Agencias / MonitorSur, CIUDAD DE MÉXICO .- A mediados de los 90, en medio de la fiebre de cantantes juveniles como Thalía, Fey, Paulina Rubio, Litzi, Lynda y demás, hubo una intérprete que vino de España a romper el molde no tanto por su voz o su estilo interpretativo (francamente, si se trataba de que hubiera alguien que bailara y cantara música disco, hubo muchas antes que ella, que eran infinitamente mejores, como la despampanante Rafaella Carrá, por ejemplo) sino por su atrevido look, con el pelo bicolor y provocativo vestuario: Mónica Naranjo.
Con su tema debut ‘El amor coloca’ y posteriormente con su disco ‘Palabra de mujer‘, la Naranjo (Gerona, Catalunya, 1974) se hizo popular en México, sonando en la radio, en los ‘antros’ y fue abrazada por la comunidad LGBTQI+, que la elevó a calidad de estrella de este lado del Atlántico; así se repitió el fenómeno que hace que los artistas españoles, que en su país son del montón, se convierten en ídolos para hispanoamérica utilizando a México como plataforma para lanzarse; de hecho, la Naranjo fue de las últimas en beneficiarse de aquel trampolín que fuera “Siempre en Domingo”, ya que al aparecer en esa emisión, alcanzó el éxito que en España le había sido moderado, alcanzando aquí la apoteósis.
Así, por algunos años, la Naranjo —que manejaba una imagen sexualmente explosiva y ambigua, para afianzarse en el mercado que mejor la recibía— gozó en México de una carrera popular y una vida privilegiada, incluso formando parte del exclusivo círculo de amistades de Yolanda Andrade, Montserrat Oliver, Roxana Castellanos y Kate del Castillo, que en esa época eran de las mujeres más influyentes de México, esto años antes de que oficialmente algunas de ellas hicieran pública su orientación sexual.
Pero luego sucede, se sabe, que si se confían demasiado, los famosos pierden contacto con el suelo y se sienten ungidos por los dioses de la celebridad y el ego se les desproporciona, llevándolos a decir estupideces que les pasan factura y el caso de la intérprete de ‘Solo se vive una vez’ fue uno de los más notables.
Estando encaramada en los cuernos de la luna en 2002, la Naranjo tuvo la idea, durante una entrevista con la famosa revista Rolling Stone en su edición española, de hacer una serie de declaraciones que no solo generaron mucha polémica en México cuando se hicieron conocidas, también le costaron el afecto de un elevado número de fans (y de sus amigas famosonas) y prácticamente la carrera que había logrado establecer en este continente.
Esta fue la puntilla de una serie de problemas que siguieron a la cantante, ya que también alrededor de ese año pasó una difícil etapa personal, debido a la disolución de su matrimonio con su descubridor, Cristóbal Sansano, y la muerte de su hermano Enrique, tras la cual decidió alejarse de la industria musical por un largo periodo, y solo reapareció en algunas colaboraciones especiales hasta 2008, cuando grabó su disco ‘Tarántula‘, que en México no tuvo el éxito de sus productos anteriores.
Los comentarios descuidados y petulantes que Naranjo soltó en su charla con la revista, causaron mucho enojo entre el público mexicano —que es de los que no perdona ni olvida— y esto causó directamente que su disco ‘Chicas Malas’ fracasara.
En su encuentro con la revista musical, la Naranjo dijo: “Por inmodesto que suene que yo lo diga, el mercado mexicano cambió radicalmente a raíz de mi aparición. Se trataba de un mercado poco pluralizado, en un país en el que imperaba la música norteña que vendía y vende unos 6 millones de copias al año, y en el que la mayoría de los artistas eran ya muy mayores y solo cantaban baladas edulcoradas”
Además, la catalana aseguró que su aparición fue tan relevante que hasta consecuencias tuvo: “De repente aparece una niña de 19 años con el pelo bicolor y un corpiño con alerones cantando una canción a ritmo disco pop que dice: ‘El amor coloca’, y de la noche a la mañana encabeza las listas. Yo creo que llené un hueco, y eso se demuestra en la cantidad de imitadoras que surgieron por todos lados tratando de copiar mi estilo que era único en ese momento, y no había nadie que hiciera ni se viera como yo”.
Aunque la cantante causó escozor en el país que la acogió y la hizo grande; quedó como una malagradecida, nunca se dio por aludida ni mucho menos se disculpó (algo que, por ejemplo, Tiziano Ferro después de causar un escándalo a nivel internacional, sí hizo), por lo que a partir de entonces sus fans y sus amigas le dieron la espalda.
Ahora, la Naranjo sigue cantando —con mucho menos éxito— y también trabaja como presentadora de TV y juez en programas de concurso, todo esto principalmente en la península ibérica, pero a México, como la reina que fue, ya no volverá; el precio de un ego inflado.
Con información de la agencia ‘EFE’.
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