En La Raya/ COLUMNA
Y mi mamá también
Ery Acuña Meneses (((Monitor Sur)))
Bla, bla, bla… Para qué exponer aquí los motivos del por qué un gran porcentaje de la gente con credencial de elector no quiere votar. Usted, yo y muchos mexicanos lo sabemos.
En el pensamiento ciudadano de hoy está la idea de que elegimos nada más al autoritarismo, a quiénes serán los encargado de ejercer el poder con total apego a sus propios y únicos intereses.
En su libro Ensayo sobre la lucidez presentado en 1998, el Premio Nobel José Saramago plantea la hipótesis de una ciudad cualquiera donde la mayoría del pueblo decide emitir su voto en blanco. Repiten la elección creyendo una falla de la promoción del voto… y la cifra aumenta a 83 por ciento de votos en blanco. Una especie de protesta social que Saramago plantea sobre cómo rebelarse pacíficamente a eso que él llama “revolución pacífica proveniente de un pueblo cansado de la politiquería”.
Tal vez en Europa la idea de Saramago fue tomada como una buena propuesta, pero en el México real, si usted o yo dejamos la boleta en blanco, no hay problema… otro la llena.
¿Qué vamos a elegir entonces el 7 de junio próximo? ¿A los hombres y mujeres que nos representarán –bla, bla, bla—en la Cámara de Diputados del 2015 al 2018?
Hay un pesimismo flotando entre la gente, porque finalmente esos hombres y mujeres son quiénes van a decidir o a respaldar por nosotros las políticas públicas que nos van a regir en los próximos años, en un momento sumamente peligroso para economía del país.
¿Entonces qué vamos a hacer? Pues votar, porque si no lo hace otros lo hacen por usted.
Entre menos votos obtengan los políticos corruptos, menos margen de maniobra tendrán para hacer lo que mejor les convenga a ellos. A mayor apoyo hacia ellos, más libertad tendrán para olvidar porqué los elegimos.
Estamos atrapados en una telaraña de intereses ajenos a las verdaderas necesidades sociales. Pero es necesario ponerle trampas a los que sólo llegan a hacer negocios con los votos que nosotros les damos. Habemos muchos chiapanecos pensando en si vale la pena ir a votar en las dos elecciones que tenemos por delante. Me lo pregunto a cada rato… y mi mamá también. (MS)
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