¿Cuántos ‘ninis’ hay en México?
Agencias, Ciudad de México.- Aún cuando su índice sigue estando en niveles muy altos y continúa superando el promedio de los países miembros de la OCDE, el más reciente reporte de educación de esta organización señala que el porcentaje de “ninis” en México, es decir los jóvenes entre 18 y 24 años que ni estudian ni trabajan, está a la baja e incluso ya es inferior a los registros prepandemia.
De acuerdo con el informe “Education at a Glance 2022″, que cada año publica la OCDE, el 21.7% de los jóvenes mexicanos en ese rango de edad no estudiaban ni trabajaban al momento en que se realizó la investigación, que según el organismo corresponde al primer semestre de 2021.
Este índice supera el 16,1% que promedian en conjunto los 38 países miembros, pero es el séptimo más alto después de Turquía (32.2 %), Colombia (31.5 %), Costa Rica (29.7 %), Italia (27.1 %), Chile (26.1 %) e Israel (22.1 %). Se destaca el comparativo con las economías latinoamericanas, ya que sumando a Brasil (35.9 %) y Argentina (24.1 %), el índice mexicano es uno de los más bajos en la región.
Sin embargo, revisando el reporte anterior difundido en 2021 (con cifras de 2020), se evidencia una disminución en la cantidad de “ninis” mexicanos, ya que en ese informe el índice era de 23,3%, que para ese momento era igualmente superior al promedio global de los miembros OCDE (15.1 %) y el tercero más alto tras Turquía (32.2 %) e Italia (24.8 %).
Incluso, en contraste con el reporte publicado cinco años atrás, en 2018 (con cifras de 2017), el registro de 2022 es inferior, aunque se mantiene estable (en aquel año fue de 22.1%).
Llegada al mercado laboral de las nuevas generaciones
Este indicador es clave pues está relacionado con la transición que realizan los jóvenes en la educación para el trabajo. En este panorama influyen varios factores, como las condiciones del mercado laboral, el entorno económico y el contexto cultural, señala la OCDE.
“En algunos países, los jóvenes las personas tradicionalmente completan la educación antes de buscar trabajo, mientras que en otros, la educación y el empleo son concurrente (…) Cuando las condiciones del mercado laboral son desfavorables, los jóvenes tienen un incentivo para permanecer en la educación por más tiempo, porque las altas tasas de desempleo reducen los costos de oportunidad de la educación y pueden desarrollar sus habilidades para cuando la situación mejore”, explica el organismo.
Y añade que para mejorar la transición de la educación al trabajo, independientemente del clima económico, los sistemas educativos deben tener como objetivo garantizar que las personas tengan las habilidades que necesita el mercado laboral. “La inversión pública en la educación puede ser una forma sensata de contrarrestar el desempleo e invertir en el crecimiento económico futuro, al construir el habilidades necesarias. El apoyo público también podría dirigirse a posibles empleadores, mediante la creación de incentivos para contratar gente joven”.
Las consecuencias de no tener trabajo ni estudiar generan un impacto negativo en los países, por sus perspectivas en el mercado laboral y sus resultados sociales, incluso a largo plazo. Por lo tanto, sugiere la OCDE, es fundamental contar con una política medidas para evitar que los jóvenes se conviertan en “ninis” en primer lugar, y para ayudar a aquellos que van a encontrar un camino de regreso educación o trabajo.
Barreras para la empleabilidad
En respuesta a la consulta hecha por Yahoo Finanzas, el Banco Mundial señaló que en su informe El empleo en crisis: un camino hacia mejores puestos de trabajo en la América Latina pos-COVID-19 se pudo ver que la población de jóvenes que no trabajaban o estudiaban como porcentaje del total de jóvenes en el rango de edad (18-29 años) en México venía disminuyendo desde 2016 hasta antes de la pandemia, pero es claro que la pandemia tuvo impacto negativo en el mercado laboral, afectando a esta población e incrementando el número de jóvenes en esta condición, si bien la entidad se excusó de no tener datos específicos sobre este país.
“Distintos países han tenido diferentes trayectorias durante la recuperación y será necesario revisar el caso específico de Mexico para poder ver en qué medida ésta se nota en un menor número de jóvenes que no estudian ni trabajan. Los jóvenes, sobre todo de contextos vulnerables, enfrentan muchas barreras para la empleabilidad. Las intervenciones integrales que buscan atender en conjunto varias de los obstáculos que enfrenta este sector de la población son las que han mostrado resultados más alentadores. No existen recetas mágicas. Las intervenciones específicas requieren ser adecuadas para atender el problema específico en el mercado de trabajo relevante”, respondió el Banco Mundial.
En declaraciones al diario Informador de México, Patricia Ganem, vocera de la organización civil Educación con Rumbo (ECR), dijo que pese a que el Gobierno mexicano ha venido ofreciendo becas a esta población mediante su programa Jóvenes construyendo futuro, pensar que esta puede ser una solución no es suficiente y se requieren políticas públicas que ataquen el problema desde más temprano en la formación de los estudiantes, para evitar que cuando lleguen a la mayoría de edad se encuentren ante disyuntivas de este tipo.
En su investigación Oportunidades laborales y NiNis en México: un análisis a nivel municipal, publicado en 2021, las autoras Carla Pederzini, de la Universidad Iberoamericana de México, y Estela Rivero, de The Pulte Institute for Global Development, en la Universidad de Notre Dame, explican que “el hecho de que los jóvenes no participen en el mercado laboral no sería preocupante si la razón de su no participación fuera la permanencia en el sistema educativo. Sin embargo, el alto porcentaje de jóvenes en donde este no es el caso sugiere una problemática distinta“.
Pederzini y Rivero plantean que, al igual que ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos, la elevada informalidad afecta al mercado de trabajo mexicano, lo cual se traduce en condiciones laborales de baja productividad y sin protección contra riesgos de trabajo o de salud para más de la mitad de la población ocupada.
“La informalidad y la inestabilidad en los empleos se refuerzan mutuamente, desalentando la capacitación y la formación de los trabajadores durante la relación laboral, que se traduce en baja productividad. Al mismo tiempo, la alta rotación y la elevada informalidad (en general, la ausencia de un sistema de seguridad social universal, justo y efectivo) impiden que el trabajador permanezca en el desempleo lo suficiente para encontrar un trabajo que se adecue a sus capacidades y formación. Se completará así el círculo vicioso de trabajos precarios. Los grupos que transitan con mayor probabilidad hacia la informalidad, la desocupación o la inactividad son los jóvenes (menores de 30 años) con menor grado de escolaridad“, se lee en la investigación.
Así dos de cada diez jóvenes mexicanos ni estudian ni trabajan (a los que se conoce como ‘ninis’), pero la tasa está bajando.
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