►Los Alcará, han impuesto reino de terror
►Robos, asaltos, secuestros, homicidios, en su carrera criminal
►Alcaldesa los protege; diputada hace caso omiso a denuncias
►Asesinato de ciudadano, desata ira generalizada
Angel Mario Ksheratto/ ksheratto@gmail.com
A don Baloy Jiménez López, sus asesinos no le dieron tiempo siquiera a bajar del camión de volteo en el que se trasladó para tratar de ayudar a su hijo, a quien dos reconocidos criminales del pueblo, habían disparado sin motivo alguno. Las balas perforaron su cráneo de tal suerte que la sangre se esparció por toda la cabina. Su mano izquierda quedó sujeta a la manija de la portezuela y la derecha, sobre la palanca del freno de manos. A unos metros de la báscula comunitaria, Richard Jiménez Reyes, su hijo, se debatía entre la vida y la muerte; le habían acertado un balazo en el pecho y dado un rozón de bala en la frente.
Los testigos aseguran que los hermanos Billi y Daniel Alcará, los homicidas, salieron de la comunidad “El Rosario”, en estado de ebriedad; vieron a su potencial víctima a quien insultaron y retaron a golpes. Como muchos otros en Copainalá, sabía que los hombres que le imprecaban, nunca atacaban a sus oponentes de no ser con machete, cuchillo o pistola. Decidió no hacer caso por un rato y cuando volteó hacia los criminales, éstos desenfundaron sus armas de fuego y le dispararon.
A la familia Alcará, todos le temen en la región de Los Mezcalapa. A ellos atribuyen decenas de robos de ganado, asaltos, homicidios, violaciones y secuestros. Conforman la banda, hermanos, primos, sobrinos y tíos, incluyendo a algunas mujeres. A Daniel, Billi, Fernando Alcará Vázquez, Warne López Alcará y Grahain Alcará Marín, atribuyen el liderazgo del impune grupo criminal.
“No se metan en problemas”
La lista de crímenes perpetrados por esa familia, es larga, como extensos son los relatos de cómo, han sido capturados y liberados en cuestión de horas e incluso, de minutos.
—Dicen que se dedican a la compra y venta de ganado, pero la verdad es que lo roban —cuenta un ganadero de Malpaso—. A mi rancho llegaron con la intención de comprar unos novillos —agregó—; se llevaron tres. Me dijeron que fuera mi hijo con ellos para recoger el dinero y se hizo acompañar de un peón; no aparecieron sino hasta el cuarto día, tirados cerca de mi rancho, golpeados y sin el dinero… Los habían asaltado unos encapuchados. Después descubrimos que habían sido ellos mismos los que los asaltaron, afirma.
Aunque pusieron una denuncia ante el Ministerio Público, éste no hizo nada para detenerlos, pese a que habían reconocido algunos objetos que los Alcará habían robado de la camioneta donde viajaban las víctimas.
En los tramos carreteros entre Tecpatán y Copainalá y de Copainalá hacia Raudales Malpaso, es común encontrar retenes; no es ni por asomo, la policía. Son los Alcará, quienes asaltan con absoluta libertad a los viajeros. Un transportista local asegura que al principio, la banda operaba con el rostro cubierto, pero conforme pasó el tiempo, lo hacen descubiertos y a plena luz del día. “Ya sabes quienes somos y si abres el pico, te vamos a buscar”, dice que suelen advertir a las víctimas.
A quienes poco pueden robar, destruyen los vidrios de sus autos e incluso, les han quitado las llantas y otros objetos de valor, refieren otros testigos de la ola de terror que dicha familia ha sembrado por toda esa región. En las comunidades “El Rosario” y “Guadalupe”, los casos de violaciones contra jovencitas, principalmente estudiantes, se cuentan por docenas.
Entre las evidencias está el de una chica de 16 años que estuvo secuestrada tres semanas en una casa abandonada cerca de Copainalá; durante todo ese tiempo fue violada por miembros de ésa banda. Poco tiempo después de ser liberada, empezó a sentir mareos. Al acudir al médico, le confirmó que estaba embarazada. Esa misma tarde, la muchacha se ahorcó dentro de su casa.
Cuando la familia de la chica interpuso demanda formal ante el MP, el titular de la mesa regional se limitó a contestar: “Mejor no se metan en problemas… Ni me metan a mí en broncas. Si los detengo, pongo en peligro a su familia y yo, corro el riesgo que me maten, porque ésos son muy vengativos. No le busquen mejor; resígnense”.
La protección de la alcaldesa
Los de la banda operan en completa libertad y con absoluto dominio de todo. Desde que asumió la presidencia municipal Ana Isabel Bonifaz Salas, su poderío creció de manera desmesurada; sus crímenes aumentaron debido a la protección que la alcaldesa les ha otorgado. De hecho, fue cuando dejaron de usar capuchas para cometer asaltos, robos, secuestros y otros delitos con extrema violencia. El marido de la presidenta municipal, Rodolfo Elí Martínez Morales, fue quien los contrató como sicarios desde la campaña electoral y como “guardaespaldas” de la familia gobernante, una vez que ganaron las elecciones.
En el periodo electoral los Alcará, asesinaron a un simpatizante del PRI y provocaron diversos enfrentamientos con militantes de otros partidos políticos, siempre con saldos violentos. Conformaron un grupo de choque que coaccionó el voto a favor del PVEM, partido al que pertenece la alcaldesa, bajo amenazas, golpes y ataques a las propiedades de los adversarios.
Ya en el poder municipal Bonifaz Salas, favoreció a muchos de los miembros de la banda, quienes entraron al servicio público, aunque en realidad, según consta en documentos oficiales y gráficas, solo llegan a cobrar sueldos de hasta ocho mil pesos quincenales, sin hacer nada.
Aunque la alcaldesa niega tener relación con la banda de los Alcará e incluso ha dicho no conocerles, su hermana Karina Bonifaz Salas le desmiente categóricamente: es concubina de Daniel Alcará, señalado de haber disparado a Baloy Jiménez y a su hijo Richard. La relación entre la hermana de la funcionaria, empezó cuando en un enfrentamiento armado con un grupo de opositores al gobierno municipal, el ahora prófugo de la justicia, resultó herido y ella le trasladaba casi a diario a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez a las consultas médicas, por órdenes de la edil.
Como parte de un arreglo intrafamiliar, Ana Isabel impuso como directora del área de Prevención del Delito a la anterior esposa de Daniel, en una maniobra para que la ex esposa, no interfiriese en la relación sentimental de su hermana con el delincuente.
Tanto Billi como Daniel Alcará, reciben recursos públicos, aunque no aparecen formalmente en el nómina; la esposa del primero, cobra como “enfermera” asignada a la comunidad “El Rosario”, a pesar que no se presenta a laborar, según fuentes cercanas a la alcaldesa. La relación de ésta última con el grupo criminal, es intensa, cercana y de protección, cuando no de promoción de delitos diversos.
Diputada ¿cómplice?
Hace dos meses, Billi y Daniel, intentaron asesinar a una familia en el municipio de Mezcalapa; la policía Municipal los detuvo y los presentó ante el Ministerio Público. Fue Karina Bonifaz Salas quien personalmente llegó a liberarlos, sin cargo alguno; minutos antes, la alcaldesa había amenazado al MP vía telefónica. Según fuentes confiables, habría dicho al personal de la AMP que de no liberarlos, se quejaría con el Procurador, a quien pediría su destitución.
En Marzo del año pasado, integrantes de esa banda, realizaron varios asaltos violentos en Tecpatán; los vecinos se organizaron y detuvieron a cuatro (Fernando, Grahian, Warner y Billi) y los entregaron al Ministerio Público de Raudales Malpaso. Horas después fueron liberados, tras una llamada de Ana Isabel y la diputada de esa región Patricia Conde, ante quien diversos grupos sociales de Copainalá, han presentado evidencias de distintas anomalías de la alcaldesa y se ha negado a intervenir.
Hay versiones de vecinos de “El Rosario”, donde radican los Alcará, que la diputada en cuestión, suele visitarlos regularmente e incluso, le sirven de guaruras en los recorridos que realiza por la región. La relación entre la diputada Conde con la alcaldesa Ana Isabel, es cercana. Tan cercana, que la legisladora no ha dudado en recomendar a Rodolfo Martínez Morales, esposo de la jefa edil con otros alcaldes de la región para contratar sus servicios como contratista de obra y constructor de obra pública.
De tal magnitud es el poderío y la impunidad de los Alcará, que en algunos municipios, el Mando Único ha tenido que renunciar ante la impotencia de no poder someterlos. “Ellos siempre van armados con metralletas y nosotros cuando mucho, con pistolitas oxidadas”, dice un ex mando que solicitó el anonimato. Ello quedó confirmado la noche en que una turba de vecinos cansados de los abusos e impunidad, quemaron la presidencia municipal y la casa de la edil.
Un testigo relató que cuando los policías municipales llegaron al lugar del crimen, los Alcará seguían ahí. “Los policías se escondieron en una casa porque el Daniel y el Billi, seguían con la pistola en la mano y ellos solo llevaban toletes y una navaja”, dijo. Otro afirmó que la orden de no tener una policía armada, provino del esposo de Ana Isabel, a quien constantemente ven acompañado de alguno de los miembros de la multicitada banda criminal.
Despojos y malos manejos
La relación de los Alcará con la familia de la alcaldesa, es de hace muchos años. Cuando Rodolfo Martínez Morales, fungió como alcalde, los utilizó para despojar a varios residentes de ese pueblo de terrenos y propiedades. Aquí en Copainalá, todos recuerdan el día que Martínez Morales, bajo engaños, llevó a Carmelino Vázquez a su propio terreno del cual habría de despojarlo a fuerza de tortura física y psicológica. Los testimonios de ese aterrorizante episodio, son perturbadores. Apoyado por Elpidio Alcará, otro prominente miembro de la banda mencionada, golpeó brutalmente a Vázquez y a dos de sus hijos.
A uno de ellos, la turba que acompañaba al alcalde, le puso una soga al cuello y lo colgaron de un árbol, hasta que firmó la cesión del terreno que presumiblemente, serviría para fundar una colonia que hasta el día de hoy, no existe.
Según reporta el blog “Periodismo en Chiapas”, por esa acción del entonces alcalde y esposo de la actual alcaldesa de ese municipio, se levantó la Averiguación Previa 73/CAJ/C9/2008, misma que no prosperó debido a la intervención a favor del alcalde del entonces subsecretario de gobierno de esa zona, el perredista Ismael Brito Mazariegos. Al final, llegaron a un acuerdo “armonioso” mediante el cual. Martínez Morales se comprometía a pagar los daños, empero hasta el día de hoy, lo único que ha recibido son amenazas de muerte, lanzadas por la banda de los Alcará.
En contubernio con funcionarios estatales, la alcaldesa Bonifaz Salas y su marido, Rodolfo Elí, han recurrido a prestanombres para auto adjudicarse obras dentro del municipio. A la diputada Patricia Conde, le han notificado puntual e insistentemente sobre el asunto, pero ha hecho caso omiso. El Órgano de Fiscalización Superior del Estado, la Comisión de Hacienda del Congreso del Estado, la Procuraduría de Justicia, la Secretaría de Gobierno y otras instancias, también tienen pleno conocimiento de los hechos delictivos y tampoco han, por lo menos, iniciado una investigación exhaustiva para castigar a los responsables de abusos, excesos y crímenes.
Hombre querido
Al entierro de don Baloy Jiménez López, llegaron cientos de personas. Fue un hombre querido y respetado; era uno que no se metía con nadie. De miércoles a martes, se levantaba temprano para abordar su camión de volteo e ir a trabajar a donde se le requería. Los miércoles, mataba un marrano y hacía chicharrones que gran parte del pueblo consumía.
El día que lo mataron cobardemente, se sentó con sus hijos y les habló de sus planes a futuro: quería adquirir un nuevo camión. Ya no le dio tiempo. La impunidad, parece que será el signo distintivo de su trágica muerte.
Las autoridades judiciales tienen todos los elementos y la información precisa de donde se encuentran los asesinos y el resto de la banda. Incluso, hay copainaltecos que les han visto en Tecpatán, Malpaso, Tuxtla Gutiérrez y en el mismo Copainalá. “Andan como si nada malo hubieran hecho; hasta en el Congreso del Estado los han visto cuando acompañan a la alcaldesa que llega para a realizar algún trámite”, dice uno que fue testigo el día los Alcará, intentaron entrar a la casa de un ciudadano, en pleno centro del poblado, para asesinarlo. Su delito: haber pedido a Ana Isabel Bonifaz, mandar a cambiar las inservibles lámparas de luz del barrio.
La impresión es que las autoridades, o les tienen miedo, o son cómplices de éstos. Dos días después de asesinar a don Baloy, anduvieron en el municipio de Mezcalapa, bebiendo cerveza a sus anchas, mientras policías estatales y municipales, hacían rondines en la calle donde se encuentra el bar en el convivían.
A don Baloy le sobreviven dos hijos… A Copainalá, le sobrevive la corrupción, la impunidad y el desdén de las autoridades que protegen a una peligrosa banda criminal.
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