Agencias / MonitorSur, Ciudad de México .- Las filas han crecido ante los centros de distribución de los bancos de alimentos. Son una alternativa para casi la décima parte de los 20,5 millones de personas carenciadas en México, la quinta parte de la población de este país. Tienen hambre y la pandemia de COVID-19 la ha incrementado.
“Estamos respondiendo a una creciente población con grandes necesidades, abriendo los espacios de beneficiarios con ayuda suficiente en paquetes alimenticios, lo más balanceados posible”, dijo a Sputnik la directora general de los Bancos de Alimentos, María Teresa García Plata.
La cantidad de beneficiarios atendidas antes de la pandemia era de 1,4 millones de hambrientos, en carencia alimentaria: “ahora atendemos 1,85 millones de personas“, afirma vía telefónica.
Es un aumento de 30% más en solo dos meses y medio de emergencia sanitaria, explica la responsable de la organización de la sociedad civil, sin fines de lucro.
“Un gran sector de la población ya era vulnerable antes de la pandemia, la demanda ha aumentado ante una situación adversa que apenas comienza”, añade la banquera.
Lamenta la disminución de los donativos en especie, ante el cierre de empresas y una menor capacidad de compañías solidarias.
Para que no falten productos básicos, la institución ha lanzado una campaña de procuración de alimentos, donados por empresas del sector y consejos empresariales, “en un sistema bancos de alimentos, probado, transparente y confiable”.
El reparto de alimentos es de unas 10.000 toneladas mensuales rescatadas y distribuidas.
“Anualmente estamos distribuyendo 120.000 toneladas de alimentos, pero no es ni el 2% del total que se desperdicia en el país”, dice la responsable citando estudios del Banco Mundial.
La cantidad de alimentos repartidos en la emergencia ha crecido a 14.000 toneladas mensuales. La mezcla de alimentos recuperados también ha cambiado: hay mayor participación del campo.
Tres décadas de experiencia
Los bancos de alimentos surgieron en este país hace más de 30 años, como organización ciudadana, dedicada a rescatar alimentos a lo largo de la cadena de valor, que reparte comida a más de 4.000 comunidades.
Luego de terminar su posgrado en mercadotecnia en el prestigioso Instituto Tecnológico de Monterey, la especialista comenzó sus primeros pasos en este proyecto en uno de los grandes graneros de México: Sinaloa, en el noroeste del país.
A siete años de experiencia y tres al frente de la peculiar institución, García Plata explica que “la contingencia nos ha planteado nuevos retos a nivel de operación”.
Las cadenas de suministro colapsaron y toneladas de alimentos se quedaron sin llegar a los consumidores finales.
Las ofertas de donaciones comenzaron a multiplicarse, cuando las frutas y verduras comenzaron a perderse.
“Empezamos a experimentar un tipo de acopio diferente en materia de empresas, mercados, tiendas de autoservicios y fuentes de alimentos a las que recurrimos, y tuvimos que implementar acciones urgentes”, explica la responsable.
Las medidas sanitarias se ajustaron rápidamente a las nuevas normas, y otros retos surgieron, como la ausencia de fletes suficientes en el sistema de transporte.
Más de medio centenar de bancos
Los bancos de alimentos son una red de 55 bancos en todo el país, “rescatando alimento para combatir el hambre y la desnutrición de la población vulnerable”, dedicada a distribuir comida oportuna a las comunidades.
Las fuentes están en los productores primarios, centrales de abastos, industrias de alimentos, comercio, hoteles y restaurantes.
Se trata de un “modelo de rescate alimentario con intervención comunitaria, que permite construir un tejido social”.
En México, un tercio de los alimentos que se producen se desperdician: son 38 toneladas por minuto.
“Con solo la mitad de esa inmensa producción desperdiciada se podría alimentar a 25,5 millones de personas que viven en carencia alimentaria”, según el Consejo Nacional de Evaluación.
El Banco Mundial (BM) estima que 34% de los alimentos producidos en este país se pierden o desperdician.
Convertido en una potencia agrícola exportadora, que ya supera ventas por 30.000 millones de dólares anuales a EEUU y Canadá, la otra cara de la moneda de este país es que 20,4 toneladas millones de toneladas de alimentos se desperdician al año.
Esa cantidad de productos alimentarios equivale a más de 20.500 millones de dólares, según el organismo internacional.
“Ahora nuestra prioridad está en conseguir productos básicos: granos y fletes, para trasladar los ofrecimientos que vienen del campo, con productos que por razón de mercado o estética y reducciones de la exportación, corren el riesgo de perderse”, subraya García Plata.
Cuenta a Sputnik cómo toneladas de papayas se pudrirán en Chiapas y urge llevarlas a los bancos de alimentos en la frontera norte, a Tijuana: el reto son 3.600 kilómetros por carretera.
Si ese producto se pudre, el impacto es formidable por las emisiones de gases de efecto invernadero.
La descomposición de materia orgánica, según el BM, produce 36 millones de toneladas de dióxido de carbono, equivalentes a las emisiones generadas por 15,7 millones de vehículos.
Con información de la agencia rusa ‘Sputnik’.
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