Artículo Único/ Por Ángel Mario Ksheratto/MonitorSur/Chiapas.- El récord de asesinatos ocurridos durante su mandato, es solo comparable con los crímenes de las dictaduras latinoamericanas de los años 60’s hasta finales de los 90’s; fueron acciones selectivas, lo que obliga a calificar sus crímenes como “exterminio de comunidades vulnerables”. Veinticinco homosexuales, decenas de líderes indígenas, cuatro periodistas, estudiantes, dirigentes de partidos opositores, sacerdotes… Todos, sin respuesta de la justicia hasta hoy.
Es, si se quiere, un saldo superficial que no refleja —ni por asomo— las dimensiones de una de las dictaduras más crueles que ha padecido Chiapas desde el siglo pasado hasta nuestros días.
José Patrocinio González Blanco-Garrido, como gustaba que le llamaran (el Garrido, se lo autoimpuso para “honrar” a Tomás Garrido Canabal, uno de los más sanguinarios persecutores de la Iglesia Católica desde el primer cuarto del siglo pasado hasta casi mediados de éste), nunca tuvo empacho en admitir sus abusos e incluso, presumirlos.
“Hay dos cosas que no tolero —dijo una vez en un acto público celebrado en San Cristóbal de las Casas, cuando recién había tomado protesta como gobernador—: las majaderías y las adulaciones”. Reclamarle su mal comportamiento, era para él, una majadería que se pagaba con sangre, pero también, se molestaba en extremo cuando le prodigaban elogios. Nada le embonaba, entonces.
Como anticlerical extremista, borró los nombres de los santos en los municipios, imponiendo nombres de caudillos del pasado negro de México. Solo con los de San Juan Chamula, no pudo… Y uno que otro municipio que preservó su nombre original.
El suyo, José Patrocinio, tampoco lo pudo cambiar por uno desligado del catolicismo; y a su hija, puso el nombre de pila de una santa de la iglesia, llamada Sor Patrocinio: Josefa. Josefa González Blanco Ortiz Mena, es la persona propuesta por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para la titularidad de la Secretaría del Medio Ambiente, nombramiento polémico en virtud de sus muy personales creencias agorero-mitológicas y su gusto por exhibir en la sala de su casa, trofeos de cacería y otras “fruslerías” que confirman su vocación por la aniquilación de la fauna.
La familia en el país de los Redimidos, no debe quedar exenta del elogio público, ése que tanto odió Patrocinio, cuando fungió como gobernador y que le obligó a imponer severos castigos a quienes osaron alabarle.
La tarde de éste lunes, el Congreso del Estado, en un acto de ruindad moral, ha pretendido sepultar el historial violento del exgobernador, imponiéndole la medalla “Miguel Álvarez del Toro”, en aparente reconocimiento a su “labor en favor del medio ambiente”, en un acto de redención al hombre que gobernó con mano dura a los chiapanecos y que no tuvo respeto por la vida humana.
Claramente, los empleados del Ejecutivo con sueldo de diputados, buscan, en el ocaso de su desatinada gestión, quedar bien con la hija de don Patrocinio, Josefa, a quien muchos consideran de las más cercanas al presidente electo, con quien también, los miembros de la triste legislatura, quieren congraciarse.
Quienes han determinado “honrar” de esa forma a quien no ha podido ni querido demostrar lo contrario de las acusaciones que le pesan, ignoran la historia o sencillamente, ignoran, dolosamente, el sufrimiento de los chiapanecos que fueron víctimas de la represión ejercida por José Patrocinio. Con ello, además, traicionan a miles de ciudadanos que tuvieron que huir del estado y otros miles que debieron enterrar a sus muertos, mientras los cuerpos de seguridad de esa dictadura, acechaban a la puerta de sus casas.
El gobernador en turno y los diputados, asestan un duro golpe a los chiapanecos y demuestran con ello, su desprecio absoluto a un pueblo que no olvida y exige justicia. Y todo, por quedar bien con el presidente electo y una de sus más influyentes colaboradoras. No debería extrañarnos. Estamos en los días en que todo delincuente, es perdonado y puesto en la administración pública. ¡Viva la impunidad!
Postdata: Quien se opuso a la entrega del galardón a don Patro, fue otro sátrapa, igual de corrupto, igual de represor y sanguinario: Pablo Abner Salazar. No hay ninguna diferencia entre uno y otro. El primero, casi exterminó a la comunidad lésbico-gay de Chiapas y el segundo, no ha sido castigado por la muerte de más de 30 niños de Comitán. Los dos reprimieron a sus opositores. Los persiguieron y encarcelaron. Los dos, atacaron ferozmente a la prensa crítica y la desterraron. Los dos tienen las manos manchadas de sangre. Los dos han sido criminales de lesa humanidad.
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