Ciudad de México, MonitorSur.- El responsable de que Chaikovsky hubiera compuesto la música de El Lago de los Cisnes, fue Marius Petipa, coreógrafo y bailarín francés, que al llegar a la corte imperial de Rusia, en el siglo 19, revolucionó el ballet.
En reconocimiento de su labor, la bailarina Elisa Carrillo y el coreógrafo ruso Vasily Medvedev ofrecieron este jueves la conferencia “Marius Petipa. A dos siglos de su nacimiento”, en el Teatro Raúl Flores Canelo, del Centro Nacional de las Artes.
“No hay ninguna compañía en el mundo que no esté influenciado por Marius Petipa”, aseguró Medvedev.
Éste estudió en la Academia Rusa de Ballet Vaganova, también conocida como la Escuela Imperial, o la Escuela Petipa.
El coreógrafo señaló que las aulas contiguas eran en las que ensayaba la compañía que dirigió Petipa, durante la segunda mitad del siglo 19, en la corte imperial del Zar Nicolás I.
A él se le atribuye la transformación del ballet, dándole auge a la escuela rusa, que luego dominó la disciplina a nivel mundial.
Sus coreografías de El Cascanueces, Giselle, Don Quijote, La Bella Durmiente, entre otras, siguen siendo las más representadas aún, 100 años después de su partida.
Carrillo hizo un recuento de la vida de Petipa, desde su crianza en Francia, con un padre coreógrafo y un hermano mayor bailarín, hasta su paso por España y su llegada a San Petersburgo. Rusia sería su residencia por más de medio siglo.
Medvedev, por su cercanía a la tradición de Petipa, contó anécdotas de su acercamiento a él y sus coreografías, pues le tocaron maestros que fueron parte de los ballets imperiales que dirigió.
El coreógrafo ruso, que ha trabajado con el Ballet Bolshoi, la Ópera de Berlín, y otras compañías destacadas, compartió que se ha interesado por investigar y darle una nueva interpretación a la visión de Petipa, a partir del estudio de los documentos y archivos de su trabajo.
Entre las características del estilo Petipa está la incorporación de música clásica en los espectáculos, haciendo mancuerna con compositores, como Chaikovski.
“Para Petipa, el centro de siempre era la bailarina. El bailarín hacía el pas de deux, la cargaba, pero no tenía protagonismo. No había cuerpo de baile masculino”, precisó Medvedev.
Era un hombre informado sobre su época y con una mentalidad moderna.
El coreógrafo recordó que una de sus coreografías, “Electrique” del ballet Barba Azul, trataba sobre la electrificación que estaba viviendo el mundo en esa época, a finales del siglo 19.
“Sus producciones eran grandiosos y de cuento de hadas. Al Zar y a la corte le gustaban las grandes producciones. El final feliz era obligado”, comentó.
Carrillo concluyó diciendo que Petipa sigue vivo, y su influencia está presente en todos los que se dedican a la danza.
Con Información de Reforma
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