a suspender el encuentro de 200 sacerdotes procedentes de Nuevo León y Tamaulipas para el 10, 11 y 12 de junio, en Tampico.
La sociedad civil ha emprendido los primeros pasos para recuperar esa alegría futura, esa paz de mañana, esa justicia universal, no sin antes tener que regar más lagrimas.
“Tamaulipas no está muerto, Tamaulipas esta vivo, con todo el enorme carga que tenemos en contra, con toda esta violencia que se vive todos los días en las calles. Estamos vivos, estamos aquí y aquí vamos estar dándole frente a la situación”, dice Cantú Elías.
Para Troncoso, es raro tener que soñar con la paz o armonía ciudadana, pero eso le ha tocado vivir y lucha por ello.
“Cuando me preguntan a mi, si tengo miedo, sí, si tengo miedo, soy un ser humano, tengo miedo como todos los que vivimos en Tampico y en Tamaulipas, pero mi fe es mucho más fuerte que el temor”, responde.
Aunque los sicarios ven las cosas de otro modo.
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