Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- Antes que avancemos en el relato de la noticia, que ya te adelantamos que es farragosa, conviene aclarar un concepto importante: “paraíso fiscal” es en realidad una mala traducción de la expresión inglesa tax haven, que en rigor significa “refugio fiscal”. Nosotros hemos titulado con la variante que, aunque errónea, es más habitual en castellano simplemente para que tú, lector, te hagas a la idea con más facilidad de lo que está ocurriendo. Pero conviene ir poco a poco desterrando la expresión engañosa del paraíso, que trata de otorgar connotaciones positivas a un modo de actuación muy negativo para el conjunto de la sociedad, por mucho que digan los gurús andorranos.
Porque no hay coartada que valga: ejecutar maniobras para pagar menos impuestos de lo que corresponde en territorio nacional, desviando parte de la facturación a otros países de tamaño (y por tanto, gasto público) minúsculo e impidiendo la financiación adecuada de servicios públicos de los que se beneficia toda la sociedad, es moralmente muy reprochable y, según las circunstancias, potencialmente ilegal. Y justo de eso es de lo que se está acusando ni más ni menos que al Real Madrid, el equipo de fútbol económicamente más poderoso de España. Así se desprende de la información publicada por el portal InfoLibre basándose en documentos de Football Leaks.
Según lo expuesto, el club blanco llegó a un acuerdo de financiación con el fondo de inversión Providence, uno de los más importantes del mundo. Esta entidad, con sede en Estados Unidos (concretamente en la ciudad del mismo nombre, capital del estado de Rhode Island), es bien conocida en el sector financiero de nuestro país por haber estado involucrada en la compraventa de grandes empresas, como el grupo Recoletos (que abarca diarios como Marca o Expansión) o la operadora de telefonía Ono. Sus operaciones en el mercado ibérico le han proporcionado beneficios multimillonarios.
Los primeros contactos, asegura InfoLibre, se produjeron en octubre de 2016 a través de Santiago Foncillas, quien había consejero delegado en España de la casa de apuestas Bwin, antigua patrocinadora de las camisetas merengues. Este reunió a José Ángel Sánchez, director general madridista, con John Hahn, jefe de negocio internacional de Providence, y en los siguientes meses, tras acudir invitados algunos directivos norteamericanos a un partido de Champions que el Real Madrid jugó en Lisboa, las entidades llegaron a un acuerdo.
Se firmó una “carta de intenciones no vinculante” que establecía que, en un acuerdo de 10 años de duración, el fondo pagaría 500 millones de euros (dos pagos de 200 millones y otro de 100). Como contrapartida, debía abonarse a Providence un porcentaje muy significativo (23,75 %) de los ingresos del club por la explotación de conceptos como patrocinios o su plataforma digital. Este dinero resultaría fundamental para obtener el crédito a 30 años necesario para financiar la reforma del Santiago Bernabéu.
El contrato que adjudicaba los primeros 200 millones se firmó el 10 de noviembre de 2017. La modalidad del pacto es lo que en inglés se conoce como silent partnership y vendría siendo un “contrato de cuenta en participación”; es decir, el Real Madrid recibe el dinero y lo gestiona como considere conveniente, informando puntualmente a Providence de todos los movimientos, pero sin que esta última compañía pueda tomar ninguna decisión al respecto más allá de “asesorar”. Inicialmente su vigencia terminaba en 2021, pero el año pasado fue renegociado para extenderlo “hasta un máximo de nueve años”.
En definitiva, el Real Madrid recibía inyecciones puntuales y muy cuantiosas de capital a cambio de ir devolviendo temporada a temporada una parte de lo que fuera ganando en su actividad cotidiana. En principio, nada raro: un acuerdo más de tantos como se ejecutan en el mundo de las grandes empresas. El problema es que el Real Madrid no firmó este acuerdo directamente con Providence en Rhode Island, sino con una de sus filiales, que según los documentos responde al nombre de PQ VII Sàrl.
Esta empresa, aparentemente, se creó ex profeso para esta operación en enero de 2017, poco después del comienzo de las negociaciones. Su sede fiscal está en Luxemburgo, su capital social asciende a apenas 20.000 euros y sus beneficiarias son otras dos sociedades domiciliadas en las islas Caimán, un territorio de soberanía británica en el mar Caribe, algo al sur de Cuba, que está incluida en la lista negra de la Unión Europea sobre lugares a través de los cuales se evaden impuestos. Ni residentes ni empresas radicadas en este archipiélago, la mitad de grande que Ibiza y tan poco poblado que todos los habitantes caben en el estadio de Concha Espina (y sobra mucho sitio), pagan impuesto alguno; la financiación de la colonia se consigue fundamentalmente mediante tasas a las estancias turísticas, a los permisos de trabajo y a los permisos financieros.
Y la relación ni siquiera era directa. InfoLibre cita hasta otras cuatro compañías intermediarias, en lo que parece un plan destinado a confundir a las autoridades tributarias españolas. Eso sí, los documentos reconocen que el Real Madrid fue consciente de lo turbio de la situación y quiso renegociar las condiciones con Providence; consiguió firmar una enmienda parcial al contrato que permitía que un pago inicial de 175 millones se hiciera mediante una tarjeta de crédito emitida por un banco de Tampa (Florida, Estados Unidos). Pero ese dinero, igualmente, procedía de las islas Caimán.
El director financiero madridista, Julio Esquerdeiro, resume la trama en correos electrónicos que forman parte de los documentos filtrados: “Dos compañías radicadas en las islas Caimán y domiciliadas en un edificio de Goerge Town donde hay miles de empresas garantizan el pago al club de 200 millones por parte de una sociedad luxemburguesa de 20.000 euros de capital social. Parece una broma, pero me temo que va en serio”. En otro mensaje posterior, el propio Esquerdeiro recomendaba rehacer la negociación para que la “contraparte” fuera “una entidad residente a efectos fiscales en España participada directa o indirectamente por el inversor”, con el fin de “evitar los riesgos reputacionales”. No le hicieron demasiado caso.
Porque el de la imagen es uno de los problemas a los que se puede enfrentar el Real Madrid ante semejante situación. Aunque siempre habrá quien esté dispuesto a justificarlo todo con cualquier pirueta mental, que uno de los equipos más importantes del fútbol mundial quede asociado a trapicheos en las islas Caimán probablemente no hará mucha gracia ni a los socios ni a inversores y patrocinadores que quizás no quieran ver vinculado su nombre a algo tan cuestionable. Pero es que además todo esto podría tener consecuencias económicas directas.
Esquerdeiro, en sus mensajes, advertía de que hay “probabilidades muy elevadas” de que Hacienda interprete que la sociedad luxemburguesa, “país que siendo miembro de la UE tiene un régimen de tributación favorable para este tipo de estructuras”, no es la beneficiaria efectiva de los pagos del Real Madrid. Esto sería un “fraude de ley” para “obtener una ventaja fiscal” que, por supuesto, habría que regularizar. InfoLibre calcula que, si al Real Madrid le correspondiera, según lo pactado, pagarle al fondo 65 millones en cuatro años (que según la ley española se consideran renta del capital mobiliario, es decir, intereses), el gasto extra en impuestos podría ser de hasta 20,5 millones. Eso, claro, sin contar posibles multas.
Por otra parte, existe la posibilidad de que Hacienda rechace la deducción del impuesto de sociedades de hasta el 25 % que el club pretendía aplicar. Para esos esos 65 millones de intereses la cantidad rondaría los 15 millones. Pero hay riesgo de que la Agencia Tributaria vaya más allá y lo aplicara sobre el total de 200 millones que el Real Madrid tiene que devolver a Providence como consecuencia de aquel contrato de noviembre de 2017.
InfoLibre asegura que ha intentado obtener la versión de los hechos del Real Madrid, sin éxito hasta ahora. El asunto, en cualquier caso, tiene pinta muy fea y, potencialmente, podría suponer resultados muy negativos para la tesorería blanca. Parece que esta vez Florentino Pérez, habitualmente un mago de las finanzas, ha errado el tiro.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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