Rodulfo Reyes
Cuando se emplea como arma propagandística, una de las funciones de la encuesta es hacerle creer al colectivo que un candidato tiene más aceptación que los otros. Sin embargo, el abuso de esta herramienta puede resultar adversa: si en el imaginario se anida la tesis de que un aspirante va muy arriba en la intención del voto, los ciudadanos considerarán que no tiene caso ir a las urnas en su apoyo el día de las elecciones.
En fechas recientes militantes de Morena y simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador están difundiendo por todos los medios posibles que el candidato a la gubernatura, Adán Augusto López Hernández, le saca una distancia enorme a sus pares del PRI y PRD, Georgina Trujillo Zentella y Gerardo Gaudiano Rovirosa, respectivamente.
Al notario público número 27 con licencia le dan arriba de 40 puntos, incluso más que la enorme diferencia que les saca López Obrador a sus pares el priísta José Antonio Meade y el panista Ricardo Anaya.
En la mayoría de los casos no se trata de encuestas, sino de fotos de gráficas donde se ponen porcentajes que apabullan al nieto del ex gobernador Leandro Rovirosa Wade y a la hija del ex mandatario Mario Trujillo García.
De acuerdo a esos resultados, ni la priísta ni el perredista tienen ya posibilidades de remontar la aparatosa ventaja que supuestamente les saca López Hernández.
Por supuesto que no se puede aventurar un resultado con tan solo las capturas compartidas vía teléfonos inteligentes.
Un claro ejemplo de esto se dio en las elecciones intermedia de 2015 y en las extraordinarias de 2006 para presidente municipal de Centro, cuando el tricolor le ganó la batalla en redes sociales al sol azteca y plantó la impresión de que su candidato le sacaba más de 20 puntos al perredista.
Como consecuencia, en ambos procesos se daba como un hecho que la victoria era para el Revolucionario Institucional.
Según conocedores, cuando en una jornada se abusa en la difusión de presuntas encuestas para “posicionar” a un candidato tratando de meter en la cabeza de la gente que se encuentra muy, pero muy arriba en las preferencias, se afecta al interesado.
Si la noche previa al 1 de julio los tabasqueños se van a cama con la idea de que el prospecto de Morena le saca una diferencia de dos a uno a sus contendientes del tricolor y el negriamarillo, sus seguidores no van a tener como prioritario salir a sufragar, confiados en que va a imponerse aunque no vayan a respaldarlo.
Especialistas aseguran que es bueno sacar a los aspirantes de su “zona de confort”, que es estar flotando en nubes de delanteras apabullantes, para mantener una ventaja creíble que provoque en los suyos el interés por ir a cruzar la papeleta a su favor.
Un ejemplo de que los candidatos deben “aterrizar” se dio en el proceso extraordinario de 2001, cuando el opositor Raúl Ojeda Zubieta arrancó 17 puntos sobre el priísta Manuel Andrade Díaz.
Confiado en esa delantera, el ex priísta desatendió su campaña y se involucró de lleno en las intrigas palaciegas que conllevan la integran de un virtual gabinete, aunque Ojeda olvidó que antes del guiso de la liebre se debe cazar al conejo.
PARA SU INFORMACIÓN…
FINALMENTE EL PRD decidió que su candidato a la presidencia municipal de Huimanguillo sea el actual alcalde José Sabino Herrera Dagdug. La medida no dejó conforme a los otros grupos que también querían poner a un propio, pero la determinación partió de un análisis riguroso que arrojó que el control de la plaza lo tiene el ungido.
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