Agencias / MonitorSur, Xalapa, Veracruz .- Mientras buena parte de América Latina atraviesa un incremento en el nivel de contagios y muertes por coronavirus, la pérdida del empleo, agravada por las medidas de aislamiento social, parece no tener freno en el continente, donde la informalidad laboral supera el 50 %.
A nivel global, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) estima que la mitad de la población activa corre peligro inminente de ver desaparecer sus fuentes de sustento. En este marco, los sectores menos favorecidos de la región más desigual del mundo, retoman las protestas en la calle, exigen medidas para paliar el hambre y se exponen cada vez más al riesgo de contagio.
Vinícius Carvalho Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe, brindó una entrevista a RT en la que advierte sobre las consecuencias “dramáticas” del aumento de la pobreza en la región, y remarca la necesidad de que los gobiernos adopten políticas urgentes para recomponer el entramado social, y evitar un estallido.
RT: La OIT ya había advertido a principios de 2020 sobre las consecuencias de un menor crecimiento económico en la región y sus efectos en el empleo, luego sus perspectivas empeoraron por la pandemia, pero ahora vemos que la crisis sanitaria se agrava y la situación social también. ¿Cuál es el cuadro hoy y qué proyección puede hacerse hacia adelante?
V.C: Tenemos la previsión de que el Producto Interno Bruto de la región va a caer 5,3 %. Y eso implica un aumento del desempleo para niveles de 12,1 %, lo que significa un aumento de 4 puntos porcentuales sobre lo que teníamos previsto anteriormente. Estimamos que en la región se han perdido el 12 % de las horas trabajadas, lo que significa que 30 millones de puestos de empleo han desaparecido. Ahora, claro que vivimos en un contexto de incertidumbre y gran volatilidad, así que las cifras pueden variar de semana a semana en la medida que se modifique el contexto. Pero el desempleo es solamente la punta del iceberg, detrás de este tenemos un deterioro de las condiciones de vida y el aumento de la informalidad y la pobreza, que serán consecuencias muy dramáticas para la región. Es algo que nunca hemos experimentado antes. Y requiere una acción bastante sustantiva de parte de los gobiernos.
RT: Una particularidad en América Latina en cuanto al mundo del trabajo es el alto porcentaje de empleo informal. Este es justamente un sector muy golpeado por la pandemia, y probablemente sea más difícil mejorar esos índices en el futuro inmediato. ¿Cree que se pudo haber hecho algo en la región para resolver esa problemática?
V.C: La informalidad es una barrera para el combate a la pandemia. Muchos países que han adoptado medidas muy drásticas de confinamiento, encontraron en las bajas condiciones de vida de la población trabas muy difíciles. Uno no puede pedirle a un trabajador informal que se quede en la casa, y menos aún si en esa vivienda residen cinco familias y no hay condiciones sanitarias básicas, como agua corriente. Al mismo tiempo, ¿qué pueden hacer? Si la gente no trabaja no tiene cómo comer. Las medidas de aislamiento no llegaron a estos trabajadores, y eso ha significado un aumento de miles de contagios, por más que se hayan adoptado políticas duras.
RT: Un reciente informe de la OIT refiere sobre el déficit en políticas de protección social en algunos países en desarrollo. El documento menciona las medidas tomadas en algunos países como Argentina, Ecuador o Jamaica. ¿Cómo evalúa el desempeño de los gobiernos de la región respecto a ello?
V.C: Es difícil hablar de modelos. Tenemos el caso Perú, que ha tomado fuertes medidas de confinamiento, con toques de queda, y al mismo tiempo ha tenido uno de los programas más ambiciosos en términos de estímulo, con un paquete que abarca el 12 % del PIB. Es algo muy apropiado, pero que aún así encuentra una barrera estructural para llegar a la informalidad. Estos días hicieron una prueba en un mercado de frutas de Perú y encontraron que el 86 % de los trabajadores estaba infectado. Por más que se haga un esfuerzo, tenemos que también tratar ese tema estructural de la informalidad.
RT: ¿De qué manera puede atenderse desde los estados la falta de recursos de los más vulnerables?
V.C: Los Gobiernos tienen poco espacio fiscal para implementar políticas de estímulo macroeconómico con foco en los diversos empleos. En muchos casos, los sistemas de protección social tienen una cobertura bastante limitada, o que está vinculada solamente al trabajo formal. Y eso claramente es una desventaja.
Muchos países han intentado cubrir esos huecos con la implementación de bonos o prestaciones de emergencia, pero en la mayoría de los casos el valor no ha sido suficiente para garantizar un nivel de vida. Y otros, como son prestaciones que tienen que llegar a los informales, tienen el problema de que no hay un registro para identificarlos, no hay cómo hacerles llegar esta ayuda. El hecho de que no hayamos tenido un proceso de formalización anterior, y de inscripción en la protección social más ambicioso, nos dificulta confrontar la pandemia en este momento.
RT: El escaso acceso a la cobertura de salud, ¿es parte de ese déficit?
V.C: Absolutamente. Hay algunos países que han logrado la universalización de las prestaciones de salud, y están en mejor posición para enfrentar al coronavirus. Otros, tenían un sistema de cobertura que era exclusivo para los contribuyentes del sector formal y están encontrando más dificultades para solventar la demanda. Pero todas las naciones, tengan o no tengan sistemas universales de salud, van a tener problemas, porque la ola va a tener un pico que está totalmente fuera de la normalidad. Un colapso del sistema de salud es inminente en toda América Latina, con excepción de los países que lograron contener el contagio.
RT: En muchos casos se habla de la necesidad de sostener a las empresas que han estado frenadas en estos meses para mantener los puestos laborales. Pero al mismo tiempo, tenemos personas reclamando en la calle por hambre. ¿Cuál debería ser la respuesta a esa disyuntiva cuando los recursos son escasos?
V.C: La respuesta debe ser conjunta. La OIT argumenta que hay tres pilares a atender: uno tiene que ver con las empresas, en particular las micro y pequeñas empresas, que son la máquina de generación de empleo no solo en la región sino en el mundo. Hay que apoyarlas, ya sea por intermedio de beneficios fiscales, o mecanismos de crédito. Porque, si uno puede abrir la puerta de un restaurante o una pequeña tienda, eso tiene un efecto multiplicador en toda la economía. Sin empresas, no hay empleo, que es el segundo pilar a sostener. Es importante mantener vivo a al sector empresario y dar garantías de que la gente no va a ser despedida. Al mantenerse ese vínculo entre la compañía y el trabajador, aún cuando haya reducción de la jornada laboral, y eventualmente disminución de los salarios, en el momento que se abra la economía rápidamente se puede apostar a la recuperación. Finalmente, ingresos. Y ahí me refiero especialmente al sector informal, cuentapropistas o personas que tienen sus pequeños negocios. Para ellos es importante brindar un bono de emergencia o apoyo financiero para sostener este período de aislamiento.
RT:¿Qué recomendaciones puede hacer la OIT a las autoridades de los países de la región para recomponer el entramado social una vez que se supere el virus?
V.C: Una vez que se llegue a la meseta de contagios y se consideren políticas de regreso al trabajo y reactivación económica, es fundamental tomar medidas apropiadas de salud y seguridad en el empleo, para minimizar el contagio. Distanciamiento físico, flexibilidad de horarios, estimulación del teletrabajo si es posible, serían políticas adecuadas. El trabajo será totalmente distinto al que conocíamos antes de la covid-19, habrá que acostumbrarse a esta nueva normalidad hasta que se encuentre una vacuna.
Un punto fundamental para la reactivación es que las medidas sean discutidas y negociadas entre empleadores y trabajadores. Porque el diálogo social es la base de la sustentabilidad política y la legitimidad de esas medidas en el futuro.
RT: ¿Las mujeres se ven más afectadas que los hombres en este contexto?
V.C: Las mujeres se ven especialmente afectadas. Primero porque están sobrerrepresentadas, en relación a los hombres, en sectores de trabajo esencial, especialmente en los rubros de salud y cuidados. Hay una exposición al riesgo de contagio que ya ha costado la vida de muchas. En otro punto, tenemos varios sectores del trabajo que se ven afectados de forma permanente, como por ejemplo el turismo y áreas de servicios, donde algunos empleos desaparecerán por un largo período quizás. También allí hay una sobrerrepresentación de la mano de obra femenina.
Finalmente, debido a las políticas de confinamiento, ya hay señales de un importante aumento en la violencia familiar. También hubo un incremento del trabajo doméstico, que es especialmente cargado sobre las mujeres respecto de los hombres, esto combinado con el teletrabajo y otros mecanismos de empleo desde el hogar.
RT: Este virus expuso como nunca las condiciones de pobreza y desigualdad en la región, y cualquiera podría darse cuenta que la situación empeorará. ¿No cree que de una vez por todas estos temas deberían estar en la agenda prioritaria de toda Latinoamérica?
V.C: Por supuesto. El virus no elige a quién contaminar. Pero la capacidad para protegerse, desafortunadamente está relacionada con el nivel de ingresos. Y es un tema muy peligroso. En la región venimos ya de estallidos sociales que asolaron a buena parte de los países. Esto está relacionado primero con un descrédito de las instituciones públicas, y segundo con la desigualdad. Una cosa es que uno pierda su empleo y vaya a la calle a protestar y a cuestionar al Gobierno. Otra es que, además de quedarse sin trabajo, se le muera un familiar y no tenga servicios de salud, mientras que otra persona, porque vive en mejores condiciones y habita en un barrio más privilegiado, goce de cierto bienestar. Esto potencia el estallido social a dimensiones muy peligrosas para la estabilidad política de la región. Por eso, el combate a la desigualdad debe ser parte de la reconstrucción del mundo del trabajo poscoronavirus.
RT: Cientos de trabajadores de la salud han muerto por covid-19 en el mundo debido a su exposición al virus. ¿Esto se pudo haber evitado con medidas de protección?
V.C: Mucho tiene que ver ello con los protocolos que se han utilizado, y también con la ausencia de materiales de protección. Pero no solamente ocurre en la salud, también en el transporte o las tiendas de alimentos. Hay varios grupos de trabajadores esenciales que no han tenido la oportunidad de protegerse y esto les ha costado su vida. Esperemos que los protocolos de regreso al trabajo sean apropiados y eso permita disminuir el contagio. Sin dudas, este trauma ya dejó un aprendizaje en la sociedad bastante sustantivo.
Con información de la agencia ‘RT’.
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