Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Según las cifras oficiales, las potencias nucleares han llevado a cabo más de 2.000 ensayos con armas atómicas. Muchas pruebas se hicieron en desiertos, pero Estados Unidos y Francia no dudaron en incluir atolones y zonas de alto valor ecológico. Aparte del propio daño causado por las explosiones, las bombas contaminaron los océanos, la atmósfera y la tierra. Solo en EEUU estas armas han sido más letales que Chernóbil y han llevado, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDCs), a 11,000 muertes por cáncer. De hecho, la fiebre nuclear creó una capa de elementos radiactivos por todo el planeta que para algunos geólogos marca el comienzo del Antropoceno: la era del hombre.
Las bombas también se hicieron estallar en el espacio, donde sus efectos pudieron ser incluso más globales. Solo unos meses antes de que John F. Kennedy pronunciase su histórico discurso para llevar al hombre a la Luna, EEUU llevó a cabo el que se convirtió en el ensayo nuclear más potente hecho en el espacio: Starfish Prime.
A las 09.00 UTC del 9 de julio de 1962 las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos detonaron una cabeza termonuclear W-49 de 1.44 megatones en la órbita baja de la Tierra (LEO), en la que hoy en día se encuentra, por ejemplo, la Estación Espacial Internacional. El objetivo era, nada más y nada menos, que alterar el cinturón de Van Allen, el anillo natural de radiación que el planeta genera cuando su campo magnético frena el viento solar, para averiguar si podría frenar los misiles soviéticos.
Starfish Prime sorprendió a los científicos e ingenieros que la idearon, y de hecho nunca se volvió a usar una cabeza tan poderosa en el espacio. Su potencia fue tal que dañó teléfonos, sistemas eléctricos y satélites, e incluso se temió que llegaría afectar al programa Apolo para enviar un astronauta a la Luna.
La bomba fue lanzada a través de un misil Thor. La explosión tuvo lugar a 400 kilómetros de altura y a una distancia de 31 kilómetros de la isla Johnston, a cientos de kilómetros al oeste de Hawái. La detonación causó un destello de luz que fue visible desde una buena porción del Pacífico.
Durante siete minutos, en el cielo apareció una aurora artificial, de color rojo, que fue visible desde Hawái, Tonga y Samoa. Además, la explosión creó un pulso electromagnético (EMP) que dañó luces de la calle en la isla de Oahu, a 1,300 kilómetros de distancia.
La bomba también alteró, durante unos cinco años, el campo magnético de la Tierra, tal como pretendían los planificadores militares y científicos, «ensanchando» el cinturón de Van Allen. Además, durante días, se observaron distorsiones en la atmósfera causadas por la acumulación de restos de litio y otros compuestos.
En un primer momento, la detonación de la cabeza termonuclear creó ingentes cantidades de rayos X y rayos gamma, así como de iones, electrones y otras partículas subatómicas. Gracias a la aceleración de los electrones, se creó el EMP antes mencionado.
En Hawái, hubo cortes de luz y se perdió la conexión telefónica. Los aviones experimentaron problemas eléctricos y se perdieron conexiones por radio. Además, hubo otra cosa más no prevista. El EMP fue tan potente que fue capaz de dañar al menos un satélite estadounidense, lo que mostró el potencial de estas armas para dejar «ciego» al enemigo en el espacio.
Operación Dominic
Starfish Prime fue parte de una serie de pruebas, enmarcadas en el Proyecto Fishbowl, que a su vez pertenecía a la Operación Dominic. El cometido de esta era averiguar cuáles son los efectos de detonaciones atómicas en el espacio. El año en que se lanzó Starfish ya se habían hecho seis pruebas a elevada altitud, pero con Fishbowl se buscaba una aproximación más científica.
De hecho, el día en que se hizo la prueba, EEUU lanzó 27 cohetes con instrumentos científicos y destacó un número considerable de buques y aeronaves para hacer mediciones. Por desgracia para los investigadores, el EMP fue tan intenso que superó la escala de muchos instrumentos.
De acuerdo con algunas fuentes, tal como escribe en Wired S. F. Portree, los estrategas de Estados Unidos pretendían averiguar si una explosión en la órbita baja de la Tierra podría expandir el cinturón de Van Allen y crear una barrera de radiación capaz de incapacitar los misiles intercontinentales soviéticos.
Pronto, la detonación de Starfish Prime se volvió contra Estados Unidos: nadie sabía hasta cuánto duraría esa radiación en el espacio. De hecho, los expertos D.B. James y H.J. Schulte elaboraron un informe para estudiar la influencia de esta radiación sobre los astronautas del programa Apolo.
James y Schulte estimaron que los astronautas absorberían una dosis de 20 o 16 rad, en función de la ruta escogida en su viaje hacia la Luna. Además, añadieron, en el caso de que los cinturones de Van Allen se reforzasen con más detonaciones, podrían llegar a ser infranqueables para armas y naves. En ese caso, solo una potencia con capacidad de lanzar misles balísticos a través de los polos, como la URSS, podría seguir atacando al enemigo desde el espacio.
Años después de Starfish Prime, los cinturones de Van Allen volvieron a su actividad habitual. Por suerte, en agosto de 1963 la Unión Soviétia y Estados Unidos acordaron poner fin a los ensayos atómicos en la atmósfera, espacio exterior y bajo el agua para frenar la contaminación del planeta.
También algunos usuarios lo han discutido en Reddit.
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