Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Es probable que el campo magnético sea uno de los mayores misterios de nuestro planeta. La misión Swarm de la ESA ofrece cada vez más datos sobre cómo se genera nuestro escudo protector, su comportamiento y sus cambios. Ahora, Swarm amplía sus horizontes al hacer un seguimiento más detallado que nunca de los cambios en el campo magnético que se producen en los océanos.
Los nuevos resultados del trío de satélites Swarm están generando una gran expectación en la asamblea de este año de la Unión Europea de Geociencias en Viena (Austria). En ella, científicos de todo el mundo se reúnen durante una semana para compartir los hallazgos sobre nuestro planeta.
El día de ayer se dedicó a Swarm y, especialmente, a cómo la misión está estudiando una de las fuentes más esquivas del magnetismo.
Mientras que el campo magnético se debe principalmente al océano de hierro líquido supercaliente que se mueve por el núcleo externo del planeta, otros factores como las rocas magnetizadas de la corteza y el flujos de los océanos también influyen en él.
Aunque normalmente no pensaríamos que el agua de mar es una fuente de magnetismo, sí que aporta una mínima contribución.
Cuando el agua salada de los océanos atraviesa el campo magnético terrestre, se genera una corriente eléctrica que, a su vez, induce una señal magnética.
El campo generado por las mareas es minúsculo y extremadamente difícil de medir, pero Swarm acaba de hacerlo con gran nivel de detalle.
La animación anterior muestra cómo la señal magnética de las mareas cambia a lo largo de 24 horas.
Además de arrojar nueva luz sobre las mareas magnéticas, Swarm ha permitido elaborar un nuevo mapa del campo magnético generado por la corteza terrestre.
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