Agencias / Monitorsur, Ciudad de México.- Entre árboles considerados sagrados para la cultura mixteca, flora en peligro de extinción y piezas de arte, el Jardín Etnobotánico de Oaxaca se erige como un espacio destinado a la conservación, la enseñanza de la biodiversidad de la entidad y un ejemplo de sustentabilidad hídrica, energética y económica.
El collage ensambla ejemplares vivos ancestrales, obra de los maestros Francisco Toledo, Luis Zárate, José Villalobos, el escultor Jorge Yázpik y Jorge DuBon (†), todo, “sembrado” en un complejo arquitectónico dominico que data del siglo XVI: el Exconvento de Santo Domingo de Guzmán.
El director de este espacio, Alejandro de Ávila, indica que tras 20 años de trabajo se cuenta con más de 950 especies establecidas temáticamente a lo largo de 2.3 hectáreas que conforman la arquitectura botánica del lugar.
Sin embargo, destaca que las labores todavía no están concluidas, ya que el objetivo consiste en representar 10 por ciento de la flora de Oaxaca —que es la más diversa del país y se calcula entre 10 y 15 mil especies.
En entrevista, detalla que la propuesta de establecer un jardín en el Centro Cultural surge desde la sociedad civil en 1993. Un año después, el artista oaxaqueño Francisco Toledo aportó recursos que permitieron conformar un fideicomiso y al que se sumaron el Fomento Social Banamex, el gobierno federal a través de —en ese entonces— el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como las autoridades estatales.
“Comenzamos con la plantación en 1998 porque el espacio fue ocupado como tiradero de escombro por el equipo de restauración de Santo Domingo, que inició sus trabajos en 1994”.
Criterios culturales
Bajo la sombra de un amate, Óscar Mingüer, guía del jardín, inicia el recorrido que habrá de conducir a los visitantes por veredas con suelos multicolores, olores que recuerdan los climas cálidos y también los bosques de pinos, además de sonidos de aves que acuden a este microecosistema a ser partícipes de la biodiversidad.
De Ávila explica que los criterios culturales son prioritarios, de ahí que se cuente con áreas temáticas destinadas al origen de la agricultura; huertos tradicionales; medicina indígena; plantas que forman parte de la tradición artística de Oaxaca, como fibras para textiles, colorantes, resinas que son usadas en la metalurgia, sedas, adhesivos, entre otras.
Y es por ello que la primera parada sea frente a unas calabazas, milpas, tomates, quelites, chepiches, frijol, hierba de conejo, prioritarias para la gastronomía oaxaqueña. Posteriormente, los visitantes se dirigen a la zona tropical.
“Aunado a ejemplares botánicos de cultivos, el jardín alberga plantas que se encuentran en la Norma Oficial Mexicana (NOM) 059, que es la que designa las especies que el Estado Mexicano considera en riesgo”, apunta el director de este espacio.
Detalla que además de contar con este tipo de plantas dentro de la colección viva, también las propagan por semilla o, cuando es posible, por reproducción vegetativa, para realizar intercambios con otros jardines botánicos, e inclusive, concederlas a instituciones como escuelas o parques públicos, cuando existen solicitudes formales.
El recorrido continúa por las plantas medicinales, y es que el jardín ofrece como servicio a las comunidades el estudio de las propiedades de especies que son utilizadas para tratar enfermedades, a través de la identificación y clasificación de las mismas.
El guía da espacio para las selfies de los turistas, que admiran los suelos calizos en los que crece el maguey, las palmas con las que se tejen sombreros y el cactus árbol del matrimonio (Pereskia lychnidiflora), plantas sembradas alrededor de los hornos que utilizaron los dominicos para producir mortero con el cual fijaron la cantera del exconvento.
Y continúa por los restos arquitectónicos de lo que fueron los lavaderos de aquellos monjes, donde el árbol de pipe (Sapindus saponaria) ambienta el lugar, puesto que la pulpa de sus frutos fue utilizada como jabón para lavar ropa.
Arte y sustentabilidad
Además de las especies como el pochote (Ceiba aesculifolia), considerada por los mixtecos árbol sagrado que conectaba el inframundo —por sus raíces— con el mundo y el cielo —por sus 60 metros de altura—, amates de troncos amarillos o clavellinas rojas y blancas (Pseudobombax ellipticum), el jardín alberga obras de destacados artistas contemporáneos.
En la instalación Patio del Huaje —creación del maestro Francisco Toledo— se rozan el pasado, representado por la escultura Sangre de Mitla, una fuente cuya agua teñida de rojo con grana cochinilla recuerda la sangre derramada por los indígenas en la construcción del exconvento de Santo Domingo de Guzmán, y el presente que fluye con el ciclo del agua. La pitahaya y el árbol que da nombre a Oaxaca forman parte también de este espacio.
El agua es el elemento primordial en el jardín, por ello se “cosecha” en tiempo de lluvia y almacena en una cisterna de un millón 300 mil litros. Lo que permite su uso por alrededor de seis meses para las actividades de riego y mantenimiento de instalaciones.
De ahí que el patio diseñado por Toledo sea también un espacio de captación del líquido en temporada de precipitaciones, el cual baja de las azoteas del complejo y recorre una serie de canales a modo de filtros hasta que llega al receptáculo.
El reflejo de los cactus órgano (Pachycereus marginatus) es el sitio más buscado por los visitantes que anualmente suman alrededor de 40 mil, de los que una tercera parte proviene de diversas partes del mundo, la misma cantidad oaxaqueños y otro tanto igual de otros estados del país.
Mientras que el invernadero, diseño del maestro Luis Zárate y Francisco González Pulido, es una obra que reúne lo artístico con la sustentabilidad al utilizar la geotermia para lograr el enfriamiento y permitir así la plantación y crecimiento de especies de bosques fríos, en una ciudad donde en verano se alcanzan temperaturas superiores a los 35 grados Celsius, además de contar con un mirador, desde el cual es posible apreciar las copas de los árboles y el complejo arquitectónico de Santo Domingo.
El director del recinto añade que, aunado a la sustentabilidad hídrica y geotérmica, también se cuenta con paneles solares que permiten la iluminación del jardín, así como del uso de equipos de cómputo.
En noviembre de 2017, el gobierno de Oaxaca decretó que los recursos obtenidos por la realización de eventos sociales, cívicos y de visitas guiadas del jardín fueran ingresados directamente a este organismo, con lo que se obtuvo sustentabilidad económica para continuar con la colecta de plantas y avanzar con proyectos, celebra De Ávila.
El Jardín Etnobotánico de Oaxaca es una instalación de arte y naturaleza en que conviven armónicamente árboles, plantas medicinales, fauna y obras que evocan la historia prehispánica y colonial de la entidad, con un presente que festeja la diversidad cultural y biológica, por lo que en 2017 el Consejo Canadiense de Jardines lo ubicó en la tercera posición del Top Ten North American Gardens Worth Traveling For, es decir, uno de los 10 jardines en América del Norte que vale la pena visitar.
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