- El programa “Niños sin Escuela” del Centro Universitario de Participación Social (CUPS) de la BUAP pretende fomentar el desarrollo intelectual de niños que por diversas circunstancias no tienen acceso a la educación básica
A través del programa “Niños sin Escuela”, el Centro Universitario de Participación Social (CUPS) de la BUAP brinda a niños, que por diversas circunstancias no tienen acceso a la educación básica, un espacio de aprendizaje para el desarrollo de sus habilidades y capacidades intelectuales, tarea que viene realizando desde hace dos años y con lo que contribuye a disminuir el rezago educativo en el estado.
Mirta Isabel Figueroa Fernández, directora del CUPS, explicó que este programa funciona en colonias marginadas del municipio de Puebla, donde atienden a niños y jóvenes de entre 4 y 18 años de edad, con quienes trabajan en tres ejes principales: alfabetización, lógica matemática y educación para la convivencia.
El Cerro del Marqués, en la junta auxiliar de la Resurrección, la cuarta sección de San Miguel Canoa y Barranca Honda, son las colonias donde se ha puesto en marcha este programa, que tiene como objetivo proveer a sus estudiantes de las herramientas necesarias que les permitan defenderse en la vida.
“Este proyecto surgió a raíz de un programa de alfabetización para adultos llamado “Apúntate”, que llevamos a cabo del año 2005 al 2011 y fue en ese proceso que niños originarios de las mismas zonas donde se realizó la alfabetización llegaron a nosotros con la intención de aprender”, precisó Figueroa Fernández.
“Comenzamos a trabajar con los nuevos estudiantes, sin embargo, debido a que los métodos de enseñanza estaban dirigidos en específico a personas adultas, los infantes no comprendían los contenidos, por lo que posteriormente nos dimos a la tarea de diseñar un plan de estudios acorde a las necesidades de los niños”, explicó.
Método de enseñanza
La Directora del CUPS dijo que lo que buscan es que los niños aprendan a través de la lógica, “no queremos que memoricen solamente conceptos y que los repitan, sino que sepan cómo resolver problemas que se les pueden presentar en su vida diaria”.
Actualmente el programa “Niños sin Escuela” atiende a 92 alumnos divididos en cuatro niveles, el primero está conformado por niños que nunca han ido al preescolar y tienen una edad de entre 4 y 7 años, con ellos se trabajan temas como: lateralidad (sentido de orientación), los colores, los números, los nombres, la inteligencia espacial y el lenguaje.
Luego se encuentra el grupo inicial que son niños de entre 7 y 10 años, quienes están propiamente en el proceso de alfabetización. El nivel intermedio lo integran los alumnos que ya empiezan a leer y escribir pero todavía tienen algunos errores o no poseen buena comprensión lectora.
Finalmente están los avanzados, aquellos que ya saben leer y escribir de manera fluida, por lo que se busca reforzar sus habilidades de cálculo matemático, expresión oral y comprensión de su entorno natural y social, con el propósito de inscribirlos, en la medida posible, en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) para que puedan obtener su certificado de primaria.
Certificación con INEA
El INEA es una institución educativa que atiende y certifica a personas adultas que por alguna situación no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela. Dentro de sus programas cuenta con el Modelo Educación para la Vida y el Trabajo (MEVyT) 10-14, dirigido a niños que debido a su edad ya no son aceptados en los colegios regulares.
El CUPS registra a sus alumnos avanzados en el INEA, que se encarga de proporcionar el material de trabajo necesario para que los niños estudien y así sean evaluados posteriormente por la misma institución de manera periódica hasta obtener su certificado.
Sin embargo, varios niños no han podido ser inscritos en el MEVyT debido a que no cuentan con su acta de nacimiento, la cual es un requisito necesario para poder certificarse ante el INEA.
Ante esta situación el CUPS tomó la decisión de ayudar a los menores a realizar ese trámite, “actualmente ya logramos sacar ocho actas de nacimiento, para eso tuvimos que hablar con los voluntariados del gobierno y solicitarles que los niños pudieran obtenerlas de manera gratuita; lamentablemente aún tenemos casos en los que no hemos podido hacer nada porque ni siquiera los padres de familia cuentan con este documento”, aseveró Figueroa
Vocación de servicio
Estudiantes de servicio social de distintas facultades de la BUAP son los encargados de impartir las clases del programa “Niños sin Escuela”, durante dos horas diarias de lunes a viernes. Actualmente en el CUPS participan 12 jóvenes, quienes a pesar de viajar largas distancias por la mañana y de tener que regresar a tiempo para sus clases, día con día asesoran a cada uno de los niños, quienes a pesar de no vivir en las mejores condiciones están felices de poder asistir a la escuela.
Víctor Hugo Galindo Vázquez, estudiante de octavo cuatrimestre de la Licenciatura en Criminología, labora en la zona de Barranca Honda en donde enseña a sus pequeños alumnos a formar oraciones, y diversos temas de español, ciencias naturales y matemáticas, mediante juegos y actividades que facilitan su aprendizaje.
“Ha sido una experiencia muy padre porque realmente estoy haciendo un servicio social; yo fui afortunado al tener acceso a la educación y me gustaría poder ayudar a que los demás puedan estudiar”, expresó.
Liliana Guerra, estudiante de la Licenciatura en Procesos Educativos, tiene a su cargo el grupo de los niños más pequeños de este programa, ella les muestra las vocales, los números, los colores y además trabajan en la elaboración de manualidades.
“Es maravillosa esta experiencia porque cada día los niños me sacan una sonrisa y aprendo algo nuevo de ellos; me hacen ver que soy muy afortunada por estar aquí y quisiera poder ayudarlos a que disfruten más de su vida”, manifestó.
Cristian Jesús Pérez Fernández es un joven de 19 años que quiere ser Técnico en Música, ha sido alfabetizador durante cuatro años y actualmente enseña a leer y escribir a los niños de Barranca Honda.
“Yo creo que este proyecto aparte de ser muy bueno llega a los corazones de muchas personas; para mi es muy significativo porque los niños me han enseñado mucho, todos aquí venimos a aprender y lo hacemos con gusto”, opinó.
En unión con el CUPS
Desde un principio el Centro Universitario de Participación Social ha tenido que buscar espacios disponibles para poder instalar las escuelas comunitarias, sin embargo debido a las condiciones de las colonias, las instalaciones no cuentan con la infraestructura ni inmobiliario necesarios, por lo que los mismos alfabetizadores han realizado campañas de recolección de libros, juguetes, colores y demás cosas que ayuden a realizar el trabajo con los niños.
De igual manera el CUPS ha recibido el apoyo y colaboración de las facultades de Ingeniería Química y Arquitectura, así como también de la Biblioteca Central. La Facultad de Ingeniería Química coordina un proyecto con sus estudiantes de servicio social, quienes realizarán talleres en donde los niños aprenderán a sembrar sus propias plantas y formarán un pequeño jardín en la escuela de la Resurrección.
A su vez, estudiantes de Arquitectura ayudarán a construir baños a base de tierra, barro y diversos materiales reciclados, con el propósito de mejorar las instalaciones, aprovechar los recursos con los que se cuenta y que los niños aprendan técnicas básicas de construcción.
Y la Biblioteca Central Universitaria donó cuatro computadoras al CUPS, mismas que serán instaladas en las escuelas de la Resurrección y San Miguel Canoa. Además, miembros de la ludoteca van a cada semana a estas escuelas para prestar libros didácticos a los niños.
Campaña anual de alfabetización
Además del programa “Niños sin Escuela” el Centro Universitario de Participación Social realiza cada año una campaña de alfabetización para personas adultas, en la que reúne a jóvenes de preparatoria para irse durante nueve semanas a alguna región del estado, en donde enseñan a los habitantes a leer y escribir
Los participantes de la campaña reciben una capacitación de medio año, para poder irse dos meses -de junio a agosto- a trabajar en una comunidad rural.
“Nos llevamos como a 60 chavos cada año, vivimos en una escuela de la comunidad y ahí instalamos todos los muebles y electrodomésticos necesarios para habitar los dos meses en la comunidad; nos organizamos para que cada quien tenga una labor dentro de la casa, por la mañana los chicos hacen sus labores y en la tarde dan clases desde las 15:00 hasta las 21:00 horas en casas, escuelas o en donde la gente pueda tomarlas”, explicó la Directora del CUPS.
Este proyecto de alfabetización, detalló, “lo trabajamos en comunidades que sean seguras y que hablen español; lo primero que hacemos los coordinadores es visitar las comunidades elegidas, luego hablamos con las autoridades y llevamos a los alfabetizadores para que apliquen entrevistas a los habitantes, esto nos permite saber si en verdad las personas están interesadas en tomar las clases”.
Dentro de esta campaña también han participado estudiantes universitarios quienes han ido a las comunidades para realizar trabajos en relación a su carrera como biólogos, médicos o psicólogos. “Es grato decir que todos los que trabajamos en el CUPS iniciamos así, siendo alfabetizadores y año con año lo hacemos porque es algo que nos apasiona”, abundó.
Un trabajo que enamora
Mirta Figueroa Fernández compartió que para ella “es muy satisfactorio tener un trabajo en el que todos los días se aporta algo a quienes más lo necesitan, aunque muchas veces es difícil toparse con esta realidad en la que un niño te dice que no ha desayunado más que una tortilla, en ese momento quisieras resolverle la vida y es ahí donde te das cuenta que la labor que estás haciendo puede ayudar a mejorar sus expectativas”.
“Hacer esto es muy enriquecedor porque todo el tiempo se aprende de las personas que viven en las comunidades, nos llenamos de cosas nuevas, la gente agradece mucho que alguien los volteé a ver y que los ayuden, siempre nos reciben con alegría y, aunque solamente tengan un taquito para comer, nos lo ofrecen con una sonrisa en el rostro; en fin, es un proyecto que simplemente te enamora”,
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