Agencias, Ciudad de México.- Miren que me encantan las historias audiovisuales. Toda mi vida he sido capaz de ver todos los géneros habidos y por haber, pero después de llevar casi un año de crisis sanitaria hay un estilo que me está empezando a provocar agobio. Y no me había pasado nunca.
Hablo de las series y películas sobre pandemias realizadas en los últimos meses. Hollywood ha tenido la brillante idea -y va con ironía- de producir historias de ficción centradas en la pandemia actual o estrenándolas justo ahora, transportándonos a escenarios que resultan abrumadores al estar tan arraigados a nuestra actualidad creando productos demasiado cercanos como para disfrutarlos como entretenimiento.
Una cosa fue ver Contagio por segunda vez en marzo de 2020 cuando arrancábamos la pandemia sin saber muy bien la que se nos venía encima, los meses de aislamiento que pasaríamos y el año (en mi caso) que viviría sin ver a mi familia. Pero otra muy distinta es ver The Stand, la serie de Stephen King sobre una pandemia global y no relacionarla a la realidad actual; disfrutar de Inmune como si fuera una película más de ciencia ficción o reírse con el tráiler de Confinados que HBO estrenará en unos días. Cada vez que intento ver este tipo de apuestas, completas o sus avances, siento como si cargara una mochila llena de piedras sobre la espalda. De repente me inunda una sensación de agobio y malestar que me genera decaimiento y mal humor, mientras mis dedos se niegan a apretar el play de la serie, película o tráiler en cuestión.
Confieso que verlas no fue nada fácil. Me costó muchísimo, después de todo vivo de ver, escribir y opinar sobre cine y series. Y qué mal que lo pasé… Ya no tanto por la calidad de las historias en sí, sino porque siento que no estamos preparados todavía para ver la pandemia actual como escenario de un producto de entretenimiento. Es demasiado pronto.
A lo largo de la pandemia vi otras ideas centradas en la idea de propagación de un virus y cuarentena y no lo pasé tan mal como ahora. Creo que porque era otra fase en el año, quizás más inconsciente, menos harta y con otros niveles de esperanza. Me encantó #Virus, esa joyita surcoreana sobre un virus zombi que arrasó en Netflix durante el verano. También había personajes encerrados en sus casas y una pandemia que se extendía a pasos agigantados, pero al ser un género más fantasioso como es el de los muertos vivientes, no me generó la misma sensación. Aunque mi teoría es más bien que me encontraba en otro momento emocional con la crisis sanitaria.
También me lo pasé pipa con Host, una cinta de terror sobre una sesión de espiritismo hecha entre amigas por Zoom durante la cuarentena. La película apenas dura una hora -lo que dura una sesión gratuita en la aplicación de videollamadas- y aunque hay mascarillas, comentarios sobre el virus y la cuarentena, la presencia de un demonio le aporta una dosis extra de fantasía que nos aleja de las similitudes con la vida real. (Ambas producciones, #Vivo y Host, las puedes encontrar en mis recomendaciones sobre las mejores películas de terror que vi en 2020). Pero también la vi en otro momento emocional en esta línea temporal de la pandemia.
Pero lo que está llegando ahora es otro cantar… Cuando estamos conviviendo con noticias de nuevas variantes del virus, una vacunación lenta y países que empiezan a blindarse y cerrar fronteras, no creo que lleguen en el momento adecuado. Hace falta un tiempo para poder distanciarnos y poder disfrutarlas desde otra perspectiva.
Por ejemplo, StarzPlay estrenó hace unas semanas The Stand, la serie basada en la popular novela de Stephen King sobre otro virus, un planeta desolado y pocos supervivientes. Y aunque detesto dejar las series a medias confieso que no pude ver más allá de su primer episodio. Mi agobio comenzaba… Si bien me pareció que el capítulo fallaba bastante en mezclar tantos personajes sin explicar quién es quién, el solo hecho de ver calles desoladas, conversaciones sobre virus, etc. fue suficiente como para provocarme una tensión que no tenía nada que ver con emociones relacionadas con la historia, sino más bien con mi tensión emocional en cuanto a la pandemia actual.
Luego fue el turno de Inmune, la cinta producida por Michael Bay que nos traslada cuatro años en el futuro, mostrando un panorama desolador: la humanidad sigue viviendo con mutaciones del mismo coronavirus que avanza hasta ser la Covid-23, mientras se crean áreas de aislamiento y un control rutinario de la población revisando el estado de salud de cada uno a través de un App. Inmune se estrenará en cines de España de la mano de Diamond Films (la retrasaron hace poco cuando iba a estrenarse el 12 de febrero), pero al encontrarme actualmente en Inglaterra, aquí está disponible en Prime Video y por ende, ya pude verla.
Pero estuve días pensando si hacerlo, dudando si darle al play y decantándome por otras propuestas diferentes, de no-pandemia, primero. Me costó muchísimo y al final la vi buscando enfoques para mi trabajo y en lugar de centrarme en verla con ojos críticos, terminé descubriendo que esas emociones negativas, esas que sentí con el capitulo de The Stand, volvían. Y no era tanto por la película en sí, de nuevo (que tampoco es muy recomendable), sino por su cercanía con el mundo actual que nos ha tocado vivir. No era momento de ver una película sobre cepas mutadas del mismo coronavirus ni imaginar un futuro tan desesperanzador, peor al presente que vivimos ahora. Porque más allá de la historia de amor de su protagonista y las escenas de tipo thriller con Demi Moore, Inmune me recordaba demasiado al mundo que nos rodea y solo imaginar una situación peor me agobiaba todavía más.
Y así llegué a Confinados, la comedia y película de atracos protagonizada por Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor que HBO estrena el 5 de febrero. Todavía no la he visto, pero con el tráiler comienzo a sentir las mismas sensaciones negativas. Quizás la película resulte divertida, pero no logro sacudirme esas emociones de agobio de encima.
En esta historia veremos a los protagonistas dando vida a un matrimonio que justo cuando decide separarse comienza la cuarentena, viéndose obligados a pasar tiempo juntos y encerrados. Y si bien yo no pasé por una ruptura durante este último año, la convivencia constante en la misma casa, con la misma rutina diaria, con la misma gente las 24 horas del día, ha sido un suplicio. Y lo digo con todo el cariño del mundo. El tráiler me recuerda esas sensaciones de agobio, de necesidad de recuperar mi espacio y silencio, pero que no terminan de llegar nunca.
Evidentemente, no creo que sea momento de ver historias de ficción basadas en la pandemia de Covid-19. Una cosa son las películas rodadas durante la cuarentena, como la mencionada Host o el esperado estreno Malcolm & Marie de Netflix, y otra muy distinta es cuando Hollywood transforma esta realidad que ha cambiado por completo nuestras vidas en el escenario de una historia de ficción.
No cabe duda que la cuarentena nos ha pasado factura, a cada uno a su manera, y Hollywood lo lleva claro si cree que nos puede entretener contando historias relacionadas a ella. Más bien lo está empeorando. Les confieso que después de sentir tantas emociones negativas con estas historias, tuve que buscar vías de escape enseguida para sacudírmelas de encima.
No es justo Hollywood… por favor, esperemos un poquito más.
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