Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Las clínicas que venden “terapias” con células madre declaran que sus procedimientos son eficaces hasta para tratar el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Ninguna tiene evidencia científica, pero todas cobran. Es por esto que María de Jesús Medina Arellano, doctora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otros científicos en el mundo no dudan en llamarle fraude y charlatanería.
Antes del 24 de enero de 2013, el artículo 327 de la Ley General de Salud prohibía el comercio de órganos, tejidos y células, la obtención y el uso de cualquiera de estos componentes biológicos debía ser estrictamente gratuito. Pero a partir de esa fecha, al artículo se le incorporó un segundo párrafo que dice:
“No se considerarán actos de comercio la recuperación de los costos derivados de la obtención o extracción, análisis, conservación, preparación, distribución, transportación y suministro de órganos, tejidos, incluyendo la sangre y sus componentes, y células progenitoras o troncales”.
Es decir, cada clínica es libre de cobrar la cantidad que considere necesaria para recuperar los costos del uso de las células y tejidos. Y en Internet, los interesados en un trasplante de células pueden escoger entre la administración de células madre vía intravenosa, para tratar cualquier enfermedad, por cuatro mil 600 pesos; el paquete de tratamiento completo para párkinson o autismo, más dos noches de hotel con wifi y desayuno incluido, impuestos locales, transporte aeropuerto-hotel-clínica y cruce de frontera por 14 mil 500 dólares, aproximadamente 285 mil pesos; o el paquete de extracción y almacenamiento por un año de las células madre propias, más el tratamiento por 19 mil 500 dólares, casi 385 mil pesos mexicanos.
“Al final de cuentas sigue siendo lo mismo, el paciente termina pagando por ese procedimiento de una manera o de otra”, opina Iván Velasco Velázquez, investigador del Instituto de Fisiología de la UNAM y presidente de la Sociedad Mexicana para la Investigación en Células Troncales A.C. (Somicet).
Hay quienes viajan a México para recibir tratamientos que están prohibidos en sus países y pagan más de un millón de pesos por un tratamiento que ni siquiera ha pasado los ensayos clínicos necesarios para considerarse seguro ni eficaz.
No es fácil definir el costo promedio de estas terapias, pues no todas las clínicas hacen públicos sus precios y no existe un registro gubernamental que recopile esta información. Pero en 2013, una empresa estadounidense de investigación de mercado calculó el valor del mercado mundial de las células madre en 26 mil 200 millones de dólares y estimó que para 2025 llegaría a unos 270 mil 500 millones de dólares, aproximadamente cinco billones 310 mil 900 millones de pesos.
Tampoco es fácil saber cuántas clínicas o personas ofrecen terapias celulares, pues algunas operan en la clandestinidad. En 2013, María de Jesús Medina realizó una búsqueda sistematizada en la web y encontró que había más de 100 clínicas ofertando este tipo de servicios en Internet, pero desconoce la cifra actual, pues no ha contado con los recursos suficientes para continuar esta investigación y actualizar la información.
Fraudes sin fronteras
En 2014, un grupo de científicos de la Universidad de Sydney, Australia, realizó un análisis de las páginas web en inglés que anunciaban tratamientos con células madre y encontraron 417 sitios que ofrecían terapia celular. El país con el mayor número de sitios web fue Estados Unidos con 187, seguido por la India con 35 y en tercer lugar México, con 28 sitios.
Cuando el padre de Laura decidió someterse al tratamiento, comenzaron a inyectarle células madre en el estómago. Cada dos semanas iba a la clínica a recibir la dosis de células. Cada visita le costaba 16 mil pesos y cada vez Laura le preguntaba si se sentía mejor, si sentía algún cambio, él siempre respondió que no. Pero, aunque la familia dudaba, él mantenía la esperanza.
“Había leído que las células madre regeneran… y cuando tienes a un ser querido enfermo en esa situación, no quieres tratarlo con una actitud negativa o decirle ‘no, ya no tienes cura, no busques nada, mejor vamos a aceptar el proceso’. Es muy difícil, y pues decidimos seguirlo llevando, porque él quería seguir yendo”.
El padre de Laura recibió alrededor de cinco inyecciones de células madre en el estómago, a un costo aproximado de 80 mil pesos, pero su enfermedad progresó, sus músculos siguieron debilitándose y llegó el momento en que su diafragma comenzó a fallar. Cuando este músculo falla, la respiración se dificulta y sin oxígeno suplementario y ventiladores mecánicos, la persona puede morir.
Ante esta condición, en la clínica le ofrecieron un tratamiento radical, algo que iba a hacer que su diafragma volviera a funcionar. El padre de Laura ya había comenzado el camino de las células madre y decidió recorrerlo hasta el final. En busca de una esperanza para volver a respirar, emprendió un viaje que le iba a costar más de 180 mil pesos y un dolor terrible.
Turismo médico.
Personas de países desarrollados viajan a México a realizarse “tratamientos” con células madre. Uno de los casos es el de Susan Campbell, una mujer del Reino Unido, con esclerosis múltiple, que pide ayuda para reunir aproximadamente un millón 200 mil pesos para un tratamiento con células madre en la Clínica Ruiz en Puebla.
Algo extraño, pues la agencia que regula los medicamentos y los tratamientos médicos en Estados Unidos, la FDA (siglas de Food and Drug Administration), no permite realizar trasplantes de células que hayan sufrido manipulación, esto incluye un simple centrifugado o sacar células de un órgano para ponerlas en otro, y tiene una fuerte política de vigilancia de las clínicas que trabajan con este tipo de células.
Para escapar de la regulación, las clínicas anuncian sus tratamientos en Estados Unidos, pero piden a sus pacientes que viajen a México para el trasplante.
Este es el caso de la empresa Celltex, que después de los problemas que tuvo con la FDA decidió mantener su compañía en Estados Unidos, pero realizar los trasplantes en diferentes hospitales de Cancún. Ahora, los clientes de Celltex pueden recibir un tratamiento de medicina regenerativa y disfrutar de las blancas playas del Caribe mexicano.
Celltex afirma que cuando los ensayos clínicos den resultados buscará la aprobación de la FDA, pero que, por lo pronto, “para satisfacer las necesidades inmediatas de sus clientes” y que no tengan que esperar por ensayos clínicos que pueden durar años, ofrece la terapia en México.
Lo que no dice es que los ensayos clínicos son los estudios que comprueban si una terapia es eficaz, pero también si es segura. Sin ellos no es posible saber si las intervenciones que ofrecen ponen en riesgo la salud o la vida.
Terapias invasivas y peligrosas
Al padre de Laura le dijeron que el tratamiento con células madre era completamente seguro, que no corría ningún riesgo. Por eso el señor no se alarmó cuando, después de las primeras inyecciones, le salieron “unas bolas” en el estómago. Un mes más tarde “las bolas” desaparecieron, pero la enfermedad seguía allí. La esclerosis lateral amiotrófica le debilitaba cada vez más los músculos, y con el diafragma afectado le costaba respirar, así que en la clínica le dieron una nueva opción de tratamiento.
“Le dijeron que le iban a inyectar algo así como 120 millones de células madre en el diafragma y que a lo mejor con eso podían revivirlo y podía volver a funcionar. Él lo vio como una esperanza de vida”.
Lo que le estaban ofreciendo era un cateterismo, un procedimiento invasivo que consiste en hacer una incisión en la ingle del paciente para introducirle una sonda que viaja por las venas hasta llegar al lugar deseado. Según el médico, así lograrían depositarle los 120 millones de células madre en el diafragma.
La cita para la intervención fue en un hospital privado de Guadalajara el 1 de mayo de 2017, un día de escaso movimiento. La hermana de Laura, que iba de acompañante, notó algo extraño: a su padre no lo registraron ni cuando ingresó al hospital, a la una de la tarde, ni cuando entró al quirófano, a las dos de la mañana. Pero la operación continuó.
“Mi papá salió casi muriéndose de allí porque no le pusieron el aparato que necesitaba para respirar mientras estaba en el quirófano, tuvo que usar el oxígeno portátil que él llevaba. Los doctores salieron y lo dejaron allí. La enfermera salió, nos dijo lo que teníamos que hacer para cambiarle el parche y punto. Ni siquiera nos informaron si necesitaba camilla o cómo trasladarlo, y él no podía doblar las piernas, tenía que ir acostado porque sino corría el riesgo de sangrado”.
Con los cuidados que pudieron, Laura y sus familiares lo subieron al auto, pero en el camino sucedió algo que los turbó aún más, el señor apretaba en la mano un pequeño frasco de vidrio, había tomado uno de los recipientes de las supuestas células que le administraron y comenzó a decir: “Laura, me defraudaron, no me pusieron la cantidad de células que me dijeron, me pusieron solo dos botecitos de 15 millones y me cobraron lo de 120 millones de células”.
Laura no sabía si el hospital privado y la clínica de células madre operaban juntas, así que fue a reclamar a la clínica por el mal trato y a preguntar si le pusieron a su padre la cantidad de células por las que pagó. El médico que le había estado administrando las células madre a su padre le dijo que las cosas se habían hecho correctamente y que si quería que demandara.
Aunque Laura había insistido, nunca le entregaron una factura o un recibo, a su padre ni siquiera lo dieron de alta en el hospital donde le hicieron el cateterismo. La familia sintió que no tenían cómo defenderse y el padre de Laura se sintió defraudado.
Verdades a medias
Para la doctora Anayansi Molina Hernández, investigadora del Instituto Nacional de Perinatología, desde que alguien ofrece un tratamiento utilizando el término célula madre hay que dudar, pues el término biológico correcto es célula troncal. Cuando un equipo científico serio realiza una investigación relacionada con las células troncales, siempre aclara que la seguridad y la eficacia de las terapias aún están a prueba y nunca se debe cobrar a las personas por participar en la investigación, tal como se establece en la Declaración de Helsinki y en el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Investigación para la Salud.
Detectar el fraude es complejo, pues quienes lo perpetúan se aprovechan de dos situaciones: las personas buscan curarse de padecimientos que no tienen cura y las investigaciones científicas rigurosas sobre los posibles usos de las células troncales como terapia sí existen. Así que quienes ofrecen tratamientos utilizan el lenguaje científico para aparentar seriedad, pero lo exageran o lo manipulan para contar verdades a medias.
Una de las verdades a medias que más se repite es que las células madre pueden convertirse en cualquier tipo de célula del cuerpo humano. Esta es una forma tramposa de presentar la información.
La única célula que puede dar origen a todas las células del cuerpo humano es el óvulo fecundado y unas pocas divisiones de él, es decir, el embrión, y las pocas células que se originan de sus primeras divisiones. Pero una vez que esa primera célula da lugar a ocho células, las cosas cambian. Las células troncales comienzan a organizarse para formar los diferentes órganos y tejidos y se vuelven cada vez más especializadas, de hecho, en los adultos, las células troncales generalmente se encargan de formar un solo grupo de células provenientes de un tejido específico, explica Juan José Montesinos Montesinos, investigador en el Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
“Entonces cuando alguien dice que las células madre pueden generar todos los tipos celulares, hay que detenernos a decir: no existe un solo tipo de célula troncal, así que todo depende de qué tipo de célula estemos hablando. Si hablamos de una célula troncal neural, puede generar una neurona o un astrocito, que son células que constituyen el sistema nervioso, pero no puede generar hueso, ni cartílago, ni tejido adiposo ni sangre”.
Ni en las personas adultas, ni en los niños, ni siquiera en el cordón umbilical hay células troncales que sean capaces de formar cualquier tejido de manera natural.
La peor de las mentiras
Existe otra afirmación que más que una verdad a medias es una mentira: las terapias celulares son completamente seguras.
En Internet se pueden leer frases como: “Las células madre autólogas son en estos momentos el tratamiento más seguro en la faz de la tierra”, escrita por un médico que ofrece tratamientos en Estados Unidos. Hay otras como: “A la fecha, en el 100 % de las personas que han sido sometidas al procedimiento no ha habido reacciones negativas”, que se lee en el sitio web de una clínica mexicana.
Pero las terapias celulares, sean con células propias o ajenas, implican riesgos. Jorge Meléndez Zajgla es investigador del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), lleva años trabajando con células troncales para estudiar el cáncer y sabe que existen riesgos por someterse a estas supuestas terapias. Primero, porque se realizan procedimientos invasivos —como el cateterismo del padre de Laura— y se inyectan sustancias en lugares del cuerpo en donde es riesgoso hacer una punción, por ejemplo, en la espina dorsal o en los ojos —hay clínicas que ofrecen inyectar células madre en la espina dorsal de niños, como supuesto tratamiento para el autismo .
Segundo, porque este tipo de células se contamina muy fácil y muchas clínicas ni siquiera explican cómo las obtienen, ni si les hacen pruebas para detectar VIH, hepatitis y otras enfermedades. También están las clínicas que ofrecen tratamientos con células madre de animales, por ejemplo de oveja negra, pero introducir células animales, vivas o no, al cuerpo humano puede generar una reacción alérgica tan fuerte que lleve a la muerte.
“Lo mejor que te podría pasar es que te inyecten agua estéril, porque hay que ponerse a pensar, realmente, de dónde vienen esas células troncales, si es que en verdad son células troncales”.
Por último, las células troncales pueden generar rechazo o producir un tejido diferente al que se espera. Justo lo que le sucedió a Jim Gass: un equipo de médicos descubrió que tenía un tumor en la columna, un tumor de células que no eran suyas.
Jim Gass, un hombre de 66 años, acudió al médico porque le costaba caminar y sentía fuertes dolores de espalda. Con una resonancia magnética le descubrieron un tumor en la columna, pero esa no fue la sorpresa más grande. Cuando los médicos analizaron el tumor, encontraron que la mayoría de las células que lo formaban tenía un ADN diferente al de Jim.
Para recuperarse de un infarto, Jim había pagado casi seis millones de pesos en tratamientos con células madre en clínicas de Argentina, México y China, y al parecer, las células que le administraron directamente en la espina dorsal se transformaron en una masa que no se parece a ningún otro tumor conocido. Por desgracia el tumor crece sin control y los médicos no saben cómo tratarlo.
Además del caso de Jim Gass, existen otros reportes sobre los efectos adversos de la terapia celular. Está el caso de un paciente que recibió una inyección de sus propias células troncales hematopoyéticas en los riñones y desarrolló tumoraciones que le hicieron perder el riñón; o el caso de una paciente que sufría degeneración macular, una enfermedad que ocasiona la pérdida de la visión de manera progresiva, y que después de tres meses de recibir una terapia con células madre de su propia grasa perdió las dos retinas y la visión casi por completo.
La mujer pagó alrededor de 170 mil pesos a una clínica y dice que no recuerda que le advirtieran sobre los riesgos del tratamiento. Lo cual es probable, pues afirmar que los tratamientos son completamente seguros es una práctica común entre los que ofrecen estas supuestas terapias.
En 2016, un grupo de científicos en Canadá analizó 243 páginas de Internet en inglés que anunciaban terapias con células madre. Solo 24.7 por ciento de ellas aclaraba que siempre existe un riesgo mínimo de infección o de alergia por cualquier tipo de inyección. Más alarmante fue que solo 5.76 por ciento advertía que existen riesgos graves inherentes al uso de células troncales, como aumentar el dolor del paciente, el crecimiento de tejido diferente al esperado, los tumores o el rechazo.
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