Juan Balboa
Hace tres meses en Los Pinos se acordó, de principio, que ninguna persona cercana del círculo político del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, debería ser candidato al gobierno del estado; pero hace apenas una semana la decisión tajante en Los Pinos ya abarco al propio mandatario. “No debe ser gobernador en el proceso electoral”.
En los dos guateques estuvieron presentes el propio presidente Enrique Peña Nieto, el coordinador de la campaña de Meade, Aurelio Nuño y el presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Ochoa Reza. Se asegura que en el primero participó el dueño del Partido Verde Ecologista de México, José Emilio González, hoy candidato al Senador de la República por la vía plurinominal.
El presidente Peña Nieto cargaba una gran piedra, como si fuera un Pípila, desde hacía varios meses. Fuentes de inteligencia, ¡vaya Cisen!, grupos políticos priistas del país, incluido el ex gobernador Roberto Albores Guillén, y algunos empresarios le habían confirmado que Manuel Velasco Coello había pactado con Andrés Manuel López Obrador para apoyar su candidatura en Chiapas a cambio de que aceptara un candidato a modo y le diera posesiones legislativas para algunos de sus más cercanos colaboradores.
Enrique Peña Nieto, todavía presidente de la República, no lo podía creer, se aferraba a que sólo eran chismes, rumores o algunos grupos que le querían hacer daño al mandatario chiapaneco. Se le hacía de locos que Manuel Velasco Coello, su hijo político y a quien apoyo durante toda su administración sin chistar, lo estuviera traicionando.
El tiempo lo convenció: el primer signo fue saber que el presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Chiapas, Rutilio Escandón Cadena, sería el candidato a gobernador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). El hombre que puso para administrar la justicia sería el opositor al candidato del PRI/Verde.
Muchos signos y errores políticos, pero sobre todo que lee hablaban al oído a cada rato en contra de Velasco Coello, me refiero a Nuño, lo fueron convenciendo. Lo que derramo el vaso, lo que le calmó la paciencia, lo que lo puso como chile mexiquense, lo que le saco el hígado fue una expresión de Andrés Manuel López Obrador en su primera gira por Chiapas.
Durante un mitin en el municipio de Acala (26 de 2018), López Obrador hizo a un lado los colores partidistas y destacó el respeto que tiene hacia Fernando Coello Pedrero, abuelo de Manuel Velasco Coello y la persona que le regalo el famoso Tsuru que utilizaba para transportarse cuando gobernaba la Ciudad de México.
Durante un mitin en el municipio de Alcalá, López Obrador hizo a un lado los colores partidistas y destacó el respeto que tiene hacia Coello Pedrero. Lo abrazaba, le ponía la mirada fija en la cara de un hombre chaparrito con más de ochenta años encima y calladito:
“La verdad me quiere mucho don Fernando y es correspondido, y donde quiera que voy, va conmigo, ya está grande y por eso le tengo mucho, mucho respeto a este hombre, a Fernando.
“Donde quiera que voy, no es truco del ´Güero¨, es que la verdad me quiere mucho don Fernando y es correspondido…y cuando él está no puedo hablar mal del ´Güero´”.
Estas expresiones cayeron como agua fría de Alaska. Andrés Manuel se sinceró en público, saco su amor por el viejo Fernando Coello Pedrero -un hombre que ha vivido de corrupción y del engaño-, pero sus palabras fueron interpretadas en Los Pinos como un mensaje amigo al nieto, su socio Manuel Velasco Coello.
A finales de enero se hicieron las primeras reuniones para saber qué hacer con el gobernador de Chiapas, quien hasta hacía poco era fiel a Peña Nieto. Ahí se decidió marginar al equipo cercano al mandatario, no permitir que ninguno de sus colaboradores más cercanos asumieran puestos políticos importantes, menos el gobierno de Chiapas.
Los Pinos impuso a Roberto Albores Gleason como candidato del PRI/PVEM a la gubernatura de Chiapas. En una sacudida de soberbia, Manuel Velasco Coello se rebelo y amenazó con sacar al Verde de la Coalición e ir solo con su candidato Eduardo Ramírez Aguilar, llamado ´El Zanja Negra´ o autodenominado ´Jaguar Negro´.
El disparate de Velasco Coello provocó la ira presidencial. Por órdenes del propio presidente, la dirigencia nacional del PVEM exigió al mandatario regresar a la coalición con el PRI apoyando a Roberto Albores Gleason. No hizo caso. La propia dirigencia nacional se vio en la necesidad de hacer los trámites directamente ante el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas comunicando que el PVEM aceptaba ir en coalición con el PRI y Panal.
Nada pudo hacer el gobernador, lo único que se le ocurrió es lanzar a su alfil a una campaña de repudió a la imposición de Albores Gleason y fortalecer su relación con Morena.
A principios de febrero del presente año, Eduardo Ramírez Aguilar inicia una rebelión con el “Movimiento por la Dignidad de Chiapas” en contra del PRI/Verde, preside mítines en por lo menos cuatro regiones de Chiapas, dice pestes del PRI y su candidato Roberto Albores Gleason y anuncia que será candidato a gobernador.
El movimiento que enarboló por unos 40 días denunciaba la imposición de Albores Gleason y en rechazo ante el supuesto “dedazo” que impuso al hijo del exgobernador Roberto Albores Guillén como candidato de la coalición Todos por Chiapas, integrada por PRI, PVEM, NA, y los partidos locales Chiapas Unido y Mover a Chiapas.
Y los errores políticos siguen porque la soberbia y la ambición no los deja pensar. El 16 de febrero, Eduardo Ramírez se reúne con Julio Scherer Ibarra -hijo del gran periodista Julio Scherer García, fundador de la revista Proceso-, encargado de “defender el voto” en el sur de México para el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador. El encuentro no fue público, sólo que Zanja Negra no se esperaba que Scherer Ibarra publicara una foto en su cuenta de Twitter junto a Eduardo Ramírez Aguilar.
En Los Pinos dieron como un hecho que el exdirigente estatal del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Chiapas estaría integrándose a las redes de respaldo de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, precandidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”.
Tremendo error, la maldición de Los Pinos se le vino encima.
Ya el equipo cercano al presidente (Nuño, Ochoa y Videgaray) habían puesto en marcha su operación: marginar a todos los colaboradores cercanos del gobernador. Así fue. Eduardo Ramírez Aguilar no fue candidato a gobernador, apenas logró que Morena lo incluyera como candidato a diputado federal por la vía plurinominal, diría que todavía se le puede caer.
Enoc Hernández Cruz, presidente del Partido Podemos Mover a Chiapas, un invento del propio gobernador y su madre Leticia Coello, tampoco pudo llegar a la candidatura al gobierno. El PRI decidió por dedazo registrarlo como candidato a diputado federal por el distrito 5 de San Cristóbal de las Casas, lugar en donde lo odian y no sólo perderá, sino que será repudiado en todos los sentidos.
Fernando Castellanos Cal y Mayor, presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez y con una administración en el descredito, tiene la esperanza que el PRI lo haya registrado como candidato a diputado federal plurinominal, algo que se ve como una ficción.
La maldición de Los Pinos cayó sobre Manuel Velasco Coello. Le perdonó mucho –“lo quiero como un hijo”, habría dicho en algunas ocasiones el propio presidente de México-, le dio todo y sólo recibió una puñalada en la espada con el logo de Morena.
Por orden presidencial, el PVEM lo incluyó como candidato propietario de la segunda fórmula al Senado de la República, de la lista nacional -está facultado, no le impide la Constitución porque va por la lista nacional no por una circunscripción regional, estatal o distrital-; es una forma elegante para sacarlo del gobierno y quitarle la oportunidad de influir en los comicios a favor de Morena.
Tendrá que aceptar, tiene hasta el 31 de marzo, de lo contrario la maldición de Los Pinos caerá sobre él, su gobierno y colaboradores cercanos. La sombre de la cruz llamada Auditoría Superior de la Federación lo persigue despierto y dormido, si es que puede cerrar los ojos.
La mojonera
Que bonita familia. Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del gobernador de Veracruz, Miguel Yunes Linares, oficializó su registro como candidato de la coalición Veracruz al Frente para intentar suceder a su padre. Con los consejeros del Organismo Público Local Electoral (Ople) como testigos, Yunes Márquez pidió a sus competidores, José Yunes Zorrilla (PRI) y Cuitláhuac García Jiménez (Morena) hacer una campaña de propuestas serias y no recargadas a “las campañas negras, el pesimismo y la negatividad”.
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