Agencias / MonitorSur, Ciudad de México.- Investigadores del área de Ciencias de Materiales e Ingeniería Metalúrgica de la Universidad de Jaén (España) han patentado un material biodegradable procedente de desechos de las industrias papelera, cervecera y de biomasa quemada en termoeléctricas que pretende ser una alternativa más económica y eficaz a los productos actualmente utilizados en la reparación de montes quemados.
El nuevo producto se estructura en planchas denominadas fajinas, haces de fibra mezclados con barro. La patente ‘Fajina para regeneración vegetal’, concedida a la Universidad de Jaén y a la empresa Agroforestal Montevivo, describe el procedimiento para la fabricación de las placas y las numerosas ventajas con respecto a otro tipo de instalaciones habituales para la regeneración de suelos afectados por incendios.
Según indican los expertos, los costes de ejecución suponen una reducción del 40% respecto a la construcción de fajinas con otros restos vegetales. Además, durante los ensayos se ha obtenido mayor rendimiento de instalación llegando a la colocación de las placas a un ritmo de casi una hectárea por persona y día, muy superior al montaje de otras estructuras.
Para responder a la necesidad de contar con productos que mejoren técnica y económicamente la recuperación de bosques, los investigadores idearon este nuevo material con el que han conseguido minimizar el impacto ambiental y reducir los recursos del proceso. “La invención pertenece al campo de las actuaciones relativas a la regeneración de la cubierta vegetal en campos y montes, especialmente después de un incendio. Nuestra nueva fajina se basa en 4 principios de eficiencia bien definidos: tiempo, dinero, calidad técnica y respeto por el medio ambiente”, afirma a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Jaén Francisco Antonio Corpas, inventor de la patente.
El procesado para la obtención de la fajina consiste en mezclar con agua fibra de celulosa, procedente del reciclado de papel, ceniza obtenida a partir de la quema de biomasa para producción de energía eléctrica y tierras de diatomea de aguas residuales. Estas microalgas se utilizan como filtro en las industrias cervecera, vinícola y de fabricación de zumos. Son un buen fertilizante e insecticida en cultivos, ya que proporcionan micronutrientes al suelo. También actúan como reconstituyente en tierras contaminadas, como puede ser el caso de las afectadas por incendios.
Tras el moldeado de la mezcla, se deja secar el agua y se consigue el nuevo producto. Por tanto, las materias primas son 100% recicladas e inocuas para el medio ambiente. La fabricación de las fajinas evitará, según apuntan los investigadores, que más de 10.000 toneladas al año de subproductos industriales acaben en vertederos, al mismo tiempo que se contribuye a minimizar el ciclo de carbono debido a la baja inversión energética para su fabricación.
Además, a las fajinas pueden incorporarse semillas autóctonas que faciliten la reforestación de una manera natural. También tienen una gran capacidad de retención de agua lo que contribuye a que el suelo no se deseque durante los periodos más cálidos o en zonas áridas.
A estas ventajas los inventores suman la durabilidad de las fajinas en el campo, suficiente para asegurar los ritmos de restauración de la vegetación. El director técnico de Agroforestal Montevivo, empresa implicada en la patente, Agustín Bermejo, afirma a la Fundación Descubre que han demostrado que durante 13 meses las planchas se mantuvieron inalterables en situaciones de carga máxima.
Esto confirma que las fajinas no se verán afectadas por posibles corrimientos o escorrentías de agua que modifiquen el sustrato y su comportamiento para una recuperación más rápida de los montes. Además, al tratarse de un producto prefabricado y sin caducidad, las fajinas podrán estar disponibles de forma inmediata cuando sea necesario.
Los expertos han confirmado sus posibilidades de éxito, tanto en laboratorio como en los ensayos realizados en la recuperación de los suelos afectados por un incendio que acabó con casi 10.000 hectáreas de monte en los municipios jiennenses de Quesada, Cabra del Santo Cristo y Huesa en 2015.
Las investigaciones se han desarrollado dentro de un proyecto financiado por la Agencia de Innovación y Desarrollo de la Consejería de Empleo, Empresa y Comercio de la Junta de Andalucía.
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