Rodulfo Reyes
Carlos Alazraki tuvo su martes 13 en las “benditas redes sociales”, tras admitir que publicó información falsificada en torno a la supuesta boda de un hijo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
¿Por qué al publicista le estalló cual granada la fake news que compartió si se trata de un fenómeno en que a diario incurren miles y miles de usuarios del internet?
El especialista en marketing edita una columna en un diario de circulación nacional y tiene un programa de televisión. Por eso la mentira que propagó fue “más grave” en relación a que la hubiera hecho otra persona cualquiera.
Experto en el manejo de medios, López Obrador no dejó pasar la oportunidad y acusó al “ex asesor” de José Antonio Meade de “inventar una supuesta boda” de uno de sus hijos que se habría realizado en un lujoso hotel de Campeche.
¿Qué pasó realmente?
Alazraki no “inventó” nada. Solo incurrió en una falta ética al no confirmar la supuesta información.
La ‘fake news’ sobre el presunto enlace de Andrés Manuel López Beltrán con la ex miss venezolana Irene Esser andaba deambulando en las redes sociales hasta que adquirió “carta de naturalización” con el tuit del citado creativo.
Las “notas falsas” pululan a diario en la llamada supercarretera de la información, y se cuentan por cientos; muchas de ellas son retrasmitidas por ciudadanos de buena fe que creen que son reales.
Es difícil poner un filtro para depurar las redes sociales de mentiras.
El problema, desde el punto de visto de este reportero, radica en que periodistas y gente relacionada con los medios caen en el juego y validan con su “crédito” falsedades virtuales.
El caso del matrimonio ficticio de López Beltrán no habría trascendido a los medios tradicionales si una persona con cierta importancia en la mass media no lo hubiera cohonestado.
Alazraki tiene sus lectores en el periódico donde saca una columna, y espectadores en su programa televisivo. Por eso con su “nombre” “validó” una noticia falsa.
Aunque él mismo se consideró “víctima de las benditas redes sociales”, lo que realmente sucedió, el presidente electo aprovechó la coyuntura para denunciarlo relacionándolo con el ex candidato del PRI, lo cual dejó entrever una suerte de complot en contra del tabasqueño.
El acto vergonzoso de Alazraki lo observamos todos los días en páginas virtuales.
El autor de esta columna lleva un recuento de periodistas, fotógrafos, locutores de radio y conductores de televisión que “certifican” información falsa al compartir ‘fake news’.
Editores longevos se dan gusto difundiendo mentiras en contra de sus adversarios sexenales.
Los hay enemigos de López Obrador que buscan noticias para desmerecerlo y les ponen sus firmas digitales, y también están los que ya militan en Morena y se pasan injuriando con invenciones al “PRIAN”.
En ambos casos se falta a la ética periodística.
Por citar a los primeros, los antiAMLO, se han ocupado de “darle autenticidad” a los textos inventados sobre la supuesta relación del tabasqueño con el dictador venezolano Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro.
En el caso de los obradoristas recientes, se han regocijado con las mentiras que le inventan a famosos como aquella de que se irían de México si ganaba el de Macuspana, o con las supuestas entrevistas que le adjudicaron a la primera dama Angélica Rivera calificando de “indios ignorantes” a los seguidores de López Obrador.
Hay otra categoría de promotores de las ‘fake news: la de “trabajadores” de medios informativos que se sienten “periodistas” y a falta de producción propia, se les hace fácil subir a sus redes sociales las mentiras nuestras de cada día.
AVISO: Debido a un problema de salud de su autor, esta columna volverá a publicarse hasta dentro de dos semanas.
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