Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- El precio justo acaba de regresar a la pequeña pantalla después de quince años y, para alguien como yo que desde la infancia he pasado tantas horas en el sofá disfrutando de los concursos de turno, resulta muy emocionante que las cadenas vuelvan a apostar por programas emblemáticos. Telecinco ha recuperado este formato que tanto nos marcó en los ochenta y noventa pero es que, recientemente, Antena 3 también ha rescatado ¿Quién quiere ser millonario? confirmando el poder de la nostalgia en la televisión.
Porque la nostalgia interesa. La nostalgia vende.
Mediaset España ha vuelto a apostar por los concursos poniendo en marcha El precio justo, el mítico programa que popularizó Joaquín Prat hace más de tres décadas como presentador de la primera etapa (1988-1993) emitida en Televisión Española. En la actualidad el poder de la nostalgia ha surtido efecto ya que el debut de Carlos Sobera tampoco ha dejado indiferente a la audiencia. La primera entrega del renovado formato ha cosechado un 17.1% de cuota de pantalla, reuniendo a 2.132.000 espectadores.
Que el resurgimiento de El precio justo haya arrancado con tan buen pie en Telecinco no me sorprende ya que el pasado 12 de marzo ¿Quién quiere ser millonario? también regresó a Antena 3 en buena forma con una nueva edición en la que distintos rostros conocidos ponen a prueba sus conocimientos con tal de obtener el mayor premio posible para destinar a diferentes causas benéficas. Así, el concurso liderado por Juanra Bonet (el también presentador de ¡Boom!) reunió a 2.704.000 espectadores. Dicho de otro modo, el programa anotó un 17.7% de share que, sin duda, resulta un dato prometedor.
Y es que la buena acogida de estos icónicos concursos evidencia que la televisión de hoy vive en parte de la nostalgia, de los programas de entretenimiento que tan bien funcionaron en el pasado. Tengo la sensación de que, de un tiempo a esta parte, los espectadores añoramos por encima de nuestras posibilidades y las cadenas han recogido el guante sirviéndonos en bandeja de plata títulos que enganchan por el simple hecho de remitirnos a recuerdos televisivos de antaño.
Ahora bien, además de que nos remuevan por dentro, lo que más estoy valorando de estas resurrecciones televisivas es que hayan sabido modernizarse sin perder la esencia. Porque no sirve de mucho que estos concursos tan recordados regresen a la pequeña pantalla aprovechándose del poder de la nostalgia si luego se quedan cojos en espectacularidad y no nos hacen sentir emociones parecidas a las de la primera vez que nos quedamos prendados de sus mecánicas. O sea, que ya que nos hemos tragado el buzz antes de desembarcar de nuevo en la pequeña pantalla y hemos picado en el primer cebo, que al menos los programas tengan capacidad de adaptación.
A este respecto considero que, a grandes rasgos, se aprecia la evolución tanto de El precio justo como de ¿Quién quiere ser millonario? Sin ir más lejos, el primero de los formatos ha regresado a la pequeña pantalla de la mano de Carlos Sobera que actualmente es uno de los pesos pesados de Mediaset. Eso sí, esta renovada versión mantiene su sencilla mecánica que consiste, básicamente, en que los participantes anónimos deben adivinar el precio exacto de objetos de muy diversa índole. En la primera entrega emitida se aprecia que para esta sexta etapa se ha optado por potenciar los elementos más icónicos, demostrando que estamos en la época perfecta para el regreso de concursos míticos.
Por su parte ¿Quién quiere ser millonario? ha regresado con una versión celebrity que se ha confiado a Juanra Bonet, el maestro de ceremonias encargado de poner la emoción y humor a un concurso emitido por primera vez en Reino Unido en 1998 que, para mí, es especialmente mágico. Y es que es más que un programa de televisión ya que incluso ha derivado en una película titulada Slumdog Millonaire (2008), que relata la esencia de esta mecánica de preguntas y respuestas, y en la miniserie Quiz: el escándalo de ¿Quién quiere ser millonario? (2020) que aborda la historia real de Charles Ingram-protagonista de un tremendo escándalo tras ser acusado de hacer trampas para ganar un millón de libras-.
¿Quién quiere ser millonario? lleva ya varios viernes haciendo las delicias de los espectadores y me parece el ejemplo perfecto para ilustrar que en televisión todo es cíclico. Si bien el programa ha retornado a Antena 3 bajo nuevas formas, reuniendo a personajes populares como David Broncano, Antonio Resines, Bibiana Fernández, Rossy de Palma, Javier Sardà o Loles León en busca de completar las 16 preguntas hasta el millón de euros, los espectadores nos hemos refugiado en este concurso y le hemos respaldado en horario de máxima audiencia. Y es que hay ideas que son capaces de pasar la barrera del tiempo.
En definitiva, los concursos del pasado se han convertido en la última gran tendencia de contenidos televisivos y, para los que somos profundamente nostálgicos, es una bendición que las cadenas experimenten otra vez con formatos que a los espectadores nos resultan tan familiares. Como digo, la clave está en la nostalgia.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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