Agencias, Ciudad de México.- Restos dejados por antiguas bacterias marinas en forma de pequeñas partículas magnéticas han dejado un registro de las condiciones climáticas pasadas que la tecnología permite descifrar.
Hace cincuenta y seis millones de años, cuando el clima de la Tierra se calentó entre cinco y ocho grados Celsius, evolucionaron nuevos mamíferos terrestres, se expandieron los bosques tropicales, aparecieron insectos y reptiles gigantes y cambió la química del océano.
A pesar de todo, las bacterias en el océano en lo que ahora es Nueva Jersey mantuvieron un registro de los cambios en su entorno mediante la formación de pequeñas partículas magnéticas. Ahora, esas partículas y su registro son todo lo que queda de estos microorganismos. Gracias a las nuevas herramientas de investigación, finalmente se está leyendo ese registro.
En una investigación publicada en la revista Paleoceanography and Paleoclimatology, investigadores que incluyen a la estudiante de doctorado de la Universidad de Utah Courtney Wagner y el profesor asociado Peter Lippert informan las pistas climáticas que se pueden encontrar al analizar las partículas fósiles magnéticas o magnetofósiles.
“Interpretamos las abundancias relativas de estas diferentes poblaciones de magnetofósiles en función de la forma y el tamaño, que son una función de las especies de bacterias, para codificar cambios ambientales que no son tan evidentes en otros conjuntos de datos fósiles o proxies geoquímicos”, dice Lippert en un comunicado.
Usando su método FORC (que significa curvas de inversión de primer orden, una forma de medir magnéticamente y describir estadísticamente las firmas magnéticas en una muestra de roca o sedimento), extrajeron tres subconjuntos diferentes de magnetofósiles de antiguos sedimentos marinos costeros.
“Cada una de las poblaciones de magnetofósiles nos dice algo un poco diferente sobre el medio ambiente”, dice Wagner. Uno consiste en magnetofósiles ‘gigantes en forma de aguja’, asociados con un aumento de hierro y una expansión de un gradiente entre el agua de mar oxigenada y desoxigenada. Otro contiene magnetofósiles ‘equivalentes’, que pueden registrar condiciones más estables a largo plazo en el océano y el último contiene magnetofósiles ‘alargados’, que pueden indicar condiciones estacionales.
Los resultados son importantes porque permiten a los investigadores rastrear la química del océano a lo largo de un evento de calentamiento global similar al que está experimentando la Tierra actualmente. Por ejemplo, los resultados parecen mostrar que la costa de Nueva Jersey disminuyó rápidamente en oxígeno cerca del comienzo del antiguo evento de calentamiento y luego los niveles de oxígeno fluctuaron a partir de entonces.
“Todo esto tiene implicaciones potenciales para comprender cómo el cambio climático afectará a estos sensibles ecosistemas costeros hoy y en el futuro”, dice Wagner.
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