Juan Balboa
Monitor Sur
Medios internacionales habían informado que la hija del presidente cubano Raúl Castro era parte de las víctimas en el accidente del avión de Air Argelia, estrellado esta mañana en el desierto. La información ya fue desmentida. Pero quién es Mariela Castro. El periodista Juan Balboa le hizo una entrevista de semblanza hace cuatro años.
La Habana, Cuba.-Comprendida por unos y estigmatizada por otros, Mariela Castro Espín –hija de Raúl Castro y Vilma Espín- está convencida que su trabajo iniciado hace cinco años contra la homofobia ayudará a cambiar la mentalidad machista de la sociedad cubana y contribuirá a un socialismo participativo y democrático
“Conocer a hombres y mujeres insatisfechos con sus cuerpos. Saber de hombres atrapados en el cuerpo de una mujer, o mujeres atrapados en el cuerpo de un hombre me orillo a optar por su defensa”, asegura puntual en una entrevista con Proceso la hija del presidente Raúl Castro Ruz, a quien muchos cubanos identifican como La Guerrillera por su defensa pertinaz de las comunidades gays –lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales.
Es una de los cuatro hijos (los otros son Déborah, Nitza y Alejandro) del presidente cubano Raúl Castro Ruz y actúa con gran protagonismo en la vida pública.
Es, sin duda, la más conocida de los hijos de la amplia familia de los Castro. Su imagen es aceptada entre la población a pesar de que su trabajo a favor de los transexuales está rompiendo con los esquemas tradicionales machistas de la sociedad cubana.
Convencida de no ser una simple observadora de los cambios necesarios en Cuba –“trataré de cambiar lo que no me gusta o que creo justo cambiar –, está acabando también con una tradición de los hijos de los hombres (Fidel y Raúl) que han gobernado el país en los últimos 50 años: tener su propia agenda pública.
La hija del presidente Raúl Castro es una especialista en sexología, pero sobre todo activista pertinaz en contra de la homofobia existente en la población de la isla.
Mariela Castro asegura a Proceso que la campaña emprendida hace dos años en todo el país contra el machismo ayudará a padres cubanos homofóbicos “a cancelar el guión preestablecido” por la tradición de la cultura de su país.
Su experiencia en el tema es vasto: jefa de la cátedra de Sexología y Educación de la Sexualidad de la Escuela Nacional de Salud Pública; coordinadora, profesora e integrante del Comité Académico de la Maestría de Sexualidad y profesora del Comité Académico de la Maestría Intervención Comunitaria en los Procesos Correctores de la Vida Cotidiana.
En entrevista, la hija de dos de los combatientes de la Sierra Maestra de los años cincuenta, Raúl Castro y Vilma Espín (ya fallecida), no duda que la prioridad actual del país es abrir espacios de participación a los jóvenes para que no sean simples interpretadores, “más bien formar parte de los cambios” de una sociedad que se inventa cada día.
Hace un símil entre su trabajo a favor de la diversidad sexual en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), el cual preside, y su apuesta al socialismo en Cuba.
“Nuestro trabajo a favor de la comunidad gay, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales es de reconciliación; nuestra labor es abrir espacios de participación, educación, de confluencia.
“Nosotros queremos conciliación. Lo que queremos es que podamos convivir todos como somos, sin lastimarnos. El Cenesex abre espacios de participación porque solo no puede. No hay nada más importante que la participación”, expresa en entrevista concedida a la revista y remata asegurando que su apuesta es una contribución masiva de la población a un socialismo participativo y democrático.
La hija del presidente Raúl Castro está convencida de que su trabajo con la sociedad cubana para reconocer la existencia de hombres y mujeres diferentes a la mayoría de los cubanos concuerda con su aspiración a un socialismo participativo.
“Veo movilidad en la sociedad cubana”, responde a una pregunta respecto a lo difícil de trabajar con un tema tabú entre los cubanos. Reconoce que ha sido criticada por familiares y amigos por su trabajo a favor de un sector que sigue siendo estigmatizado, considerado como de “enfermos”.
“¡Ahh!, siempre, siempre todos los temas en que me he metido en mi vida han sido criticados por familiares, amigos y otros profesionales. Pero cuando estás convencida de algo, te metes y te vas metiendo y vas desarrollando criterios profesionales que tienen mucha fuerza.”
Hace una pausa y trae a la memoria a Vilma Espín, su madre, considerada heroína por su participación en la lucha revolucionaria que encabezó Fidel Castro. “Yo recuerdo a mi mamá”, dice con voz pausada, en una batalla permanente por este tema de las personas transexuales.
No menciona el nombre de su padre, el presidente Raúl Castro Ruz, pero aclara que la “dirección del país” respeta su trabajo; de otra manera, subraya, “no iría de acuerdo a sus principios históricos”.
Durante toda la entrevista Mariela Castro Espín pretende convencer de que su trabajo no está subordinado al ser hija del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la isla.
Hace ademanes con la mano y habla fuerte:
“Por lo tanto, nosotros en el diálogo con las diferentes instituciones del Estado, el gobierno y el partido (Comunista de Cuba) hemos estado demostrando la historia que ha tenido la educación sexual, argumentándoles la importancia de que se establezcan políticas explícitas al respecto.
“Ha habido comprensión, ha habido aceptación de estos planteamientos; lo único que nos plantean es que lo hagamos cuidadosamente para no herir a otras personas, para no herir a las iglesias, para no herir a la personas heterosexuales, quienes no comprenden todavía la necesidad de convivir entre diferentes orientaciones sexuales.
“Eso nos han pedido: de no lastimar a otras personas y que logremos educar para que la gente misma acepte que debemos hacerlo.”
Mariela recuerda que su interés por la defensa de los derechos de las personas transgénero nació primero al conocer el trabajo de su madre al respecto. Después, dice, “escuchaba que las marchas gay en varios países no lograban cambios sustanciales en las leyes de cada nación.”
Había escuchado –continúa– muchas críticas a la marcha del orgullo gay; entonces muchas insatisfacciones de personas que participaban en esas marchas.
“La crítica era que no lograban cambios en las leyes, en las políticas de sus países; no lograban cambios favorables para sus derechos. Es decir, que las marchas del orgullo gay no habían sido en ese sentido muy favorables.”
Eso llamó la atención de Mariela Castro. Las insatisfacciones y conocer el dolor de los transexuales la orillaron a optar, desde 2004, por defender sus derechos.
Decidió participar en la búsqueda de soluciones para las personas transexuales. Se convenció de que la educación sexual era una de las estrategias a seguir; la otra era hacer pública la existencia de hombres y mujeres insatisfechos con sus cuerpos.
Se propuso en 2007 celebrar por primera vez el Día contra la Homofobia y liderar la primera marcha gay. Se enfrentó entonces a su primer obstáculo: su familia y amigos. Muchos de ellos, “como la mayoría de la sociedad cubana”, interpretan las marchas gays como exhibicionistas, agresivas, incómodas, irrespetuosas.
“Hay muchos calificativos peyorativos de las marchas gays en una sociedad heterosexista”, asegura tajante.
Una de sus metas, añade, es borrar de la mente de la sociedad cubana que los transexuales son personas enfermas, que necesitan un psiquiatra, como les enseñaron en otros tiempos.
“El trabajo que estamos haciendo es crear varios espacios educativos, varios espacios a través del arte, el cine y otros escenarios artísticos con el objetivo de lograr cambios culturales, cambios en nuestra mentalidad.”
La marcha gay fue el principio de una larga historia de críticas por su persistencia en la defensa de los transexuales. La siguiente etapa fue cuando lograron, a mediados del año 2008, que el Ministerio de Salud Pública emitiera la Ley para el Cambio de Genitales.
Según su percepción, los transexuales han tenido que esperar mucho tiempo. En junio del año pasado el movimiento que encabeza Castro Espín logró que el ministro de Salud Pública, José Ramón Balaguer, firmara la resolución 126 de ese ministerio.
Dicha resolución es la base para la creación de una unidad asistencial especializada en la transexualidad y aprueba la realización gratuita en el sistema de salud cubano de las operaciones de reasignación sexual, más conocidas como de cambio de sexo.
Desde la década de los setenta se presentaron al Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, que encabezaba la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), las primeras personas solicitando ayuda para cambiar sus genitales.
En una investigación acerca de la atención integral a transexuales en Cuba y su inclusión en las políticas sociales Castro Espín recuerda que JR (sólo se le conoce por sus iniciales), nacido en Calimete, provincia de Matanzas, fue el primer caso cubano que solicitó atención institucional, dando lugar a la creación de una comisión multidisciplinaria para la atención a estas personas.
“Al llegar a nuestra institución ya le habían extirpado el útero, por razones que no hemos podido precisar, y las mamas, por las ulceraciones provocadas tras los intentos permanentes de ocultarlas”, explica, y señala que JR era un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer.
En 1979 fueron acatados en Cuba los procedimientos establecidos en consensos internacionales para el cambio de genitales. En 1988 se hizo la primera cirugía, la reasignación sexual satisfactoria.
Esta señora, recuerda la directora del Centro Nacional de Educación Sexual, está muy bien. “La falta de un trabajo educativo profundo con la sociedad cubana canceló la posibilidad de que se continuara con las operaciones. Hoy es una realidad”, reconoce.
Se muestra satisfecha porque Cuba se ha puesto a la vanguardia al aceptar el gobierno incluir la reasignación sexual como una política pública gratuita. En menos de un año (agosto de 2008 a mayo de 2009) se ha realizado seis operaciones de reasignación de sexo de las 19 autorizadas por especialistas.
La larga marcha en el Parlamento cubano
Por segundo año consecutivo, Mariela Castro lanzó en mayo pasado una campaña nacional contra la homofobia, la cual busca concienciar a la sociedad cubana y lograr que la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) acepte las dos propuestas de reformas de ley que permitan normar la atención integral a personas transexuales.
La hija del presidente cubano considera que la tutela constitucional, como expresión política del Estado, es un referente insustituible para validar el trabajo que, desde las ciencias, se realiza en el país por visualizar la discriminación y la exclusión social de los heterosexuales.
“La falta de regulación constitucional y legal del derecho a la libre orientación sexual es una condicionante que limita la existencia de una tutela efectiva del derecho a la libertad individual, al libre desarrollo de la personalidad y al derecho a la salud sexual”, puntualiza.
Otra de las propuestas presentadas desde 2007 al Parlamento cubano es el decreto de Ley de Identidad de Género, el cual abarca todos los aspectos reconocidos como necesidades fundamentales en el respeto a la dignidad plena de las personas transexuales.
Incluye la posibilidad de realizar el cambio de identidad, aun en las circunstancias en que no se realice la cirugía de adecuación genital.
Y la segunda es una revisión y reelaboración del Código de Familia aprobado en 1975, que contempla aspectos relacionados con la protección y el bienestar de las personas a partir de sus derechos humanos básicos y de sus responsabilidades sociales: transexualidad, otras expresiones transgénero, la orientación sexual y otros elementos relacionados con la transformación actual de la familia.
La hija del presidente Raúl Castro está convencida de que por la importancia social y el alto contenido humanista de la Estrategia Nacional de Atención Integral a Personas Transexuales en Cuba es necesario que sea objeto de política social y quede reflejada en la legislación nacional.
¿Cuál ha sido la reacción de los legisladores?, se le pregunta.
“Es diversa. Hay quienes lo han rechazado totalmente y hay quienes lo han comprendido y aportan criterios.”
Por ello apela al legado martiano, expresado tantas veces por el ex mandatario (su tío) Fidel Castro, de conquistar toda la justicia para todos.
La homofobia, sus peores momentos
Para los cubanos los peores momentos de intolerancia para la comunidad gay se presentaron poco después del triunfo de la Revolución en 1959, con la integración de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), formadas para el trabajo en la agricultura.
Esos campamentos rurales fueron lugares de castigo, en los años sesenta, para jóvenes con el pelo largo considerados hippies, homosexuales, “desafectos a la revolución” y religiosos.
En los setenta se conoció al grupo Parámetros, que excluía a personas con inclinaciones sexuales diversas. En los primeros veinte años de la Revolución muchas veces los homosexuales fueron excluidos de las carreras universitarias o de puestos de dirección del Partido Comunista de Cuba.
En los ochenta la homosexualidad era considerada incompatible con los principios de la Revolución, pero el Estado cubano accedió en 1988 a practicar la primera y única experiencia quirúrgica de adecuación genital a una transexual.
La década de los noventa fue el comienzo de una reflexión acerca de la diversidad sexual. En 1993 la película Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, fue la primera en abordar públicamente el tema de la homofobia.
El año 2000 es conocido como la etapa de mayor tolerancia, cuando un grupo multidisciplinario en el Centro Nacional de Educación Sexual emprende su trabajo.
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