Ery Acuña /EN LA RAYA
(((Monitor Sur))) Lunes 7 de marzo de 2016
Nos guste o no, los partidos políticos terminan decidiendo el futuro de este estado. Nos guste o no, son los líderes de esos cascarones podridos quienes deciden con su entreguismo al dinero, con su vedetismo, dónde se invierte el dinero, la manera en que se gasta, la distribución de esos recursos.
¿Cuándo somos tomados en cuenta para saber si es necesario colocar de forma alevosa cientos de espectaculares con logros vacíos de gobiernos? ¿Qué interés han demostrado los partidos para impulsar verdaderos programas que cambien el rumbo de la pobreza?
Con nuestro silencio, indiferencia, falta de organización, comodidad, la sociedad respalda cada atraco, cada mala inversión, cada despilfarro. Ellos, los políticos en el poder, son quienes deciden qué hacer cada día porque nadie los obliga a otra cosa. En el piso de arriba se toman las decisiones en la gran festín de la distribución del dinero, y los de abajo nos quedamos a lavar los platos.
Si los partidos se han convertido en franquicias que soportan, toleran y participan en el festín de la corrupción que empobrece cada día más a Chiapas a y sus habitantes, es porque nadie les dice nada. ¿De qué nos sirven los reclamos en las redes sociales o en las tertulias sino hay acciones pacíficas para frenar la avorazada corrupción que cada día infecta los diversos sectores de Chiapas?
Por eso debemos observar, participar, cuestionar, analizar, proponer, exigir que los partidos políticos dejen de ser porristas de las malas decisiones de las autoridades en sus diversas esferas.
Una sociedad que no se organiza, en pequeños o grandes núcleos, para participar de forma ciudadana (partidista o no partidista) no puede aspirar a frenar las malas decisiones de los gobiernos por más graves que estas sean.
Debemos de salir demuestra zona de confort y proponer acciones, programas y proyectos, y exigir a las autoridades decisiones transformadoras.
Sola la participación organizada y pacífica, en las diversas esferas (cultura, ecología, educación, medios de comunicación, empresarial, etc..) va a poder incidir en un cambio estructural de las decisiones.
Si la sociedad chiapaneca permanece indiferente a la participación y unidad ciudadana, no podremos aspirar a que los gobiernos atiendan las verdaderas necesidades de los chiapanecos.
Sin acción, no hay reacción. (MS)
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