Agencias, Ciudad de México.- Otro fracaso más en la historia del París Saint-Germain, versión Catar. El equipo que cuenta con la mejor plantilla del mundo, con la más cara, volvió a demostrar que el talonario no te permite comprar el alma y pereció ante el empuje de la historia del Real Madrid.
Bastó un error de Gianluigi Donnarumma para que los jugadores del equipo francés miraran al precipicio y acabaran despeñándose atenazados por el miedo. Como en 2017 ante el Barcelona, al equipo francés le faltó liderazgo, pese a contar con jugadores de la talla de Lionel Messi, de Neymar, de Kylian Mbappé.
La eliminación en octavos de final vuelve a poner de manifiesto que el empuje de Catar no cala en el campo. Y deja abierta la puerta a una situación caótica, con un entrenador, Mauricio Pochettino, más cuestionado que nunca y con una estrella, Mbappé, que debe preguntarse si vale la pena seguir en un equipo sin alma.
El fracaso es estratosférico. El equipo, reforzado con la llegada de un Messi y sus siete Balones de Oro, de un Sergio Ramos y su liderazgo incuestionable, tropezó en la misma piedra, la falta de espíritu ganador.
Al PSG le quedará el consuelo de pensar que estuvo cerca, que en el global de la eliminatoria fue superior al Madrid y que mereció mejor suerte. Pero todo eso no ocultará que el equipo se diluyó cuando el destino le colocó frente a un reto.
Las miradas apuntarán directamente al banquillo. Pochettino, muy cuestionado hasta ahora, tendrá que encontrar palabras para explicar sus decisiones.
Sobre todo dos, la portería y los cambios. El técnico argentino apostó por Donnarumma bajo los palos, en lugar de un experimentado Keylor Navas, que está viendo cómo, pese a sus buenas actuaciones, le apartan de la titularidad.
EL ERROR DONNARUMMA
El costarricense, hasta ahora silencioso en las quejas, empieza a levantar la voz en las últimas semanas. Donnarumma cometió un error en el primer gol de Benzema, una situación que dio vida a un Real Madrid que, hasta ese momento, andaba con respiración asistida.
El meta italiano ya había dejado alguna muestra de nerviosismo que se trasmitió a una defensa temblorosa.
Con el duelo equilibrado, Pochettino se obstinó en no hacer cambios, pese a que su equipo se partió en dos, con un Neymar desaparecido. El brasileño, que acaba de superar dos meses y medio de ausencia por lesión, está claramente fuera de ritmo, pero su estatus sigue siendo elevado y el entrenador no tuvo arrestos para sacarle del césped.
Messi también es intocable, pese a que a sus 35 años apenas aporta en presión y que eso era justo lo que necesitaba el PSG ante el empuje del Real Madrid.
El entrenador fue incapaz de insuflar fuerza al conjunto y tendrá que rendir cuentas por ello.
Su futuro era ya incierto. Estaba colgado a que el equipo ganara la Liga de Campeones, aunque en las últimas semanas había una ligera mejoría en el juego que le permitía soñar con tiempos mejores.
El naufragio en el Bernabéu le coloca casi sin opciones de continuidad. Ganará la liga, porque tiene ya una ventaja grande, pero no será suficiente para justificar el elenco de estrellas que los cataríes han puesto en sus manos.
El equipo se dirige a la peor temporada desde la llegada de los cataríes, porque también están eliminados en la Copa de Francia. Todo ello, con una espada de Damocles sobre sus cabezas, puesto que el nombre de Zinedine Zidane ronda el Parque de los Príncipes desde hace meses.
Pochettino puede pagar igual que antes lo hicieron Laurent Blanc, Unai Emeri y Thomas Tuchel.
REPARTO DE CULPAS
Pero este nuevo fracaso también cuestiona a los propietarios. Más allá del entrenador, el equipo demuestra que carece de una auténtica planificación y que más que una plantilla redonda se asemeja a un concurso de popularidad.
De todo ello sobresale Mbappé. El atacante volvió a ser el mejor de su equipo, como hace tres semanas en el Parque de los Príncipes.
Pero la eliminación, la falta de política deportiva clara, pueden indicarle que su futuro no está junto al Sena.
A tres meses y medio de que expire su contrato con el PSG, tendrá que poner boca arriba sus cartas. El equipo, sin grandes proyectos en lo inmediato, empezará a pensar en el futuro y Mbappé deberá decidir donde quiere él el suyo.
El pasado verano dejó claro que su corazón estaba en el Real Madrid. Silbado en el Bernabéu durante el primer tiempo, debió pensar que ganar la Liga de Campeones es más difícil con un público tan exigente que con el que tiene en su propio estadio.
Messi prolonga su mala racha ante el Madrid
El argentino Leo Messi, otrora azote del Real Madrid, extendió con el París Saint Germain su mala racha ante el conjunto blanco, al que no ha conseguido marcar en los últimos diez encuentros y en sus últimas seis visitas al Santiago Bernabéu, con el agravante que ésta supone el adiós esta campaña a la Champions, el objetivo que se marcó cuando dejó el Barcelona por el club galo.
El argentino, que no gozó de ninguna ocasión clara en el encuentro de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, manejó el ritmo del encuentro y sucumbió, junto al resto de compañeros ante la vibrante reacción del conjunto blanco, que remontó un 0-1 adverso con un triplete del francés Karim Benzema para ganar por 3-1 y clasificarse para los cuartos.
Messi, que jugó el primero de sus 46 partidos ante el Real Madrid con 18 años el 19 de mayo de 2005 y que estrenó su capítulo goleador el 2 de mayo de 2009 a las órdenes de Pep Guardiola, marcó por última vez en el Bernabéu el 23 de abril de 2017, cuando ganó con el Barcelona por 2-3, y la última vez que anotó contra el cuadro blanco fue el 6 de mayo de 2018 en un empate a dos en el Camp Nou. No obstante, sigue teniendo un buen balance en el coliseo madridista, donde ha ganado doce de los 23 encuentros disputados.
El argentino, que dejó el Barcelona y fichó este curso por el París Saint Germain con la mirada puesta en volver a ganar la Liga de Campeones, al amparo de un proyecto multimillonario, junto a figuras de la talla de Neymar, Kylian Mbappé, Ángel Di María, Marco Verratti, Donnarumma, Sergio Ramos…. tendrá que seguir esperando. De momento se tendrá que conformar con la Ligue 1.
Fue una noche que comenzó de forma brillante para Mbappé y todo el PSG. Messi, que falló un penalti en el partido de ida, estuvo participativo aunque algo lejos del área. Más metido en su labor de catalizador y asistente, al igual que Neymar. Tuvo sus aproximaciones, no obstante, al área del Real Madrid, pero todos sus intentos se los taponaron los zagueros locales. Acabó diluido como el resto de compañeros ante la briosa remontada blanca con los tres tantos de Karim Benzema.
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