A UN AÑO DE LA “ERA JAGUAR”
- Ery Acuña/ Desde El Sótano
Este lunes se cumplió un año que Eduardo Ramírez fue ungido, prácticamente, como “gobernador electo” de Chiapas. Aquella madrugada del sábado 11 de noviembre del 2023, se dio a conocer que el entonces Senador había ganado las encuestas y que, _ipso facto_, era ya el Coordinador de la Defensa de la Cuarta Transformación en Chiapas, y en su momento candidato a la gubernatura.
Pero como esta vez no hubo oposición en Chiapas, las elecciones y la campaña fueron solamente cuestión de trámite.
Dos cosas de momento había que atajar de inmediato, después de aplastar en las urnas a sus opositores (solo por ponerle un nombre a la competencia): la operación cicatriz con los opositores reales a su candidatura, y la “sombra Verde” de Manuel Velasco que aún le pesa como una losa sobre su carrera.
Sin duda, su extraordinaria capacidad de oratoria, así como sus alianzas políticas nacionales y locales, le aplanaron el camino al llamado “Jaguar Negro” para evitar que las cosas se salieran de control.
Además hay otra losa que Eduardo Ramírez carga sobre sus hombros, y que incluso ya le ha provocado momentos ríspidos: la del exgobernador Pablo Salazar. Incluso la Revista Proceso comentó de forma desatinada en un artículo periodístico, que “Eduardo Ramírez no podía dar un paso, sin que antes lo consultara” (sic) con Salazar Mendiguchía.
Parece que muchas de esas cosas, algunas infladas y otras reales, que estallaron con su nombramiento hace un año, quedaron en el pasado.
Ahora, en el presente, una vez designado su gabinete, faltando menos de un mes para que formalmente rinda protesta ante el Congreso del Estado como Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas -el próximo ocho de diciembre-, viene la verdadera ERA que habremos de vivir en los próximos seis años.
A favor, cuenta con varios atributos:
1.- Su amplísima legitimidad en las urnas, pues ganó siete a uno su más cercano rival, siendo el gobernador con mayor votación porcentual del país.
2.- La “urgente necesidad” de continuar con el respaldo del Gobierno Federal para atender las problemáticas chiapanecas, y
3.- Sus alianzas políticas, tanto nacionales, como locales, que le permitirán embonar programas sociales con mayor prontitud.
Por atender:
1.- La violencia generada por el crimen organizado. Si bien pidió durante su discurso al recibir la constancia de mayoría, que le den “un año” para atender el problema, sabe perfectamente que no será un asunto fácil de apaciguar.
2.- La migración. Aunque al igual que el punto anterior, el de la violencia generada por el crimen organizado, son más bien decisiones de índole federal, la creciente llegada de miles de migrantes -se calcula que son más de 50 mil- que necesitan comida, techo, salud, seguridad, etcétera, él será, como primer respondiente, quien tenga que enfrentar de primera mano el problema, y
3.- El peso político de dos exgobernadores. En el caso de Pablo Salazar, que ya se vio, quiere mantener el mayor poder posible en el actual sexenio, y el de Manuel Velasco, aunque el pleito entre ambos ha tomado credibilidad, lo cierto es que, en momentos de crisis, le podrán recordar su participación en el gobierno más corrupto de la historia reciente de Chiapas.
Aún así, con los pros y contras que se avecinan, Eduardo Ramírez y la “ERA Jaguar” tienen ante sí más oportunidades que contras que le podrían permitir pasar a la historian como un buen gobierno, con grandes desafíos que jamás un gobernador entrante habría tenido que enfrentar.
Bueno, hay muchos puntos pendientes que retomar para un análisis más a fondo, pero por lo pronto, este es un escaneo superficial del momento y el contexto que nos tocó vivir.
El encargado de echar a andar una nueva ERA para Chiapas, está por recibir las llaves de esta nave que tendrá que dirigir, en medio de una feroz y revoltosa tormenta.
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