El daño que los grupos de WhatsApp están haciendo a las mamás
Agencias, Ciudad de México.- El móvil vibra y se desplaza sobre la mesilla. La madre lo contempla y extiende el brazo: un nuevo mensaje en el grupo de WhatsApp del colegio; lo lee, publica un emoticono, y vuelve a dejar el dispositivo sobre la mesa. A los pocos segundos se repite la escena y la desesperación crece.
Lo que nos parecía una realidad evidente, ha quedado empíricamente demostrada en un estudio: los grupos de WhatsApp de padres del colegio estresan una barbaridad a las madres. El estudio lo ha llevado a cabo un equipo de expertos de la Pepperdine University y ha dejado patente cuáles son los detonantes del estrés.
En busca de la perfección
Uno podría pensar que las madres se unen a los grupos de WhatsApp y distintos foros de Facebook en busca de información, básicamente, o bien para sentirse arropadas en un rol, el de madre, que en muchas ocasiones les supera.
En otros tiempos no había referencias y los padres se guiaban bien por la tradición familiar, bien por el instinto; ahora, tienen lugar dos circunstancias: la sociedad está demasiado informada gracias a internet, por un lado y, por otro, la autoexigencia de las madres es mayor.
“Las madres reciben multitud de mensajes a la vez en los grupos de WhatsApp y les puede llegar a superar”, explica Lauren Amaro, del área de comunicación de la citada universidad. Lo que están haciendo es buscar información y asesoramiento en los grupos, donde otras madres, en sus mismas circunstancias, buscar y ofrecen información al mismo tiempo.
“Lo mejor es que las madres busquen esta información en su pediatra o bien, cara a cara, con otras madres”, aconsejan los autores del estudio. ¿Por qué motivo? Los grupos de WhatsApp o Facebook ofrecen la barrera de la distancia y evitan la comunicación no verbal, con lo que es fácil que surjan conflictos.
En el propio estudio se llevó a cabo una prueba: preguntar en un grupo de madres qué era mejor “para tratar un eccema”. Y se armó un buen lío.
Esta inocente pregunta derivó en un torrente de respuestas en las que, por resumir, algunas madres acusaban veladamente a otras de no atender bien a sus hijos, o dejaban entrever que al niño del eccema no se la habían pautado bien todas las vacunas.
Cortisol, por las nubes
¿Hubiera tenido lugar este conflicto cara a cara? La respuesta es evidente a ojos de todos: en la gran mayoría de los casos, no. Pero vamos al meollo de la cuestión, porque hemos avanzado que los resultados de este estudio eran empíricos.
El trabajo se desarrolló con un grupo de madres primerizas, a las que, antes de introducirse en los citados grupos, se les tomó una muestra de saliva para medir los niveles de cortisol (la conocida como “hormona del estrés”).
A los cuatro días y tras participar en dichos grupos, se llevó a cabo una segunda medición que confirmó, con datos, lo que sospechábamos: el cortisol se había disparado entre la mayor parte de las participantes. Y el asunto no es ninguna broma.
Un incremento en los niveles de la citada hormona eleva la presión arterial, el azúcar en sangre y puede derivar en un incremento de peso.
¿Qué consejo dar, entonces, a estas madres? Los expertos recomiendan algo elemental: permanecer en estos grupos únicamente si sienten que aportan algo; en caso contrario, y si ven que les estresan, lo mejor es abandonarlos.
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