Círculo Digital / Michael Joseph Napoli
INTRODUCCIÓN
Los kurdos son el grupo étnico más grande del mundo que no posee un Estado propio, a pesar de una larga lucha a favor de un Kurdistán independiente que se remonta a inicios del siglo XX. La población kurda es de casi 30 millones de habitantes y su historia ha sido una de las más complejas en la región, debido al entrelazamiento de los designios imperialistas con el surgimiento de las reivindicaciones nacionalistas en la zona del Medio Oriente, incluidas las aspiraciones de diversos grupos, liderazgos y familias por crear un estado kurdo. En este sentido, el objetivo de este breve ensayo es indagar sobre ¿Quiénes son los Jaff?, ¿Cuál es su lugar en la historia kurda?, ¿Qué papel desempeñaron en la conformación del Medio Oriente moderno?.
El hilo conductor de este texto es plantear, a partir del estudio de la tribu Jaff, la insuficiente representación que los kurdos han tenido en los anales de la historia del Medio Oriente moderno; la que, en cambio, se ha sobreconcentrado en los nacionalismos impulsados por las empresas coloniales británica y francesa del s. XX. De igual forma y, a pesar de su papel trascendental en la historia del movimiento nacionalista kurdo, el conocimiento de la tribu Jaff ha sido eclipsado por el enfoque geopolítico y academicista que han primado en diversos estudios del Medio Oriente y que ven en estas tribus como actores secundarios atrapados en el “Gran Juego” de la política internacional.
No obstante, cualquier acercamiento serio para comprender la sociedad kurda en perspectiva histórica no puede pasar por alto a los kurdos como actor clave en la construcción del Medio Oriente y, tampoco, el carácter tribal de su sociedad. En este sentido, es menester de este artículo elaborar un breve recuento histórico de la tribu Jaff dentro de la historia del Medio Oriente y, en particular, trazar en las administraciones de Osman Pasha Jaff y Mahmud Jaff Pasha los primeros indicios de reivindicaciones nacionalistas kurdas dentro de la tribu Jaff que se complementarían con los llamados de otras tribus para articular un complejo movimiento nacionalista kurdo con tantas agendas como tribus lo conformaron.
“No hay amigos, sólo las montañas”.
Este proverbio resume, en mucho, la historia del pueblo kurdo en el Medio Oriente y la lucha que han llevado a cabo para defender sus derechos culturales que permitan preservar su identidad, así como asegurar una participación política en los cuatro Estados en que fue fragmentado el territorio que habitan, el Kurdistán.
La cuestión kurda como fenómeno de reivindicación etnonacional ha estado constantemente presente en la agenda regional e internacional desde el colapso del imperio otomano, después de la Primera Guerra Mundial y el reparto colonial de Medio Oriente. Desde entonces, la comunidad kurda fue dividida entre los Estados-nación de Turquía, Irán, Irak y Siria principalmente, así como una pequeña porción de su territorio en Armenia y Azerbaiyán (la provincia autónoma de Najichevan). Dichos Estados, progresivamente, por los avatares políticos de la región y las guerras, fueron sumando partes del territorio kurdo e imponiendo sus respectivas administraciones a las poblaciones asentadas en aquellas zonas[1].
En este sentido, Andrés de Blas señala que, “(…) muy pocos pueblos sin tener una común base territorial y en condiciones tan desventajosas, han podido desarrollar un sentido de comunidad, así como un considerable grado de conciencia nacional como los kurdos” (1997: 239).
La identidad kurda debe comprenderse en el marco de su complicada estructura social. La sociedad kurda se encuentra fundamentalmente organizada alrededor de un sistema tribal que se sustenta en una ideología del parentesco, forjada en el mito de una ascendencia común. La mayoría de los grupos tribales kurdos trazan su origen ancestral a un héroe del período islámico o incluso a la descendencia del Profeta mismo. Este fue un elemento primordial en la construcción de una identidad kurda a través de los años[2].
En el caso de la tribu Jaff, ellos reclaman una conexión con Saladino[3], el Sultán que luchó contra los cruzados y que es recordado por los kurdos como el único líder musulmán alabado por los europeos como un guerrero noble y honorario. Ello les ha ayudado a sentar las bases para crear un sentido de comunidad y de destino compartido.
La importancia de los Pashas Otomanos de la Tribu Jaff
La familia Jaff es un clan histórico que ha marcado gran parte de la cultura kurda de lengua sorani[4]. El clan Jaff ha jugado un papel importante en la conformación del espacio histórico conocido como Mesopotamia en al menos tres momentos históricos: después de la caída del Emirato Baban[5], el Eyalet Shahrizor[6] y durante la creación del Vilayato de Mosul[7] en el reinado de Imperio Otomano a finales del siglo XIX.
Su llegada a Irak se remonta a finales del s. XVIII durante la lucha entre el imperio otomano y safaví. En esa coyuntura, la tribu Jaff en gran parte abandonó el territorio iraní y les fue permitido asentarse en los márgenes fronterizos del imperio otomano, las tierras Baban en Pizhdar y Halabja. A pesar de esto, los clanes Jaff dejaron libre una sección al este de la frontera para que tuvieran libertad de movimiento entre los territorios de ambos imperios.[8] Una vez dentro del territorio otomano, los jefes Jaff mantuvieron la práctica de los matrimonios transfronterizos que sostuvo y reafirmó los vínculos de parentesco y linaje con territorios allende al Imperio otomano.
El contexto geopolítico y las condiciones coyunturales moldearon la aparición de determinado tipo de liderazgos en las zonas kurdas del Medio Oriente, sobre todo predominando aquellos que tenían una naturaleza carismática; es decir, sólidamente sustentados en la figura de un líder fuerte.
La función de los líderes tribales era lograr establecer redes de movilización social sustentadas en la lealtad al caudillo kurdo. Su capacidad sorprendente de aglutinar a guerrilleros y desplegar su agenda política a través de la negociación, les convertiría en interlocutores de las comunidades kurdas con las potencias dominantes –el Imperio otomano, safaví y, más adelante, el imperio inglés-.
De hecho, en distintos documentos de los Archivos del Ministerio del Interior del Imperio Otomano está registrado que jefes militares otomanos honraban a los líderes de la tribu Jaff con medallas y títulos nobiliarios por su labor de mediadores en la solución de conflictos[9]. En específico, es notable que se les extendiera el título honorario de Pasha. Dentro del sistema político y militar del Imperio otomano, este título era un alto rango que, generalmente, se le otorgaba a gobernadores, generales y dignatarios.[10]
En el caso de la tribu Jaff, fueron Osman Pasha Jaff y Mahmud Pasha Jaff, a quienes se les honró con este grado. Estos personajes fueron reconocidos por impulsar una férrea lucha por la defensa de la identidad kurda que, en medio de las grandes conflagraciones mundiales del siglo XX, tuvo que abrirse espacio; así como negociar su existencia ante la inminente formación de Irak como Estado independiente.
Mahmud Pasha Jaff
Mahmud Pasha Jaff nació en 1845 E.C. y se convirtió en líder de la tribu Jaff
después de la muerte de su padre en 1890. Es recordado por haber desempeñado
un papel prominente en la maduración de la conciencia nacional kurda, que
comenzó a aparecer durante el reinado del Sultán Abdul Hamid II[11], fue honrado
con medallas y títulos nobiliarios por el Imperio Otomano.
Tenía todas las características de un líder; era un estratega y su capacidad de organización era notable[12]. A Mahmud Pasha le tocó desempeñar sus funciones en un contexto geopolítico sumamente complicado y en una era definitoria para el futuro del pueblo kurdo: las postrimerías del siglo XIX. Por un lado, el anquilosado imperio otomano estaba en un franco proceso de declive, las fuerzas centrífugas en su interior –demandas de participación política, sentimientos nacionalistas, intereses económicos – hacían impostergable su transformación. Por el otro lado, la dinámica internacional transitaba hacia el fin de los imperialismos y el surgimiento de las reivindicaciones nacionalistas de todos los grupos sociales que conformaban el Medio Oriente.
La precariedad e inestabilidad en su entorno inmediato, llevó a que los jefes de la tribu Jaff adoptarán una postura pragmática que no permitió que fueron sometidos ni al Imperio Otomano ni a las autoridades Qajari en Irán, al tiempo que mantenía una fuerza armada de 4 mil miembros organizados para su defensa[13].
El Estado otomano e iraní cultivaron constantemente su amistad con la tribu Jaff[14] dando estratégica importancia a esta área considerada una “zona colchón” entre ambos imperios, lo que ayudó a garantizar la integridad de sus fronteras políticas. Mahmud Pasha estuvo en el centro de esta estrategia de autocontención; por ello, tanto las autoridades iraníes como las otomanas, le extendieron títulos honorarios que reconocieran su invaluable labor: el título de Khan, otorgado por el Estado iraní y el de Pasha[15] por los otomanos.
A pesar de la importancia que tenía para ambos Estados, Mahmud Pasha abrazaba intenciones autonomistas y tenía sus propios designios para la región, por lo que decidió distanciarse de ambos. Esta actitud esquiva le trajo problemas con Estambul, quien no veía con buenos ojos el surgimiento de nacionalismos que pudieran desestabilizar desde dentro al Imperio otomano.
El gobierno otomano desconfiaba de la enorme influencia que había adquirido Mahmud Jaff Pasha en el Kurdistán, por lo que envío a sus funcionarios para elaborar informes que otorgaran evidencias para removerlo de su cargo en Halabja. El comandante Namiq Pasha fue el encargado del gobierno otomano para verificar las acciones de Mahmud Jaff Pasha. La falta de hospitalidad de éste fue suficiente para que Namiq Pasha escribiera un informe viciado en el que lo acusaba de equipararse con el sultán Abdul Hameed II, guardar malas intenciones hacia él y cooperar con sus enemigos; convirtiéndolo en una amenaza para la seguridad y la estabilidad de la región.
Como resultado de este informe, se publicó una declaración en 1888-1889 por la cual el sultán destituye a Mahmud Pasha Jaff como líder de la tribu Jaff y lo reemplaza con su hermano Othman Pasha Jaff. Además, para alejarlo de esta zona, lo nombró gobernador de la provincia Orfa; sin embargo, Mahmud Pasha Jaff rechazó esta oferta; en cambio, se unió a la revuelta kurda de 1880 que buscó espacio de autonomía para las zonas kurdas del Imperio otomano.
Con la ocupación británica de Irak, el panorama se modificaría, más no la importancia de la tribu Jaff como un activo invaluable en el mantenimiento de la estabilidad y la seguridad de esa región. La política británica apostaba a aliarse con los jefes tribales a fin de que los apoyaran en sus planes. Sin embargo, Mahmud Pasha Jaff no estaba dispuesto a colaborar con los británicos, a quienes veía con recelo respecto de sus intenciones con el pueblo kurdo.
El siguiente incidente es una muestra clara tanto de las intenciones británicas como de la postura de Mahmud Pasha Jaff. El comandante Noel, el gobernador político en Sulaimania fue a visitar a Mahmud Pasha Jaff en Zalem para garantizar su lealtad a las fuerzas británicas. Sin embargo, Mahmud Pasha se vistió con su uniforme otomano para recibirlo. La siguiente conversación tuvo lugar:
“Sabe Mahmud Pasha el propósito de esta visita?”
“No tengo conocimiento de esto y deseo oír directamente de usted”, contestó Mahmud Pasha.
Comandante Noel: “el gobierno británico pretende servir al Kurdistán, dar gozo al pueblo kurdo y salvarlo de las crueldades de los otomanos. El gobierno británico desea tener el respaldo de personalidades y líderes como usted en esta tarea, ¿cuál es su respuesta?”
Mahmud Pasha respondió: “mi respuesta es completo rechazo, por las siguientes razones: En primer lugar, no creo en sus intenciones hacia el pueblo kurdo, si su objetivo es servir a los kurdos y salvarlos de las crueldades como afirma, debe estar seguro que, incluso sin mi apoyo, habrá cientos que estarán dispuestos a ayudarle y sin duda tendrá éxito. La segunda razón es que soy musulmán, mi religión me impide cooperar en contra de mis hermanos de religión. La tercera razón es mi vejez, discapacidad y la incapacidad para adoptar medidas”[16].
Después de este encuentro, los británicos comenzaron a presionar a Mahmud Pasha Jaff, imponiéndoles pesados impuestos a los kurdos, a su estado físico. Finalmente, murió en 1921 y fue enterrado en la mezquita de la ciudad de Saedeia.
Pasha Osman Jaff[17]
Otro líder tribal fundamental para los Jaff fue Pasha Osman Jaff, gobernante otomano en el Vilayato de Mosul, que contribuyó mucho al sufragio femenino en el Medio Oriente[18].
Luego de ser nombrado por el sultán Abdul Hamid II como gobernador de Kaimakam en 1889 para reemplazar a su hermano, demostró ser un gobernante de confianza que actuó eficazmente para controlar a los bandidos y estabilizar la región. A cambió recibió medallas y fue promovido de rango por el sultán otomano.[19]
De hecho su administración no se limitaba a los confines del imperio otomano, traspasaba hacia el territorio iraní, donde también cumplía con funciones de vigilancia de la región. Fue tan satisfactoria su actuación que el Shah de Persia le otorgó en 1894 una espada en su honor y un titulo nobiliario.
Osman gobernó junto con su esposa, Adela Jaff[20], que era una hábil administradora, de tal forma que fue nombrada para presidir los tribunales de justicia en la ciudad de Kalar. Durante su gobierno se aprobaron leyes en contra de actos de violación y en favor de los derechos de las mujeres.
Adela Jaff[21] fue una de las pocas líderes mujeres que existieron en el Imperio otomano. Durante el gobierno británico fue recordada por los actos de misericordia que tuvo hacia los prisioneros británicos como consecuencia de la I Guerra Mundial y se le conoció como “Princesa de los Valientes”. Sería galardonada con el título Bahadur Khan, y gobernaría junto con los británicos hasta 1924 fecha de su muerte.
CONCLUSIÓN
El vacío político generado por la desintegración del Imperio de Otomano tras su derrota en la Primera guerra mundial fue rápidamente llenado por un nuevo gobernante, el imperio británico. Su proyecto buscaba la imposición de Estados-nación a la usanza europea, incluso si esto significaba fragmentar a grupos étnicos que traspasaban los rígidos moldes de las administraciones coloniales. En este nuevo orden regional, el futuro de un Estado kurdo quedaba en manos de la propia lógica de repartición y redibujamiento del mapa político del Medio Oriente por el imperialismo británico y francés.
Los kurdos en general y la tribu Jaff en particular, fungieron como una fuerza política de contención en el inestable escenario que era el Medio Oriente de inicios del s. XX. Sin embargo, sus designios autonomistas amenazaban cualquier diseño imperialista de la región, pues las intenciones de crear un Estado kurdo chocaban directamente con el proyecto colonial británico de trazo de fronteras arbitrarias y creación de estados satélite en la estratégica zona del Kurdistán histórico.
Desde entonces, el Kurdistán se convirtió en uno de los tantos campos de batalla desde los cuales se intentó aplacar a los colonizadores y dirimir el papel de los grupos étnicos en las empresas estatales. Debido a ello y, a un claro apoyo de parte de las potencias imperialistas, sufrieron la peor parte de la represión.
A raíz del fracaso de la conformación de un Estado propio en el marco de los proyectos coloniales, el movimiento kurdo adquiere una dimensión nacionalista con un programa político definido, enfocada a quebrantar el nuevo status quo impuesto por las potencias extranjeras mediante la conformación de un Estado kurdo.
La creación de la República de Irak y del resto de “nuevos” Estados profundizaría las tensiones étnicas al interior de esos estados y los reclamos nacionalistas que serían incorporados por los kurdos como parte de su agenda política. Este escenario dejaría una impronta en las incipientes entidades estatales, que limitaría su margen de acción y sus proyectos políticos, aumentando la inestabilidad y dificultando la gobernabilidad en su interior, marcando para siempre el destino de la comunidad kurda.
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[1] Véase Castillo, Juan Carlos. “La cuestión kurda en el Medio Oriente”, tesis para obtener el grado de Licenciado en Relaciones Internacionales, México, Universidad de Quintana Roo, 2008.
[2] Cfr. McDowall, David, “A modern history of the kurds”, London, I.B. Tauris, 2005, p. 13.
[3] Idem.
[4] Dentro de la familia de lenguas kurdas, el sorani es la lengua más difundida en la región kurda del sureste; es decir el noreste de Irak y las regiones kurdas de Irán. Se estima que hay alrededor de 6,750,000 hablantes de sorani en todo el mundo, de los cuales, 3,500,00 se concentran en Irak. Véase, “Kurdish, Central”, en Ethnologue. Languaes of the World, 17th edition, http://www.ethnologue.com/17/language/ckb/ McDowall, David; op, cit., p. 9.
[5] El Emirato Baban fue un clan kurdo que gobernó de 1649-1850 E.C. la provincia otomana o “Eyalet de Shahrizor” en la frontera otomana-persa.
[6] El Eyalet Shahrizor fue una provincia de 1554-1852 E.C. en la frontera persa-otomana, conformada principalmente por kurdos.
[7] El vilayato de Mosul fue una provincia otomana de 1878-1918 E.C, que fue creada en el norte de Mesopotamia como parte de las reformas del sultán Abdulmecid II.
[8] Cfr., McDowall, David; op. cit., p. 30
[9] Detalles de estos honores se pueden encontrar en la T.C. Basbakanlik Devlet Arsivleri Genel Mudurlugu, Osmanli Arsivleri Daire Baskanligi (Dirección General de los Archivos del Estado. Departamento de archivos otomanos) en su catálogo numerado como: I.DH 1190/93161; I.DH 903/71772 9; I.DH 903/71772 7 e I. DH 903/71772 10. Las copias escaneadas de esos documentos están disponibles, junto con su tradición oficial al inglés, en la página personal de Hanna Jaff, http://hannajaff.com/
[10] Sobre el origen de la palabra Pasha véase Online Etimology Dictionary, “Pasha”, http://www.etymonline.com/index.php?allowed_in_frame=0&search=pasha&searchmode=none.
[11] Época de disturbios políticos debido a que el Sultán impuso las reformas Tansimat a las comunidades kurdas, quienes vieron disminuida sustancialmente su autonomía sobre sus territorios.
[12] Basil Nekitin en su texto destacó su capacidad para organizar a 4 mil combatientes en sólo unas horas. Véase Nekitin, Basil. “Some observations about the Kurds”, pp. 167-169.
[13] Períodico “Zayan”, ed. 499, 1936.
[14] Khanai Qobadi, Širin o Ḵosrow, ed. M. M. ʿEbd el Kerim, as Šīrīn ū Ḵusrew, akari ṝ‘irî nawdarî kurdXanay Qubadi”, Bagdad, 1975.
[15] Véase supra para la definición de Pasha.
[16] Diary of Major E.M. Noel [i.e. Edward William Charles Noel] … on Special Duty in Kurdistan, from June 14th, to September 21st, 1919. [With Plates.]., IRAQ British Administration 1914-21. Office of the Civil Commissioner, 1920.
[17] Detalles de Osman Pasha Jaff se pueden encontrar en la T.C. Basbakanlik Devlet Arsivleri Genel Mudurlugu, Osmanli Arsivleri Daire Baskanligi en su catálogo numerado como:
Date: 13 / ZA / 1319 (Hijri) File No: 94 Shirt Number: 1319 Fund Code: İ..HUS; Tarih :17/N /1312 (Hicrî) Dosya No :35 Gömlek No :1312 Fon Kodu :İ..HUS; I.DH 903/71772 7
[18] Khanai Qobadi, op. ci
[20] Nació en 1847 en una familia de liderazgo en Sanandaj, la segunda ciudad más grande del Kurdistán iraní.
[21] Entre las impresiones que despertaba Adela Jaff entre los observadores extranjeros de la época, cabe recuperar dos pasajes. El primero, de Gertrude Bell, político y escritor británico, que describe a Adela en una carta en 1921 de la siguiente manera:
” The feature of Halabja is ‘Adela Khanum the great Jaff Bey Zadah lady, mother of Ahmad Bey. She is the widow of Kurdish King Osman Pasha Jaff, sometime dead, and continues to rule the Jaff as much as she can and intrigue more than you would think anyone could, and generally behave as great Kurdish ladies do behave. She has often written to me, feeling, I’ve no doubt, that we must be birds of a feather, and I hastened to call on her after lunch. She is a striking figure in her gorgeous Kurdish clothes with jet black curls (dyed, I take it) falling down her painted cheeks from under her huge headdress. We carried on in Persian, a very complimentary talk in the course of which I managed to tell her how well ‘Iraq was doing under Faisal and to assure them that all we wished was that our two children, ‘Iraq and Kurdistan, should live in peace and friendship with one another.”
El Mayor Soane escribió sobre ella en su libro Para Mesopotamia y el Kurdistán: “”a woman unique in Islam, in the power she possesses, and the efficacy with which she uses the weapons in her hands…. In a remote corner of the Turkish Empire, which decays and retrogrades, is one little spot, which, under the rule of a Kurdish woman has risen from a village to be a town, and one hill-side, once barren, now sprinkled with gardens; and these are in a measure renovations of the ancient state of these parts.” Véase Cecil J. Edmonds, “Kurds, Turks and Arabs: Politics, Travel and Research in North-Eastern Iraq, 1919-1925”, London, 1957.
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