Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Desde mediados del siglo XIX, los grupos étnicos que habitaban Baja California Sur desaparecieron, a la par de la consolidación de los grupos culturales europeos, a través de las misiones jesuitas, pueblos y rancherías asentadas en los distintos paisajes del territorio peninsular, según diversos testimonios de misioneros, autoridades, exploradores y aventureros de la época.
La destrucción de los grupos étnicos y sus culturas en el proceso de aculturación fue tal que hoy en día estas identidades indígenas se consideran extintas.
Los grupos indígenas —cazadores recolectores— que se distribuían en el sur de la península de Baja California se agrupaban en tres grandes afinidades: guaycuras, cochimíes y pericúes.
La doctora Rosa Elba Rodríguez Tomp, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), especialista en la materia, distingue vínculos entre los antiguos californios y los pobladores actuales de Baja California Sur, a través de cómo entendemos el concepto de territorio.
“A veces no reconocemos nuestro vínculo con los cazadores recolectores, porque nos parecen culturas ajenas o diferentes a como somos nosotros hoy en día, pero en realidad los cazadores recolectores forman un vínculo importante con el territorio, igual que nosotros”, apuntó Rodríguez Tomp.
“Nosotros nos hemos alejado del concepto de la relación con el territorio, es decir, el poco apego o arrogancia que asumimos en la relación con nuestro territorio. Al afrontar los huracanes, la escasez de agua y sequías extremas, nos damos cuenta perfectamente que no estamos alejados; al conocer la vida de los cazadores recolectores, nosotros regresamos a esa relación cultural con el territorio”, continuó.
Para los antiguos californios, el territorio era fundamental para su sobrevivencia, hasta relacionarlo con sus dioses a través de expresiones de carácter espiritual.
Eran cazadores recolectores, es decir, no cultivaban la tierra y practicaban un nomadismo organizado, con base en la necesidad de visitar distintos lugares con fuentes importantes de alimento y de significado, que les permitía una comunicación con los espíritus. Una característica de su religión.
“Tenían territorios de recorrido y una organización flexible, es decir, los grupos se unían en épocas de abundancia, por ejemplo, la temporada de la cosecha de la pitahaya, que era la época de la abundancia, de las grandes fiestas, de lo que los misioneros decían que era el desorden sexual, porque había comida y las bandas se juntaban por lazos de parentesco. Eran completamente funcionales; cuando había sequías, las bandas se hacían pequeños grupos en torno al agua, que era el recurso vital, y había amistades y enemistades, de acuerdo con las características del territorio”, detalló Rodríguez Tomp.
La extinción cultural de los grupos étnicos de Baja California Sur se consumó por el contacto con enfermedades que trajeron los exploradores europeos, que eran altamente agresivas para los originarios de la región. Asimismo, el señalamiento, rechazo y persecución de los miembros de la cultura hispánica, que marginaron a los grupos étnicos hasta el rechazo de sus propias culturas.
“En el norte de la península de California —Baja California—, se conservan reductos de poblaciones de antiguos californios que han fomentado el orgullo de decir ‘soy indígena originario de esta tierra’. Por lo tanto, la historia de los antiguos habitantes de esta península todavía no se acaba; aunque las misiones del sur de la península reportan no tener indígenas desde mediados del siglo XIX”.
Un espacio para el resguardo del patrimonio histórico y cultural
El Museo Regional de Antropología e Historia de Baja California Sur es un espacio dedicado a salvaguardar el patrimonio cultural de los antiguos grupos étnicos de Baja California Sur, que tiene relevancia en la conformación de la identidad regional, entre otros procesos históricos de la región.
El director del museo, Jesús Alejandro Zúñiga de la Toba, mencionó que en los últimos seis años han renovado las exposiciones y montajes museográficos, logrando un espacio más atractivo, lúdico, de fácil comprensión y representativo de los procesos históricos más relevantes del estado.
“Durante dos años trabajamos en la elaboración de guiones nuevos, que explicaran los procesos con diferentes voces y plumas de investigadores, para que generaran una nueva visión y narrativa de la historia regional. A partir de ahí, poder generar montajes museográficos más atractivos y lúdicos, muy representativos de los procesos, que dignifican los espacios del museo, creo que hemos logrado casi concluir estos procesos”, afirmó Zúñiga de la Toba.
El museo fue fundado en marzo de 1981 y está ubicado en la zona centro de la ciudad de La Paz.
Cuenta con una colección de más de 30 mil piezas, de las que exhibe alrededor de 15 por ciento; un valioso acervo de fósiles que permite entender la diversidad natural de la península californiana desde hace 60 millones de años; objetos arqueológicos que dan cuenta de la presencia de los primeros habitantes, que en el caso de Isla Espíritu Santo —por ejemplo— tienen una datación aproximada de 40 mil años, entre otros.
Los montajes museográficos incluyen piedras con inscripciones, fotografías de pinturas rupestres, libros de las misiones, artesanías regionales, detalles sobre el buceo de perlas y formas de extracción de oro y cobre, así como armas y objetos de la época en que los sudcalifornianos defendieron su tierra de invasiones extranjeras.
“Tenemos una sala introductoria, una sala de arqueología, una sala de arte o pintura rupestre, una sala de misiones; los primeros contactos y pueblos civiles, es decir, el inicio de la historia colonial y misional de Baja California Sur”, mencionó Zúñiga de la Toba.
El museo también cuenta con una sala de exposiciones temporales, biblioteca y librería abierta al público.
“También tenemos una sala con los procesos más recientes que conformaron la identidad regional, que es el proceso de la independencia, cómo se vivió en Baja California y qué pasaba con este territorio, el porfiriato, la Revolución Mexicana y el siglo XX, que lo llevamos en tres movimientos muy importantes en Sudcalifornia: Loreto 70, un movimiento social que buscaba un gobernante oriundo que no fuera militar, el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS), un movimiento que era una continuidad de este, con sus propias particularidades, hasta la Constitución de Baja California Sur y la conversión de territorio a estado, el más reciente del país”, comentó Zúñiga de la Toba.
El museo además pone a disposición de ciudadanos, módulos de salas para que expongan procesos artesanales y saberes tradicionales, como la pesca y buceo tradicional, así como actividades realizadas en las labores del rancho sudcaliforniano que, en muchos de los casos, han sido transmitidas de generación en generación, fomentando un espacio interactivo y dinámico entre los ciudadanos.
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