Ery Acuña (((Monitor Sur)))
Se trata sin duda de una de las aves más impresionantes del mundo, la segunda de mayor tamaño en todo el planeta y la más grande de México. El águila harpía es capaz de cazar monos o cabritos de hasta diez kilos de peso, a pleno vuelo.
Con las alas abiertas mide hasta dos metros de extensión. Y de altura, es decir, de la distancia que comprenden sus largas y filosas garras de siete centímetros a la cabeza, un metro. ¿Se imagina la oportunidad de tenerla enfrente, aunque sea tras una jaula? Pues ya no se puede. Desde hace muchos años ya no se le ha visto sobrevolar los cielos de Chiapas, y algunos ya la creen extinta.
Esta postal, es un trofeo a nuestra inconciencia humana. Es la única forma de ver a una águila harpía en Chiapas hoy en día, a través de un cristal, en una sala de museo del ZooMAT. La última águila en vida que tuvimos la fortuna de observar murió en 1995 a la edad de 42 años, implantando un récord mundial de longevidad.
Su nombre científico es harpya, y habitó Centro y Sudamérica, desde Veracruz hasta Brasil y Argentina, aunque hoy sólo se localiza en manchones del continente. Se ha observado que la presencia del ser humano no les infunde miedo.
Sólo llegan a tener una pareja en su vida y se reproducen una vez cada tres o cuatro años, de ahí su agravante de conservación. Su menú comprende a unas 17 especies, principalmente perezosos, aunque también gusta saborear monos y otras aves.
Desde hace ocho años, el ZooMAT está a la espera del donativo de algún zoológico para poderlo exhibir a sus visitantes. Qué necesidad. Así nos cobra la naturaleza el daño que le hemos causado. (MS)
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