Agencias, Ciudad de México.- El ejército ruso topó con una resistencia inesperada en Ucrania, que frustró sus expectativas de hacerse rápidamente con grandes porciones de territorio y ralentizó su avance, pero sigue buscando victorias que le devuelvan lustre y le permitan abordar en posición de fuerza eventuales negociaciones.
Según muchos observadores occidentales, los rusos fracasaron en su intento de alcanzar una victoria rápida por haber subestimado la resistencia del enemigo y no haber tomado en cuenta las necesidades logísticas de sus tropas en una guerra de larga duración.
“La falta de eficacia del poder bélico de Rusia y el vigor de la resistencia militar ucraniana son una verdadera sorpresa”, subrayan Philippe Gros y Vincent Tourret en una nota de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS, por sus siglas en francés).
Sin haber conseguido una superioridad aérea tras invadir el país el 24 de febrero, los rusos no lograron llevar a cabo ninguna operación importante desde principios de marzo y se enfrentan a una vivaz defensa ucraniana en los alrededores de Kiev y en otras ciudades.
“La invasión rusa está en punto muerto en todos los frentes”, estimó el jueves el Ministerio de Defensa británico en un resumen de situación.
Los rusos cercaron y cortaron el suministro de varias ciudades en el noreste (Sumy, Járkov) y en el sureste (Mariúpol) y bombardean Kiev con regularidad, pero aún no han logrado rodear la capital.
Tomar esta ciudad de 2.8 millones de habitantes “necesitaría probablemente de 150,000 a 200,000 hombres”, señalan los expertos de la FRS, al recordar que en una ciudad, la ventaja siempre la tiene el defensor.
Sin embargo, pese a las dificultades encontradas en el terreno, “la superioridad militar rusa no está en duda”, subraya una fuente militar occidental. “La pausa operacional que observamos permite a las fuerzas rusas regenerarse, movilizar refuerzos para reactivarse, comenzar una segunda fase”, agrega.
Según el Pentágono, los 150,000 militares rusos movilizados para el conflicto están en territorio ucraniano. Y las pérdidas son elevadas. Estimaciones de la inteligencia estadounidense citadas por el New York Times afirman que Moscú habría perdido 7,000 soldados en tres días, lo que representa más de 300 muertos al día en el campo de batalla.
Aunque es necesario manejar estas cifras con cautela, el ejército ruso necesita regenerarse, tras tres semanas de campaña.
Las autoridades rusas, que han prometido que no recurrirán a reclutas, movilizaron a los reservistas y lanzaron recientemente una campaña de reclutamiento entre los sirios.
Del otro lado, las fuerzas ucranianas también registran pérdidas, pero tienen una exitosa defensa antiaérea. Además, el ejército del presidente Volodimir Zelenski se beneficia de un gran suministro de armas antitanques y misiles antiaéreos de varios países de la OTAN.
“Los próximos diez días serán decisivos”, sostiene el general estadounidense actualmente retirado Ben Hodges, del Centro de Análisis de Políticas Europeas (CEPA), con sede en Washington.
¿Cuáles serán los escenarios más probables del lado ruso en las próximas semanas?
Según el historiador militar francés Michel Goya, existen “dos posibles puntos de desbloqueo a corto plazo: frente a Mariúpol y frente al ejército ucraniano del Donbás”.
Según el estado mayor francés, los rusos también podrían intentar cercar a los 40,000 soldados ucranianos desplegados en el frente este, tomando la ciudad de Dnipró, un lugar “estratégico entre el oeste y el este”.
“Esto permitiría cortar en dos al ejército ucraniano, tiene mucho sentido a nivel militar”, “para provocar su colapso o estar en posición de fuerza en las negociaciones”, analiza el coronel Pascal Ianni.
Otra hipótesis tiene que ver con Mariúpol. La estratégica ciudad portuaria ubicada a orillas del mar de Azov está asediada desde hace más de dos semanas, con bombardeos constantes.
Pese a la evacuación de 20,000 civiles a inicios de semana, unas 300,000 personas siguen bloqueadas en la ciudad, sin electricidad ni agua corriente.
Tomar el control de Mariúpol permitiría a los rusos establecer una continuidad geográfica entre los territorios separatistas prorrusos en el Donbás y la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
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