Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Una epidemia producida por una bacteria está devastando los cultivos de plátanos, bananos, en Uganda. Esa fruta es parte esencial de la dieta, con un 70 por ciento de la población consumiéndola a diario. El problema es muy grave y se ha convertido en uno esencial a combatir por el gobierno, los científicos y la industria del país.
Erostus Nsubuga, fundador y jefe del centro Agro-Genetic Technologies, Inc. (AGT), declara con mucho énfasis y preocupación que un problema tan grave tiene que ser enfrentado con prontitud. Para ello, en una decisión conjunta con los científicos, el gobierno ha decido poner en manos de la ciencia y la tecnología, la solución de una situación que pone en riesgo a todo un país.
Nsubuga informa que se ha desarrollado una especie de plátano que se ha modificado usando la ingeniería genética para volverla resistente a la bacteria, con muy buenos resultados. Sin embargo, en este momento enfrentan un problema de otra índole: no han logrado que se rompan los estrictos reglamentos que impiden su comercialización.
Esto, desde donde se mire es terriblemente irresponsable y ha resultado en detener la comercialización de una tecnología que tiene la capacidad de salvar vidas.
Pero si se consideran los hechos de la seguridad de los OMG, aún alguien que se muere de hambre tiene el derecho de saber qué es lo que está comiendo. Bueno, este es el razonamiento de quienes se han apropiado de la cruzada anti OMG, cuando en su vida se han visto enfrentados a situaciones críticas y sí reciben mucho dinero para viajar a los lugares de conflicto y seguir en su obcecada pelea para atribuirles a los productos de la biotecnología peligros que no existen. Insisten en que ellos presentan hechos que prueban que sí existen pero la verdad es que nunca lo han hecho. Esto es dañino, irresponsable. Esas ONG que esparcen miedos, por supuesto jamás basados en hechos científicos, están retrasando legislaciones importantes para la salud y la vida de los pobres.
Además los plátanos fruto de la bioingeniería son el resultado del trabajo de laboratorios en Uganda, con el apoyo del gobierno. De hecho, el 50 por ciento de los fondos vienen del estado. Ha sido el presidente quien fundó y lanzó el programa de biología molecular en el centro de investigación en la ciudad de Kawanda. Pero el problema sigue siendo la falta de información o la información distorsionada. Y como Uganda es uno de los países que ha firmado el Protocolo de Cartagena*, es necesario tener en cuenta la opinión pública antes de cualquier proceso de comercialización de los plátanos biomodificados, pero debido a toda la lluvia de desinformación es muy difícil realizar progresos en cualquier consulta. No desisten los ugandeses en pensar que mostrando los hechos podrán eliminar los falsos temores y avanzar algo en sus propósitos.
Uganda es un país que enfrenta serios problemas como una terrible carencia de recursos, un alto crecimiento demográfico y que sufre los efectos devastadores de sequías ocasionadas por el cambio climático. Un panorama que sería más que suficiente para que la ciencia y la biotecnología entraran a resolver esos problemas.
“En Uganda, la revolución en la agricultura será la liderada por el uso de los OMG, en especial en rendimiento en dinero y alimentos. Y eso lo saben los científicos en Uganda, quienes son conscientes de que no tenemos otra elección porque los cultivos convencionales no han podido producir variedades fuertes de nuestros cultivos en los últimos diez años. Los cultivos más importantes como los plátanos y el café sufren en este momento muchos problemas que han bajado el rendimiento de las cosechas en un 50 por ciento. Una vez nos permitan comercializarla, la biotecnología será la gasolina de esa revolución. Estoy convencido que será una enorme innovación, un paso adelante para la agricultura africana”, finaliza Nsuguba**.
Y bueno pensará alguno. ¿Qué hacen organizaciones como Greenpeace, Organic Consumers Association y la Union of Concerned Scientists metiendo sus dineros, cuantiosos y de nunca acabar, su propaganda malintencionada y sus falsos y asustadores hechos, todos infundados y sin ningún valor científico en los problemas de Uganda? ¿Acabar con la biotecnología con el argumento manido de que los alimentos modificados genéticamente son dañinos y que todo el mundo tiene derecho a saber qué se está comiendo?
Pues si así lo creen que ellos no se los coman, (aunque aquí la doble moral aparece pues a los medicamentos venidos de la biotecnología no le hacen ascos). Que no se contaminen con la soya MG que es la casi totalidad en Estados Unidos, da risa, pues es central en las dietas orgánicas y veganas, vaya contradicción. Pero que de una buena vez dejen en paz a quienes han entendido el valor de la ciencia, el valor de la biotecnología para resolver sus problemas, esos sí reales como lo hace de forma valiente Uganda, no melindres de “ricos preocupados por la ecología”, vaya insensatez.
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