Monitor Sur
Ciudad de México, 03sep2014).- Trepado en un poste de la Plaza de Santo Domingo, Aarón Ramos apoya su cámara sobre la frente y dispara. Pero él no es cualquier fotógrafo, está prácticamente ciego.
Lleva cinco años fotografiando. Lo suyo es tomar fotos macro de la naturaleza como flores e insectos. Otras veces, sus imágenes son fruto de una frase o una historia producto de su invención.
Por primera vez se lanza a hacer fotografía urbana. En compañía de Mauricio Ramos, fotógrafo de deporte extremo, se aventuró un día por las calles de la ciudad. Cada uno aprendió la técnica del otro.
El proyecto es resultado de una alianza entre Canon y Ojos que Sienten, asociación que trabaja con personas con discapacidad visual y donde se han capacitado 160 personas.
«Cuando me dijeron que era urbano, sentí miedo. Los carros te pasan cerca. Pero es parte de la adrenalina que vivo», dice en entrevista el fotógrafo, quien imparte cursos de Braille en su comunidad, Santiago Miahuatlán, en Puebla.
«¿Cómo le haces?» es la pregunta que, con incredulidad, le han formulado decenas de veces.
Aarón Ramos, de 37 años, afincado en Puebla con dos hijos, conserva sólo el 5 por ciento de la visión, puede ver apenas sombras y movimiento si hay mucha luz. Se orienta por el oído, si se trata de un retrato, escucha la voz, hacia allá dirige su lente y dispara.
«Vivimos en un mundo tan visual que se olvidan los demás sentidos. Utilizo aromas, texturas».
Su discapacidad visual fue adquirida. A los 6 años de edad, tenía que que levantarse del pupitre para poder copiar el pizarrón. El diagnóstico llegó después. Padecía una retinosis pigmentaria, una rara enfermedad que produce la pérdida progresiva de la visión contra la que no hay cura.
Conoció al fotógrafo eslovenio, también ciego, Evgen Bavcar cuando vino al Centro de la Imagen en 2010 e impartió una conferencia. Entre el público, una persona le dijo a Bavcar que no creía que un ciego pudiera tomar fotografías. Aarón Ramos, a quien no le gusta hablar en público, no tuvo elección, se levantó de la silla y explicó cómo la fotografía le cambió la vida.
Desde 2009 asiste a Ojos que sienten. Ahí se enteró de los talleres de fotografía. A él le pareció una broma de mal gusto, una burla. No sabía que en Inglaterra o en Estados Unidos hay fotógrafos con discapacidad visual desde hace por lo menos 30 años.
«Ahora vivo de esto, me nutre», dice el fotógrafo, embajador de la campaña «Esto es hacer foto» de Canon.
A partir de hoy y hasta el sábado 6, su trabajo y un documental, Esto es hacer foto sin límites, son exhibidos en la Universidad de la Comunicación (Querétaro 99, Col. Roma).
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