Agencias / MonitorSur, XALAPA, Veracruz .- A través de dos bocinas móviles se escucha ‘Nunca es suficiente’ –famoso tema de la mexicana Natalia Lafourcade– cantado en directo por Jennifer Arenas. La cantante de 28 años se encuentra plantada en una calle de la colonia Acacias, en la Ciudad de México (CDMX). La acompaña el ritmo combinado de los bongos con el jam block, la campana, el platillo, la cortina, el güiro, las maracas y el guache. El resultado final: una cumbia que inunda la vía.
La escena pasaría perfectamente por una fiesta más de fin de semana por la noche… si no fuera porque es lunes por la tarde, además del mensaje que precedió la interpretación.
“La economía está bastante mal, esto de la pandemia trae al mundo de cabeza. Si pudieran regalarnos un poquito de arroz, frijol, atún; papel higiénico, agua, café, azúcar, pañales leche. Lo que tengas en tus manos y en tu alacena de sobra, con mucho gusto lo recibiremos. ¡Comenzamos!», avisa por el micrófono Daniel Romero de 34 años, también músico, antes de cederle la atención a su esposa.
Ellos dos, junto con Sofía Arenas de 20 años, Arturo Escobar y Carlos Vargas, ambos de 34, integran la Caravana Ambulante, un grupo musical con el que recorren las calles de la capital mexicana. Todos son músicos. Todos cantan y tocan instrumentos. En la vieja normalidad cada quien lo hacía por su lado. En el metro, en restaurantes, en eventos. Ahora, los estragos laborales inherentes a la pandemia del COVID-19 –que en México acumula 77,646 muertos y 743,216 contagios– los mantienen juntos, buscándose la vida.
“Empezó la pandemia y ya no había personas, todo era para llevar», explica Jennifer argumentado que eso los llevó a tocar afuera de los edificios, “es la única opción que nos quedó”. Su esposo Daniel lo reitera al asegurar que, por más que trataron de resistir la cuarentena y quedarse en casa, eventualmente eso se volvió imposible porque simplemente ya no tenían qué comer. “Como músicos vivimos al día”.
Al igual que este quinteto, miles de mexicanos han tenido que buscar alternativas para sortear la crisis. Ya sea retomando o modificando sus empleos informales –como ellos– o emigrando del terreno formal al informal. En este último es donde el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) ha visto una recuperación. Solo de julio a agosto se sumaron 500,000 empleos más. Algo que se puede explicar con la paulatina reactivación económica. Aunque, en comparación con 2019, la cifra sigue quedando muy baja.
Así, aprovechando que muchas personas aún se mantienen (lo más que pueden) en confinamiento, este grupo les ameniza el rato con su música, a domicilio. Su público (la mayoría) los contempla asomados desde sus balcones o ventanas, desde donde incluso algunos bailan y cantan con ellos.
Mientras la Caravana Ambulante toca en la calle, los vecinos de los edificios se acercan a darles alimentos o apoyos económicos. Incluso hay quienes los avientan desde sus hogares. Otros que transitan por la vialidad –en coche o caminando– se detienen a apoyarlos, también.
Tras un par de canciones continúan en caravana –de ahí el nombre– unos metros más adelante. Repiten la dinámica desde el inicio. Esta vez es Sofía la que anima con el tema ‘Como la flor’, de la difunta Selena. Se baja el cubrebocas y empieza a cantar. Todos los demás se lo dejan puesto al tiempo que tocan su instrumento.
La Caravana Ambulante toca todos los días, sin excepción. Entre 2:00 de la tarde y 8:00 de la noche, “hasta que oscurece”, explica Jennifer. Aunque confiesa que les va mejor a partir de las 6:00 pm, “ya cuando la gente que está en su casa está descansando”.
Sus escenarios los eligen casi al azar. Diariamente emprenden un viaje, de una hora y media o dos horas de duración por trayecto, en metro o metrobus. Desde Chimalhuacán, municipio del Estado de México que colinda con la CDMX, hacia el destino que acuerdan un día antes. “Si vemos que no sale la gente, que no nos apoyan, pues nos movemos rápido y nos vamos a otra colonia de ahí cerca”, comenta la cantante de 28 años mientras carga a su hijo pequeño, quien junto con su sobrina, siempre los acompañan en estos recorridos.
Para ilustrar su situación, Jennifer contó que, mientras que antes de la epidemia ganaban entre tres y cuatro mil pesos al mes (alrededor de 200 dólares), ahora apenas juntan la mitad, «nos estamos llevando mil, dos mil pesos”. No obstante, su prioridad no es pedir dinero, sino víveres, por lo que admiten que las aportaciones que consiguen con la Caravana Ambulante les permite sobrevivir.
Además, estos músicos disfrutan peregrinar con su música por las calles de la capital mexicana. “Son muchas satisfacciones, salir a la calle a regalarles un poquito de lo que hacemos con mucho gusto (…) a veces avientan papelitos que dicen ‘gracias por la buena música’, ‘suerte’, ‘ya casi salimos adelante’, muchas cosas que nos llenan. Dicen que el artista vive del aplauso, y es muy cierto. Aparte de lo que podamos obtener o conseguir, el aplauso nos llena mucho”, reconoce emocionado Daniel.
Lamentablemente también se han topado con insultos, gente que los manda a callar. Incluso le llaman a la policía para que los obligue a retirarse. Pero ellos no se desaniman, saben que es parte del riesgo.
“Entendemos la postura de la gente. No sabemos si está enferma; si está viendo su película o su serie favorita; si están en una llamada”, admite el músico mexiquense, “nuestra intención no es molestarlos, sino sobrevivir, salir adelante pese a la pandemia del horror y pues aquí estamos echándole ganas”.
Con información de la agencia ‘The Associated Press’.
Los derechos de inclusión, el gran tema de las elecciones del 2021: IEPC
Parlamento Juvenil 2019, espacio para el análisis y participación democrática
Candidato del PRI al Gobierno de Zacatecas y su esposa ocultan compra de residencias en Miami