Especial
Moscú, Rusia, 29 junio 2018.-América Latina, encarnada en Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia y México, intentará romper con 60 años de maleficio en el Mundial de fútbol de Rusia-2018: ningún país del río Bravo a la Patagonia alzó el título en suelo europeo desde 1958.
Carlos Gardel, en uno de sus más auténticos tangos, decía que 20 años no es nada. Pero todos sabemos que en dos décadas el mundo vuela a la velocidad de la luz. El deporte cambia y se moderniza. La evolución de la especie profundiza sus raíces en el planeta Tierra. Nace una nueva generación.
Ahora imagínense 60 años.
En ese tiempo el hombre llegó a la Luna; la tecnología pasó de grandes artefactos a los nano; Javier Sotomayor saltó por encima de los 2,45 metros con el simple impulso de sus pies; Hank Aaron le rompió el récord de jonrones a Babe Ruth, y luego Barry Bonds…; apareció y se expandió la plaga del doping; nació Michael Jordan y flotó a donde nadie llegará jamás; Cassius Clay se transformó en Muhammad Alí y noqueó al sistema; y la niña Nadia Comaneci inauguró un nuevo rascacielos: la perfección.
Y mientras, Maradona y Pelé discutían, como un par de niños tercos, quién era el mejor futbolista de todos los tiempos. Llevan años en esa historia de nunca acabar.
Todo eso y mucho -muchísimo- más aconteció en el planeta Tierra, pero ningún equipo de América Latina volvió a conquistar el trono cuando la Copa Mundial de fútbol se disputaba en suelo europeo.
En Inglaterra-1966 ocurrió un atraco de magnitudes insospechadas y los locales alzaron el trofeo; en Alemania-1974 la Mannschaft bajó del cielo a la Naranja Mecánica; y en España-1982 Paolo Rossi se vistió con la capa militar de Julio César y llevó a la Azurra hacia la cumbre.
Después, en Italia-1990 Maradona y Argentina perdieron la final contra Alemania por un penal que no lo era; en Francia-1998 el hechicero Zinedine Zidane frotó la lámpara de Aladino, mientras Ronaldo y Brasil convulsionaban; y en Alemania-2006, recuerden, hubo final europea porque José Pekerman así lo quiso, tras sacar a Juan Román Riquelme en las postrimerías del duelo contra los germanos, dejando en el banquillo a un tal Lionel Messi, un genio en ciernes.
Siempre ocurre una calamidad o algo inesperado, pero lo cierto es que los equipos latinoamericanos naufragan en Europa una y otra vez desde Suecia-1958, cuando Pelé cargó en hombros al Scratch y abrió un nuevo capítulo en la historia del balompié: el Jogo Bonito o la Ginga, como verdaderamente se llama ese estilo libre de ver el juego para los brasileños.
Ahora, América Latina tiene una nueva oportunidad en Rusia. Brasil, el gran favorito de los expertos y de la mayoría, la renacida Argentina de Messi, el beligerante Uruguay de Suárez y Cavani, la fina Colombia de Falcao y James, y el México de los lamentos perennes, tienen la encomienda titánica de destruir el mito, de ponerle fin a ese maleficio que parece eterno.
El camino está repleto de obstáculos, de adversarios bravos; España, Francia, Portugal, Bélgica, Inglaterra, Croacia, un mar de espinas; eso sí: Alemania decidió no estar luego de inmolarse en la fase de grupos por primera vez en la historia, mientras otras superpotencias como Italia y Holanda tomaron año sabático y están de vacaciones en Ibiza o quién sabe si en Varadero.
¿Será el año de América Latina? (Yasiel Cancio Vilar/PL).
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