Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Actualmente, el periodismo es una disciplina muy distinta en comparación a cuando recién comenzaba a dar sus primeros pasos. Esto se debe principalmente a la introducción de las herramientas digitales y del internet, los cuales repentinamente eliminaron el problema de la escasez en las plataformas de difusión, volvieron más eficiente que nunca el proceso de producción y abrieron una infinidad de canales por donde conectar con las audiencias de todo el mundo. Sin embargo, este nuevo horizonte de posibilidades ha presentado un reto de adaptación a otro esquema mediático, el cual los profesionales de la información no han conseguido adoptar.
De acuerdo con la encuesta The State of Technology in Global Newsrooms, conducida por el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés) con la cooperación de Google NewsLab, SurveyMonkey, Storyful y el programa de Comunicación, Cultura y Tecnología de la Universidad de Georgetown, profesionales de la información en todo el mundo no han conseguido mantenerse a la par de los cambios, a pesar del importante progreso realizado en algunas partes del mundo. Esto queda patente en el hecho de cómo, aun cuando las salas de prensa híbridas (donde se combinan formatos digitales y tradicionales) son las más recurrentes en prácticamente todas las regiones, únicamente el 5% de los colaboradores tienen un grado académico relacionado con áreas tecnológicas.
La baja familiaridad con estos instrumentos se puede reflejar en la labor de los medios de información dentro de las plataformas. En general, este tipo de organizaciones se enfoca solo en 4 tareas relacionadas con la tecnología en más de la mitad de los casos encuestados: colocación de artículos y comentarios en redes sociales (72%), la captura y publicación de fotografías en línea (61%), interacción de la audiencia a través de Facebook, Twitter o similares (58%) y la producción y distribución de historias a través de múltiples canales (56%). Esta carencia ha ocasionado que los líderes de las salas de prensa sean, en la mayor parte de los casos, profesionistas con educación formal (64%) o con experiencia previa en medios digitales (45%).
A pesar de esta aparente mayor experiencia de parte de los jefes de sala de prensa, parece existir una importante falta de conexión entre las necesidades de entrenamiento percibidas por los profesionales «de a pie» y las que identifican los coordinadores. Mientras reporteros y redactores desean recibir entrenamiento en periodismo de datos, ciberseguridad y diseño, desarrollo y código web, la gerencia cree más importante enfocarse en enseñar técnicas de cobertura en vivo (live-tweeting), producción y distribución multiplataforma, y periodismo móvil o «de mochilazo». Esta desalineación de percepciones se vuelve particularmente grave en el ámbito del blindaje a sus comunicaciones, pues más de la mitad de las organizaciones y colaboradores del gremio no utilizan ninguna técnica para proteger su información de ataques o intromisiones externas.
En el caso de las redes sociales, se han convertido en herramientas indispensables para múltiples aspectos de la labor periodística. Muchos reporteros utilizan estas plataformas para encontrar ideas para nuevos artículos, monitorear noticias de último momento, estar en contacto con la audiencia e incluso encontrar fuentes para entrevistas. En este sentido, las opciones más usadas por el gremio (tanto como para encontrar información como para publicar contenidos) son Facebook (77%), Twitter (67%) y YouTube (50%). Curiosamente, el empleo de aplicaciones de mensajería se encuentra en sexto lugar en esta lista, empujadas principalmente por la preferencia que tienen en países de América Latina y el este y sureste de Asia.
Utilizar estas herramientas también provee una ventaja competitiva en la cuestión de ingresos para las salas de prensa. De acuerdo con el ICFJ, aquellas redacciones en donde se usan únicamente plataformas digitales para trabajar, existe una mayor variedad en los canales de ganancias percibidas; entre ellas se puede contar venta de licencias, contribuciones filantrópicas, crowdfunding y capital de riesgo. Por otro lado, sus contrapartes híbridas y tradicionales se sostienen casi exclusivamente de publicidad, contenido patrocinado, suscripciones y fondos gubernamentales.
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