Agencias, Ciudad de México.- Siete planetas del tamaño de la Tierra orbitan el llamado sistema TRAPPIST-1 en una armonía casi perfecta, que investigadores estadounidenses y europeos han empleado para determinar la cantidad de “abuso físico” que estos podrían haber soportado en su formación, según un estudio difundido.
“Después de que se formaran los planetas rocosos, alguna materia se golpeó contra ellos”, indica el astrofísico Sean Raymond, de la Universidad de Bordeaux (Francia).
El fenómeno “se llama bombardeo o adición tardía, y nos importa, en parte, porque estos impactos pueden ser una fuente importante de agua y elementos volátiles que estimulan la vida”.
En el estudio publicado en Nature Astronomy, Raymond y un grupo de colegas del proyecto Clever Planets -fundado por la NASA-, de la Universidad Rice y otras siete instituciones, utilizaron un modelo de ordenador de la fase de “bombardeo” de la formación planetaria en TRAPPIST-1 a fin de explorar los impactos que sus planetas podrían haber soportado sin quedar fuera de esa armonía.
“Descifrar el impacto de la historia de los planetas es difícil en el sistema solar y podría parecer una tarea desesperanzadora en sistemas situados a años luz”, admite Raymond.
El experto recuerda que en la Tierra se pueden medir ciertos tipos de elementos y compararlos con meteoritos: “Eso es lo que hacemos para intentar averiguar cuánta materia se golpeó contra la Tierra después de que se hubiera formado en su mayoría”.
Según el estudio, no existen herramientas para estudiar el citado “bombardeo” en los exoplanetas y observa que es “aquí donde entra la configuración orbital especial de TRAPPIST-1”.
TRAPPIST-1 se encuentra a unos 40 años luz, es bastante más pequeño y frío que el Sol, y sus planetas están nombrados alfabéticamente desde la B a la H atendiendo al orden de su distancia de la estrella. El tiempo necesario para completar una órbita alrededor de la estrella -equivalente a un año en la Tierra- es de 1,5 días en el planeta B y de 19 en el planeta H.
“No podemos decir exactamente cuánta materia se estrelló en cualquiera de estos planetas, pero debido a su especial configuración, podemos establecer un límite”, apunta el experto.
Los investigadores averiguaron que después de que estos planetas se formaran, no fueron “bombardeados” por más de una cantidad muy pequeña de cosas, un hecho que los expertos consideraron “información interesante al tener en cuenta otros aspectos de los planetas en el sistema”.
Los planetas crecen dentro de discos de gas y polvo protoplanetarios alrededor de estrellas recién formadas. Estos discos solo duran unos cuantos millones de años y, según Raymond, investigaciones previas habían mostrado que las cadenas resonantes de planetas como TRAPPIST-1 se forman cuando planetas jóvenes migran más cerca de sus estrellas antes de que el disco desaparezca.
“Y esto -agregan los expertos- podría cambiar muchas cosas de la evolución en cuanto al interior del planeta (…) y otras cosas que tienen implicaciones en la habitabilidad”.
En el sistema TRAPPIST-1, vieron que los planetas se formaron temprano, con lo que dedujeron que “una diferencia potencial, comparada con la formación de la Tierra, es que podrían tener, desde el principio, alguna atmósfera de hidrógeno y nunca haber experimentado un impacto gigante tardío”.
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