MonitorSur/Ciudad de México- Dos estudiantes de la UNAM participaron en una misión análoga a Marte, en la que se simuló la supervivencia en ese planeta, para la que permanecieron recluidos dos semanas en el desierto de Utah (EU), sitio escogido por sus condiciones similares a las del astro.
Tania Robles, alumna de la carrera de Ingeniería Mecánica en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, y Danton Iván Bazaldua, estudiante de Ingeniería en Telecomunicaciones en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, fueron dos de los siete tripulantes de la misión de la Mars Society, y los únicos mexicanos.
“Fue realmente complicado vivir en el desierto, en aislamiento total. Es realmente significativo”, dijo Robles en conferencia de prensa, al señalar que la ciudad más cercana estaba a 450 kilómetros de distancia.
Bazaldua detalló que el sitio donde aguardaron del 13 al 28 de enero, al que se denominó “habitat”, era una estructura de tipo cilíndrica, donde se habilitó una oficina, laboratorio y casa.
Indicó que él se encargó de la seguridad física y salud de los tripulantes de la Mars Desert Research Station (Estación de Investigación del Desierto de Marte).
“Desde aspectos de signos vitales como presión cardiaca, los aspectos en respuesta galvánica, que es un poco más sobre impulsos nerviosos (…) signos vitales básicos, temperatura”, enlistó.
El estudiante resaltó que el compromiso de su labor era empujado por la realidad del peligro de sus compañeros ante condiciones adversas.
“Son reales las probabilidades de sufrir un accidente, incluso la probabilidad de morir es alta en lugares (así), completamente un desierto salvaje, lleno de peligros. Afortunadamente nuestra relación no tuvo ningún accidente dado los aspectos de seguridad o estuvimos muy bien monitoreados”, apuntó.
Señalaron que, al igual que en una misión espacial, los recursos eran limitados, por lo que se vieron obligados a racionar y hacer sacrificios.
“Solamente teníamos una ración de mi litros para los 15 días, para las siete personas, que nos llevó a tomar medidas un poco más austeras, incluso de decidir no tener un baño diario, nos mantuvimos obviamente con toallas húmedas”, expuso Bazaldua.
También indicaron que extrañaban la comida fresca.
“Pues creo que sí somos un poco diferentes en el aspecto de que cómo que vemos ya las cosas más definidas (…) o sea, extrañas una simple manzana roja, extrañas el sonido del agua, extrañas cosas que no valoras cuando estás aquí, es lo que le pasa a los astronautas de verdad”, refirió la alumna Tania Robles.
Sin embargo, a pesar de los sacrificios, opinó Robles, la misión les dejó experiencias satisfactorias que la acercaron a su sueño de ser astronauta, como colocarse un traje y salir a explorar un terreno que durante los atardeceres se pintaba de rojo.
“Es muy real la experiencia. Después de los primeros días se extraña a la familia, ya que estamos completamente incomunicados.
“Aprendimos a vivir entre nosotros y eso nos ayudó mucho. Nunca habíamos sentido tanta hambre como la sentimos ahí. Los días se alargan mucho y sentía que lo que había pasado ayer, había pasado hace como un mes, o sea como que todo se distorsiona estando tan distanciado de la realidad, como si de verdad estuviera en otro planeta”, contó.
Con información de Reforma
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