Cientos de mercenarios rusos pertenecientes al Grupo Wagner han aterrizado en Bamako, capital de Mali, a medida que se debilitan las alianzas de esta nación africana con Occidente. “Visten uniforme militar sin bandera y portan rifles de asalto Kalashnikov”, dice un reportaje de The Washington Post.
Las misiones de estos paramilitares, que en estos momentos custodian el palacio presidencial y rastrean cualquier signo de oposición, se desarrollan mientras aumenta el apoyo popular al gobierno de Rusia en Bamako.
En la ciudad ya se pueden presenciar manifestaciones de grupos que ondean banderas rusas y fotos de Vladímir Putin, con carteles de “Amo a Wagner” y “Gracias Wagner”. El Grupo Wagner es una organización de seguridad rusa objeto de sanciones de Estados Unidos que ha sido ampliamente acusada de crímenes de guerra.
Según un informe del Times del 28 de febrero, cuatro días después del inicio de la invasión, más de 400 mercenarios pertenecientes al Grupo Wagner fueron enviados a Kiev para asesinar a Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania.
Durante años, Ucrania ha acusado a la organización militar privada, que parece tener estrechos vínculos con el Kremlin, de luchar en Luhansk y Donetsk, las partes prorrusas en disputa al este del país.
Estos mercenarios, que también han luchado tanto en el norte como en el África subsahariana, han sido acusados de tortura, violación y ejecuciones extrajudiciales.
“Es casi seguro que el estado ruso mantiene amplios vínculos con PMCs (empresas militares privadas) rusas, a pesar de las repetidas negativas”, dijo.
El propio Ministerio de Defensa del Reino Unido alertó en declaraciones recientes que Putin “probablemente está desplegando” militares privados para reforzar el ataque de sus soldados en Ucrania.
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