Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- El fenómeno del ciberacoso se ha manifestado como una problemática compleja que afecta a la población de maneras tan sutiles pero efectivas, que las consecuencias han hecho necesario iniciar un debate para encontrar formas de enfrentarlo.
En un proyecto conjunto entre El Colegio de San Luis (Colsan) y la Federación Mexicana de Universitarias (Femu), se ha planteado la necesidad de reconsiderar el fenómeno en esta entidad y país, que ocupa el primer lugar a nivel mundial en casos de ciberacoso, según comenta en entrevista la doctora en ciencias sociales Oresta López Pérez.
“Estamos frente a la mundialización de nuevos delitos que irrumpen en la vida cotidiana y trastocan un conjunto de prácticas privadas que se hacen públicas. Algo similar pasó cuando se difundió la prensa en el siglo XIX, en donde todo se ponía en los periódicos y había una gran pasión por publicar. Se veía con mucho peligro a la prensa”, afirma la investigadora del Colsan.
Para la doctora Gloria Serrato Sánchez, investigadora y comunicóloga que colabora desde la Fiscalía General del Estado de la Procuraduría General de Justicia (FGE-PGJ), el ciberacoso no es más que la adaptación “cibernética” de un delito que se hace de manera presencial.
“El ciberacoso es como el acoso que se hacía de forma personal, que es una persona que intimida, molesta, incomoda o ridiculiza a otra persona, solo que ahora es realizado a través de medios interpuestos como las redes sociales o los mensajes por Internet, con el objetivo de intimidar, estigmatizar, etiquetar, amenazar, violentar, herir. Y no siempre es violento. A veces se da cuando se rompen las relaciones sentimentales, iniciando el chantaje con la información que se compartió durante la relación”, comenta en entrevista.
Para la investigadora, el uso de las redes sociales se convierte en un nuevo escenario en el que las afectaciones a la dignidad permiten la delimitación del ciberacoso como un delito, en el que las personas son violentadas por medio de los comentarios o la difusión de información que pone a las personas en condición de vulnerabilidad o de riesgo, lo cual permite el fomento de otros delitos como la trata de personas.
“Por ejemplo, he observado cómo en el tema de las personas desaparecidas, cuando se ponen fotos en redes sociales para localizar a la persona, mucha gente es hiriente en sus comentarios hacia estas, banalizando su búsqueda, cuando de lo que se trata es de buscarla y encontrarla, evitando la victimización”.
Para la doctora Oresta López, el fenómeno se ha convertido, desde su análisis, en una situación problemática comparable con lo que fue la prensa en sus inicios, que se pensaba destruiría familias completas y trastocaría los valores morales de la sociedad de su tiempo, en donde la estigmatización, la ridiculización, la discriminación y el escándalo eran algo en lo que incluso la Iglesia Católica llegó a participar.
“Sin embargo, los diferentes grupos y formas de pensar encuentran medios para expresarse, pero lo nuevo es que estas herramientas (redes sociales y nuevas tecnologías) las manejan mejor los más jóvenes, y también estamos frente a una sexualidad más explícita, que empieza a expresarse cada vez más temprano, y eso se ve en la sociedad”.
Como ocurrió con la prensa del siglo XIX, la investigadora nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) opina que los mecanismos de autorregulación de estos fenómenos aparecen tarde o temprano, sobre todo porque son las poblaciones jóvenes quienes se ven mayormente afectadas por el problema del ciberacoso.
Sin embargo, no existen aún mecanismos apropiados para atacar estos delitos, a pesar de que existen muchas peticiones de asesorías ante la Fiscalía General del Estado por parte de personas que se encuentran vulneradas o que sienten su integridad en riesgo dado este tipo de casos que se registran en redes como Facebook, Instagram o Twitter, tal como comenta la doctora Gloria Serrato.
“Las personas se han vuelto figuras públicas a través de las redes, y no nos sensibilizamos sobre lo que se publica y comenta. Y en esos comentarios es donde se comienza a estigmatizar y criticar”.
Para la investigadora Oresta López, el problema también es de aprendizaje y enseñanza, puesto que para ella nos encontramos en una situación de aprendizaje social para usar las nuevas tecnologías en ámbitos públicos y privados. Aunque la situación de que ocupemos el primer lugar a nivel mundial en ciberacoso no deja de ser alarmante.
Para ella, hace falta una mayor y mejor regulación contra delitos que “atentan, difaman y destruyen el honor de personas, o en los adolescentes, cuya imagen al verse afectada, se generan conflictos que desestabilizan a alguien que no esté preparado para ello. Hay chicos que se han suicidado por efectos de difamación y humillación en las redes sociales, por ejemplo”.
Sin embargo, hay acciones que se emprenden al respecto como en la colaboración multidisciplinaria que ambas investigadoras encarnan junto con la maestra Martha Patricia Rivera, quien también colabora desde su visión estadística del problema en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Estado (SCT).
“Creo mucho en la acción de la sociedad civil. Lo que sí avanza rápidamente en muchos problemas son las asociaciones de jóvenes que manejan estas herramientas. Han venido desde la alternatividad de nuevas formas de incidir en las redes sociales para usarlas en búsqueda de la justicia, y yo creo mucho en eso: en la posibilidad y el potencial de esta sociedad civil joven con visión a futuro que quiere que las redes sociales tengan un impacto positivo en la sociedad”, declara Oresta López.
Para Gloria Serrato, también se trata de tomar conciencia de la nueva forma en que nos desenvolvemos en redes sociales o sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp y Messenger, en donde el aprendizaje de las nuevas tecnologías juega un papel crucial en el combate a este nuevo problema.
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