México, D. F., 9 de marzo de 2015 (Círculo Digital).- En su participación en el coloquio “Una cruzada abierta, de la evaluación a la acción”, Gustavo Gordillo de Anda comentó que “México no es una potencia agrícola, pero apoyando a la agricultura familiar pueden reducirse la pobreza, la desnutrición, la desigualdad y aumentar el ingreso, la producción, el empleo y la productividad, con lo cual se vincularía el derecho a la alimentación con la soberanía alimentaria”.
El consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) para temas de seguridad alimentaria y miembro del Comité de Expertos de la Cruzada Nacional contra el Hambre, enfatizó que la alimentación es tan estratégica que no puede quedar al arbitrio de los mercados, a la buena vibra de los gobernantes o a los vaivenes de las coyunturas políticas.
Cuando se ve en los pobres a personas que merecen caridad y compasión, no se entiende “la enorme reserva de dignidad, creatividad y potencial productivo que tienen los sistemas familiares en pequeña escala, ni el efecto multiplicador de un peso invertido en personas afectadas por el hambre y la pobreza”, explicó.
Aumentar la productividad de los sistemas agrícolas familiares de pequeña escala detonaría un círculo virtuoso de incremento de productos, de ingresos y de nivel de vida, por lo cual es imperativo “acabar con la desigualdad y construir una política de Estado con amplio apoyo social y político para enfrentar hambre y desnutrición. Esa es la misión central de esta generación.”
El también especialista de la UNAM destacó que no existen soluciones mágicas ni fórmulas prefabricadas para resolver los graves problemas de la pobreza y la desigualdad en México.
Al referirse a las evaluaciones realizadas a la estrategia de la Cruzada Nacional contra el Hambre, consideró que sirven para documentar con verdad las dimensiones del hambre y la pobreza en el país, los avances en el diseño e instrumentación de las políticas públicas y el esfuerzo que aún se requiere, pero esto debe ser acompañado de la esperanza de que, con el concurso de todos, pueden salvarse obstáculos y escollos”.
El académico recordó los cuatro retos que, en su opinión, enfrentaría la Cruzada Nacional contra el Hambre:
1) En el ámbito federal, la coordinación institucional, que requería un alineamiento presupuestal.
2) Competencia: qué corresponde hacer a cada nivel de gobierno y qué a la sociedad civil.
3) Lograr la representación de las comunidades participantes, muchas veces desarticuladas, y asegurar que los mecanismos de consulta ciudadana influyan en el diseño e implementación de políticas públicas.
4) Lograr la convergencia entre la protección social y el fomento productivo.
Para enfrentar estos retos se necesita de la participación de la sociedad toda, finalizó.
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