ARRAIGO CHIAPANECO
- EN CHIAPAS TODOS SOMOS PRIMOS y tenemos más tías y tíos que en ningún lugar del mundo.
No hay nada peor para los chiapanecos que alguien, en lugar de decir Chiapas, diga “chapas”. Pero que un gobernador no pueda pronunciar Chiapas es realmente indignante. Y eso fue lo que nos pasó con Julio César Ruiz Ferro, quien gobernó el estado entre 1995 y 1997, y quien en su efímero y sangriento gobierno que culminó con la matanza de Acteal, tuvo anécdotas que ilustran su desarraigo chiapaneco que terminó en tragedia.
Jamás pudo decir “Chiapas”. Decía “chapas”, ante la furia callada de los chiapanecos.
En su primera gira como gobernador, arriba del camión, preguntó a dónde lo llevaban, y le respondieron que a “Coita”. Al llegar al primer pueblo volvió a preguntar dónde estaban, y le contestaron que en “Ocozocoautla”. Entonces, confundido, preguntó si faltaba mucho para llegar a Coita. Fatal.
También Manuel Velasco y Juan Sabines, en el pasado reciente, vivieron la mayor parte de su vida, al menos niñez y juventud, en la Ciudad de México. Sin ningún arraigo más que su linaje político.
El actual secretario de Obras, Ángel Torres Culebro, quedó atrapado recientemente en una campaña negra que bajó a los estragos más fuertes de la sociedad chiapaneca, que ubicaban su cuna en Tabasco. Pero no. Ángel Torres nació, estudió y vivió en Tuxtla Gutiérrez hasta la prepa. Me tocó en lo personal conocerlo en la Prepa 2, donde era frecuente saludarnos cordialmente y jugar el famoso “burro al hoyo”, que ya no se juega. Después se fue a estudiar fuera, como muchos chiapanecos de aquellos días, cuando la oferta educativa profesional era muy limitada. Y trabajó más de 10 años en Tabasco, que es ahí donde deriva la confusión.
Regresó a Chiapas como director del DIF estatal y después fue nombrado Secretario de Obras.
Esta semana inició, con éxito, un programa por Redes Sociales llamado “ALAS 7, con Ángel Torres”, donde repasó, con sumo detalle, las peripecias que pasó durante su niñez y juventud en Tuxtla Gutiérrez.
Y es que si algo nos indigna, y con mucha razón, a los chiapanecos, es la falta de arraigo. Eso es lo que nos vincula, lo que nos identifica, entender el mismo idioma: “idiay vos”, “ya vos chito”, “perame vos”, “ya pue’, primo”, “decís, pue,”, etc. La comida, las costumbres, es el alma que nos une.
Los 5 años de residencia que obligan las leyes para ser gobernador de Chiapas es obsoleto. Puedes vivir en China pero nunca perder el vínculo con Chiapas: los amigos de la infancia, las tías, los tíos, el primaje, el amor a la tierra, pues.
La otra vez en una conferencia de prensa le hice una pregunta incómoda que no me quiso contestar abiertamente.
Le pregunté que si aspiraba a ser candidato a la gubernatura, y me dijo que no eran los tiempos, que las leyes electorales lo prohíben, bla, bla, bla… es decir, en el lenguaje político quiso decir: claro que quiero.
Ángel Torres juega en el carril de Adán Augusto, secretario de Gobernación hasta ahora, el llamado consentido de López Obrador, y es el funcionario más cercano a Rutilio Escandón. Pero no la tiene fácil, pues los otros jugadores también traen un trabajo político de años en Chiapas y padrinos poderosos.
En fin, los dados ya se tiraron, y ahora solo falta ver de qué lado caen para conocer quién será el ungido de Morena. Y para eso, señoras y señores, solo faltan, cuando mucho, cinco meses.
Los derechos de inclusión, el gran tema de las elecciones del 2021: IEPC
Parlamento Juvenil 2019, espacio para el análisis y participación democrática
Candidato del PRI al Gobierno de Zacatecas y su esposa ocultan compra de residencias en Miami