Agencias, Ciudad de México.- A priori, es una inocente película romántica que recorre los escenarios de la espectacular geografía peruana, pero, además de batir récords en Netflix, “Hasta que nos volvamos a encontrar” ha abierto en las calles y en las redes un debate sobre los privilegios y la representación de las personas blancas en el país andino.
En su primera semana de estreno, el primer filme peruano producido por Netflix acumula más de 12 millones de visualizaciones, se encuentra en el top 10 en 44 países y es la segunda película de habla no inglesa más vista en toda la plataforma.
Pero, frente a estas cifras tan positivas, “Hasta que nos volvamos a encontrar” ha recibido un aluvión de críticas que van más allá de si es buena o mala película. La controversia ha ido de la mano de la imagen que se da del país, y, sobre todo, de los peruanos.
“La película está alejada de la realidad que vemos y que vivimos en Perú”, dice a Efe el crítico de cine peruano Renato León, en referencia a los personajes y tradiciones mostradas en la cinta.
Dirigida por el director peruano Bruno Ascenzo, la protagonista del filme es la actriz, también peruana, Stephanie Cayo, mujer blanca, rubia y de ojos claros, que ha hecho gran parte de su carrera en el extranjero.
“Se debió prestar más atención a lo que es el Perú y creo que Stephanie Cayo no fue la indicada para representarnos, siento que las mujeres peruanas tenemos una diversidad en nuestros físicos”, se lamenta Andrea, joven limeña, en conversación con Efe.
La descripción que muestra Netflix indica: En la mágica ciudad de Cusco, Perú, las vidas opuestas de un arquitecto y una artista se ven transformadas cuando su encuentro los lleva a hacer un cambio de perspectiva.
UN PAÍS CON LA RAZA MUY PRESENTE
Perú es un país en el que la raza está presente en el día a día de millones de personas, ya que es necesario indicarla, incluso, en trámites administrativos. Además, las posiciones de poder parecen copadas por un mismo color de piel.
“Que esta sea la primera película peruana original de Netflix, en un país donde hay claras diferencias sociales, y que los protagonistas sean blancos, genera polémica y está justificada en ese aspecto”, comenta León.
En el cine, como en el día a día del país, la productora peruana ha escogido a una actriz blanca de éxito y ha abierto un debate sobre racismo que nunca se llega a cerrar.
En cuanto se lanzó el tráiler y se vio que una actriz alejada del prototipo de mujer peruana era la protagonista, se abrió la veda.
Pero la polémica se avivó cuando Netflix publicó videos promocionales en los que Cayo no supo explicar jerga peruana, lo que enfadó a usuarios de redes que le atacaron por lo alejada que estaba de las calles del país.
CULTURA COMERCIAL
Tampoco pasó desapercibido para los espectadores del filme fue su mismo título, ya que al principio de la película se dice que en quechua no existe la palabra adiós, si no que se dice “Tupananchiskama”, que significa “hasta que nos volvamos a encontrar”.
Este dato, según diversos lingüistas, no es correcto. La palabra “adiós” tiene un origen latino, referido a la divinidad de Dios, algo que en la cultura andina no existía, pero sí hay otras palabras con el mismo significado.
“Yo no veo mala intención por parte de la película, simplemente desconocimiento”, señaló León, quién añadió otro ejemplo de “inexactitud”.
Se trata de una escena en la que personajes bailan con ritmos criollos, lo que juzga “extraño o casi imposible en una ciudad imperial como Cuzco”.
ÉXITO DE “TAQUILLA”
Pese a las críticas, las altas cifras de visionado demuestran que “Hasta que nos volvamos a encontrar” sí ha gustado, y mucho, a otra parte del público.
“No me pareció una mala película, sobre todo, porque muestra un Perú muy lindo. Ahora está en el top 10 de varios países y eso es lo más importante”, señala Gabriela.
En el parque Kennedy, situado en uno de los barrios acomodados de Lima, Maggy, otra joven peruana, explica a Efe que el filme le gustó.
“Es muy lindo, Stephanie Cayo es lo máximo. En realidad me parecen absurdas las críticas que está teniendo, es cuestión de los gustos de cada uno. Me parece tonto el debate cada uno escoge lo que quiere ver, cada uno es libre”, sostiene.
“El cine distorsiona la realidad en mayor o menor medida. El cine no es siempre un documental y por ello una película no es mejor o peor”, concluye León.
“Hasta que nos volvamos a encontrar” funciona como un folleto casi publicitario que intenta convencer con éxito al espectador de visitar el país andino y muestra una “trama romántica, chévere, con clichés bonitos”, como dice Andrea -la vecina limeña-, pero quizás desaprovecha la oportunidad ya no de mostrar la realidad de Perú, si no de acercarse a ella.
La actriz Wendy Ramos (Lichi) y el director Bruno Ascenzo, de ‘Hasta que nos volvamos a encontrar’ cuentan cómo fue grabar en Perú y cómo fue improvisar en la escena del salpicón de pintura. ‘Hasta que nos volvamos a encontrar’ ya está disponible, solo en Netflix.
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