Agencias, Ciudad de México.- Y Donovan Carrillo encendió el témpano en Beijing. Algo tienen los mexicanos que tienden a hacer épicos sus logros. No es que así lo decidan, pero la adversidad es parte innata de esta nacionalidad que tiende a brillar donde las alarmas del fracaso sobran. La mayoría de las veces no solo no les dan, sino hasta les quitan. Y ahí van ellos y ellas, necios por naturaleza, a realizar lo imposible. A construir sobre lagos, destilar agaves o burlarse de la muerte. Incluso hasta derretir el hielo armados con pasión, esfuerzo y un poquito de gracia y otra cosita.
Nadie podrá olvidar la grácil figura de Donovan flotando sobre esa pista congelada con el fondo musical “Perhaps, perhaps, perhaps” de Daniel Boaventura y Carlos Rivera; “Sway” de Dean Martin y “María” de Ricky Martin, ejecutando saltos y rotaciones cargados de significado. Porque si algo distingue a los mexicanos es que vayan donde vayan llevan consigo su historia, su cultura y su legado familiar.
Ahí, en medio de esa actuación solitaria sabía que no estaba solo. Había un país entero que por primera vez vieron a uno de los suyos no rajarse y llegar a una final de patinaje artístico en Juegos Olímpicos. A partir de ahí podía pasar cualquier cosa y solo hacia arriba. La historia ya estaba hecha y eso nadie se lo quita. Sí, una leve caída, los nervios a flor de piel, pero hasta podríamos decir que venía en el programa, porque así como se cae nos levantamos.
Las presentaciones previas de los competidores rusos, ucranianos y suecos en el programa libre de patinaje artístico varonil, solo fueron la antesala de una mágica velada, cuyo cierre de bloque le fue encargado al que mejor podía hacerlo. Al que lleva la fiesta por dentro, por supuesto. Al que no puedes dejar de ver y sentir orgullo. A Donovan Carrillo.
De alguna forma se intuía que sería así. Sublime, emotivo, maravilloso, cadencioso. Nadie que haya sido bautizado por Juanga puede escapar a ese destino.Y Donovan lo fue usando ‘Hasta que te conocí’ en una de sus muchas competencias.
Con lágrimas contenidas de él y todos nosotros, ahí estaba el reflejo no solo de un niño que quería patinar, sino de una familia entera que puso su vida entera en la construcción de un sueño y el desarrollo de un talento que los hizo moverse de ciudad y de país para que la vocación del mejor patinador en la historia de México no quedara en mera intención.
Esos 138,44 puntos con los que fue calificado, que superaron las propias expectativas de la delegación mexicana, fueron el final de su aventura en Beijing pero apenas el preámbulo de lo que está por venir. Milano, ahí te vamos en 2026. Esto solo fue una probadita.
Porque si los mexicanos nacen donde se les da la gana, las estrellas del patinaje sobre hielo también. Y esta decidió nacer en México.
El joven obtuvo en la última ronda 79,69 puntos, su mejor resultado de la temporada durante el programa corto de patinaje artístico masculino.
Vestido de negro y oro, el patinador artístico ejecutó su rutina a los acordes de la canción “Black Magic Woman” de su compatriota y también tapatío Carlos Santana.
Visiblemente emocionado al abandonar la pista de hielo, dedicó su actuación a su familia “y para todo México”, y añadió que “los sueños se hacen realidad”.
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