Ery Acuña
El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, presume cuando recorre los caminos de Chiapas: “aquí a dos curvas venden unos tamales de Chipilín muy buenos”. Y sí, ante el asombro de quienes viajan con él, a la vuelta están los tamales. Tiene años recorriendo los caminos de Chiapas. Muchas personas cuentan historias parecidas de López Obrador.
Aunque no es fácil conocer todos los municipios, ciento veintitantos, muchos pueden decir que lo conocen. Pero de pasadita nada más. Saber que fulana es doña Lupita, a la que todos le hacen caso en un pueblo, no cualquiera.
El gobernador electo de Chiapas, Rutilio Escandón, sabe que los caminos de Chiapas no son ahora solo recorrer carreteras, sino tomar brechas para atajar los retos que se vienen.
Rutilio lleva años recorriendo los caminos del estado. Desde Benemérito Las Américas hasta la comunidad más alejada de la Costa o la Sierra.
Manuel Balboa Cuesta, uno de sus colaboradores más cercanos, lo ha acompañado en estos últimos años.
Hace 23 años conocí a Manuel Balboa, cuando ya tenía las suelas gastadas de caminar por el estado.
Hoy en día, Manuel llega a una comunidad saluda a una persona, a otra; le comentan cosas para que se las dé a conocer al gobernador electo.
Cuando acompaña a Rutilio a eventos, sus pláticas con la gente son gentiles y cortas.
Ya sea un evento de empresarios, de partidos, de líderes campesinos o políticos, lo conocen bien… Es producto de 30 años que lleva viajando por el estado.
Tal vez sea de los personajes que más conozcan los caminos de Chiapas y de los que pueden identificar riesgos al primer vistazo. Es como un perro labrador, tranquilo, sonriente, entregado, pero siempre alerta.
Abogado de profesión, me dijo un día, cuando el nombre de Rutilio era incierto: “Es un hombre bueno, pero recto. Atiende a la gente. Puede hacer mucho por Chiapas”. No me dijo nada más.
Hay una anécdota. Uno de los gobernadores con los que Manuel Balboa trató, estaba por aterrizar en su helicóptero en un pueblo hace unos 20 años. Los aplausos sonaban, banderines, marimba. Manuel olió algo extraño. Se acercó a un salón y vio a unos encapuchados de organizaciones sociales, sentados en una mesa: estaban esperando al gobernador para secuestrarlo. Manuel dio la alerta y no pasó a mayores.
A unos días de la sucesión, se acerca un momento clave en la historia de Chiapas y Rutilio busca a los mejores colaboradores en cada una de las áreas para poder atender y enfrentar lo que viene.
Manuel ya fue coordinador de giras mucho tiempo. Conoce Chiapas como pocos en los últimos 30 años.
Rutilio sabe aprovechar muy bien los talentos… pero sobre todo las lealtades.
El gran error de Manuel Velasco Coello –claro, entre muchos otros— es haber puesto como Secretario Técnico a una persona que no conocía más allá que a una y a otra gente y a uno que otro pueblo. Algo clave en esa oficina, importantísima en la atención política y ciudadana, en la agenda y la gobernabilidad del estado.
En fin, ahí viene un huracán político… y Rutilio lo sabe. Está preparado. Pero debe tener a las mujeres y hombres más capaces en cada área.
Y a Oficina de la Secretaría Técnica es una de ellas. Es el centro donde se previenen muchas cosas, se atiende a la ciudadanía, etc. Solo alguien que conoce los Caminos de Chiapas y a su gente puede estar ahí.
En fin, el juego está por comenzar, y como López Obrador, alguien debe oler las cosas a distancia, entre ellas, unos buenos tamales de chipilín.
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