• En cumplimiento a una ejecutoria de amparo, el Juez Segundo del Ramo Penal decretó la libertad a favor del procesado por considerar que no existía probabilidad de que él hubiera privado de la vida a la víctima. • Esta determinación judicial es apelable y la Fiscalía ha decidido combatirla de manera legal.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- La Fiscalía General del Estado (FGE) informa que impugnó el auto de libertad dictado a favor del procesado Jimmy Virgilio “N”, por el delito de Feminicidio cometido en agravio de quien en vida respondiera al nombre de Wendy Lizzet Ochoa Méndez.
El 12 de febrero de 2019, el Juez Segundo del Ramo Penal con sede en “El Amate” dictó un auto de libertad por falta de elementos para procesar, dentro de la causa penal 120/2012, a favor de Jimmy Virgilio “N”, quien se encontraba procesado por la probabilidad de que hubiera sido la persona que privó de la vida a Wendy Lizzet Ochoa Méndez.
Trascendió que el Juez del Ramo Penal emitió este nuevo auto de término constitucional en cumplimiento a una ejecutoria de amparo dictada por el Juez Quinto de Distrito de Amparo y Juicios Federales en el Estado de Chiapas, en el Juicio de Garantías número 599/2018, por lo que dejó sin efectos el auto de formal prisión de fecha 19 de abril de 2018 y en su lugar emitió una nueva determinación en sentido contrario, a pesar de ello, el Código de Procedimientos Penales de nuestra Entidad y la Ley de Amparo permiten que la Fiscalía General del Estado impugne esa libertad y combata por los cauces legales ese criterio.
Al realizar una análisis a la determinación de término constitucional de fecha 12 de febrero de 2019, se puede advertir que el Juez del Ramo Penal consideró que existían pruebas suficientes para acreditar el cuerpo del delito de Feminicidio, es decir, que la Fiscalía había logrado probar el día, la hora, el lugar y las circunstancias en las que fue privada de la vida Wendy Lizzet Ochoa Méndez, a pesar de ello, consideró que la averiguación previa no tenía pruebas para establecer que el inculpado posiblemente sea la persona que cometió esa conducta reprochable legalmente.
La Fiscalía General del Estado no comparte ese criterio, por considerar que para la emisión de un Auto de Formal Prisión no hay que tener certeza de que el procesado es el autor material del delito sino que basta con que exista la posibilidad de que sea el responsable y será durante la instrucción penal cuando el Ministerio Público pueda robustecer la investigación en busca de una sentencia de condena.
Finalmente, la Fiscalía General del Estado considera que esa determinación debió ser emitida en el contexto de una justicia con perspectiva de género y no como si se tratara de un mero homicidio, por lo cual se espera que los Magistrados integrantes de la segunda instancia emitan una determinación que revoque el auto del Juez Penal de primera instancia.
La Fiscalía General del Estado, que encabeza Jorge Luis Llaven Abarca, refrenda su compromiso con los familiares de la víctima de luchar por los cauces legales hasta las últimas consecuencias para lograr el esclarecimiento de los hechos y se pronuncia de manera enérgica en contra de la impunidad ante cualquier acto de violencia en Chiapas.
INVESTIGACIÓN DEL 2012 SEÑALA “CONFESIÓN” DE “EL CANÍBAL”; SE COMIÓ SU CORAZÓN, SEÑALA
El homicida fue detenido; presuntamente confesó haberse comido el corazón de la joven Diario del Sur/ Mayo del 2012/
Oswaldo Rodríguez / Ulises López
*La cabeza y las partes del cuerpo fueron encontrados debajo de los puentes cercanos al Mirador “Los Amorosos”, pertenecían a una joven con reporte de extravío—- Informó el homicida confeso, haber colocado las partes del cuerpo en diversas bolsas de plástico negro y antes de guardar en el tronco, le extirpó el corazón para comérselo.
Tuxtla Gutiérrez, Chis.- Tres días antes del crimen, el homicida adquirió un par de cuchillos y los afiló frente a la videograbadora, mientras relataba a solas el destino que le depararía a su expareja, a quien le comería el corazón.
Wendy Lizeth Ochoa Méndez, de 19 años de edad y madre de Braulio Andrés -de aproximadamente 3 años-, salió de su ciudad natal, Mapastepec, para continuar sus estudios de bachillerato en el Sistema Educativo Universitario Azteca (Seuat) de la capital; no obstante, su preparación se truncaría para siempre.
Ya en Tuxtla Gutiérrez, la joven de ojos almendrados, cejas semipobladas y nariz aguileña, terminó -por circunstancias desconocidas- la relación con su pareja, un hombre de 33 años, tiempo después inició un noviazgo.
De pronto, sus familiares perdieron su rastro el sábado 28 de abril de este año y su padre, Ángel Ochoa Soto, llegó a la vivienda que la joven rentaba en la capital pero estaba vacía.
Desesperado, se dirigió a las autoridades y notificó la desaparición de su hija, cuyos datos fueron ingresados al apartado de personas extraviadas en el portal de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
Las autoridades y don Ángel Ochoa implementaron la búsqueda durante dos semanas sin obtener resultados.
Desesperado, se dirigió a las autoridades y notificó la desaparición de su hija, cuyos datos fueron ingresados al apartado de personas extraviadas en el portal de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
Las autoridades y don Ángel Ochoa implementaron la búsqueda durante dos semanas sin obtener resultados.
HALLAZGOS
Durante la primera semana de búsqueda, trascendió el hallazgo de una cabeza a las 17:45 horas del miércoles 2 de mayo, debajo de uno de los puentes que cruzan el Libramiento Norte Poniente de la ciudad, a 100 metros del Mirador “Los Amorosos”.
Días después, las autoridades encontrarían partes de pies y brazos esparcidos metros más adelante.
En esa ocasión, El Heraldo de Chiapas informó que las piezas humanas pertenecían a las de un hombre de aproximadamente 45 años de edad. Los datos eran imprecisos porque la cabeza, aunque tenía cabello, presentaba la piel acartonada y el rostro había sido rebanado, además, la PGJE manejó el caso con hermetismo.
La policía creyó que los animales habían devorado la cara, hasta que la historia dio un vuelco inesperado.
No era un hombre; el dictamen forense arrojó que los brazos, las piernas y la cabeza pertenecían a una mujer. No de 45, sino más joven. Y el rostro no fue devorado, sino mutilado con cortes finos y precisos, similares a las de un cirujano plástico, refirió una fuente confidencial de quien se omite el nombre por seguridad.
Con los resultados de las primeras investigaciones, las autoridades se comunicaron con Ochoa Soto para que constatara si podría tratarse de su hija. El padre estaba incrédulo.
Decidió averiguarlo por él mismo, solicitó un permiso para que un dentista de Mapastepec -quien atendía con frecuencia a su hija- le hiciera un estudio dental.
El informante explicó que, de acuerdo con el odontólogo, los estudios confirmaron que era Wendy Lizeth pues la dentadura aún traía las amalgamas que, días antes de su desaparición, le había hecho.
CONFESIÓN
Con sospechas de la implicación de su expareja, familiares de la mujer dieron información a las autoridades y diversas corporaciones policiacas comenzaron un operativo de búsqueda para dar con su paradero.
El 15 de mayo, el hombre presuntamente fue detenido en el restaurante “Zúñiga”, ubicado en la calle Central y 13ª norte de la capital, donde festejaba el Día del Maestro. Tras su aprehensión -dijeron las fuentes consultadas- confesó todo.
Tres días antes de asesinar a su expareja, afiló unos cuchillos mientras que con una videocámara y una grabadora documentaba todo lo que le haría a Wendy.
El hombre sabía la hora en que salía de clases y la secuestró; en su domicilio la ató de las manos, le cubrió la boca y presuntamente la estranguló para luego descuartizarla frente a la cámara.
Informó el homicida confesó, haber colocado las partes del cuerpo en diversas bolsas de plástico negro y antes de guardar en el tronco, le extirpó el corazón para comérselo.
A la cabeza le cercenó el rostro para que la joven de ojos almendrados, cejas semipobladas y nariz aguileña, no fuera reconocida por las autoridades.
Enseguida, el asesino abordó su automóvil y tiró los restos en los dos puentes ubicados antes y después del Mirador “Los Amorosos”, aunque supuestamente -dijo- el tronco o “canal”, como le denominan los peritos del Servicio Médico Forense, lo arrojó en el río Sabinal, atrás del edificio de la PGJE y hasta el momento las autoridades no dan con su paradero, ya que es probable que haya sido arrastrado por el afluente.
Tras identificar el cadáver, la cabeza fue puesta en un pequeño frigorífico y las demás partes del cuerpo en varias hieleras, pues fueron llevados al crematorio “La Piedad”, ubicado en la colonia Los Pájaros.
Wendy Lizeth Ochoa Méndez regresó al barrio El Malucal, del municipio de Mapastepec, lugar que la vio nacer y que ahora le da la despedida.
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