• Una joven, que tuvo que abandonar sus sueños de estudiar en esa escuela, narró la violencia y el maltrato que sufren las y los alumnos de nuevo ingreso
Tuxtla Gutiérrez.- Una joven estudiante de la Escuela Normal Rural Mactumatzá, procedente de uno de los municipios del estado de Chiapas, tuvo que interrumpir sus sueños de estudiar la carrera para ser maestra, luego de vivir un episodio traumatizante al ingresar a este plantel educativo.
De acuerdo con Sofía, como será nombrada para cuidar su integridad, desde el primer día, un lunes al medio día, aproximadamente 100 jóvenes de nuevo ingreso fueron agrupados en un salón por estudiantes de grados más avanzados, quienes, sin la supervisión de ningún maestro o del director, los pusieron a realizar actividades físicas, como danza, para después llevarlos a ver los cultivos, y más tarde, darles de cenar sólo arroz.
Al siguiente día y como parte de una especie de pre novatada, cuenta Sofía, los despertaron a las cinco de la mañana para llevarlos nuevamente a los cultivos a fin de que limpiaran las milpas y quitaran el monte con las manos; al finalizar, aproximadamente a las ocho de la mañana, les dieron de desayunar solo galletas con horchata para después ponerles películas en contra del gobierno y sobre los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.
Acto seguido, señala, los llevaron nuevamente al comedor en donde les dieron solamente una reducida porción de arroz, agua y tortillas; posteriormente fueron a la cancha deportiva donde les ordenaron a gritar consignas en contra del gobierno, una y otra vez, hasta que salieran como ellos querían; todo ello bajo la amenaza de tenerlos ahí gritando el tiempo que fuera necesario. Esto produjo que tanto a Sofía como a otros de sus compañeros les sangrara la garganta, sin que en algún momento fueran revisados por un médico; los estudiantes les dijeron que era algo normal por no gritar bien.
Tras este desgaste físico, los volvieron a llevar al comedor para darles galletas con agua como cena y despertarlos nuevamente a las cinco de la mañana del siguiente día. El tormento para Sofía duró desde el día martes hasta jueves, cuando el desgaste emocional y físico fue tal que la llevó a tomar la decisión de abandonar el plantel.
Recuerda Sofía que cuando los llevaban a ver las proyecciones, algunos compañeros se quedaban dormidos debido al cansancio, por lo cual, les regresaban la película una y otra vez. “La presión y las sanciones fueron aumentando conforme pasaban los días, hubo un día en que nos dormimos a las dos de la mañana y a la cinco nos despertaron para iniciar de nueva cuenta”.
También sufrieron intimidación, pues les llegaron a restringir la comunicación con sus amigos y familiares, ya que les quitaban los teléfonos y les eran entregados al finalizar sus labores; las pláticas o mensajes eran vigilados en todo momento, por lo que Sofía tuvo que pedir permiso de ir al baño para poder, a escondidas, contarles a sus padres lo que estaba ocurriendo en ese lugar. Preocupados, pidieron a unos tíos que viven en la ciudad capital que fueran a sacarla de ahí.
Cuando los familiares de Sofía llegaron por ella, se acercó uno de los estudiantes a decirle que todo había sido un malentendido y que las cosas iban a cambiar, pero ella sabía que todo se pondría cada vez peor, mientras que otro de los jóvenes le decía que no estaba enterado de lo ocurrido, y que no se saliera, que todo mejoraría.
“Es un desgaste físico y emocional el que te hacen vivir ahí, nos traumamos con los gritos, los trabajos forzados, la mala alimentación y de tanto ver escenas violentas en los videos que nos proyectaban, en algunos de esos videos para ponernos incluso en contra del gobierno. De hecho nos dijeron que el día lunes habría un enfrentamiento y como primera academia, teníamos que ir enfrente y encabezar nosotros la marcha y que si no se les hacía caso, ellos estaban dispuestos a todo con tal de que les hicieramos caso. Muchas compañeras solo lloraban, pero el miedo hacía que no dijeran nada.”
Tras este episodio, Sofía hoy se encuentra fuera de esta escuela a la que ingresó con muchas ilusiones y expectativas pero en la que sólo encontró violencia y maltrato, y aunque hoy ya se está fuera de ello, se encuentra muy preocupada por sus compañeras y compañeros que siguen ahí, quienes por miedo y necesidad de estudiar su carrera, se verán forzados a soportar todo eso y quién sabe que cosas más, pues próximamente será la famosa novatada oficial.
“Creo que no es necesario que nosotros suframos tanto, quizás sí por estar lejos de nuestros amigos y familiares, pero no por comida, ni por el maltrato físico y emocional, eso no está bien. A veces se me vienen a la cabeza las imágenes, como una especie de trauma, hay muchos que tienen miedo por eso siguen ahí y sin decir nada”.
Sofía espera lograr un cambio de escuela para seguir con lo que tanto ha soñado, que es trabajar por la educación de las niñas, niños y jóvenes, sin embargo lo que vivió ahí adentro con sus compañeros fue algo totalmente distinto, ya que, más que prepararlos para ser una nueva generación de maestras y maestros, le dio la impresión de que la intención es formar delincuentes que, sin justificación alguna, realicen acciones violentas para exigir al gobierno cosas que pueden conseguir mediante el dialogo y el respeto.
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