María G. López./Especial InsurgentePress/ Guatemala.- Melchor de Mencos es un punto ciego en los límites de México-Guatemala-Belice puerta abierta del tráfico de drogas hacia Estados Unidos y Europa.
Es el vértice de la frontera sur bajo control del crimen organizado que goza de entrada y salida libre por el Atlántico vía Belice y Livingston, hacia el Caribe a través de Belice-Quintana Roo o hacia el Golfo de México a través de los ríos de Frontera Corozal-Usumacinta— hasta Chiapas-Tabasco.
Es un cruce natural que aparece en los registros oficiales y en Internet, pero no en los informes de diplomáticos estadounidenses sobre la porosa frontera sur.
Es un lugar que difícilmente alguien quiere transitar solo. Una especie de frontera fantasma, de estructura endeble, somnolienta, de la que casi nadie habla a pesar de su privilegiada situación geográfica.
Los funcionarios mexicanos, guatemaltecos, beliceños o diplomáticos estadounidenses pasan por alto la operación o fiscalización de este punto de la frontera en los análisis de seguridad, flujo migratorio o comercial.
Los límites de los tres países están trazados por piedras, montículos de tierra o la corriente de los ríos, es más fácil desenterrar restos de piezas arqueológicas de Tikal en el camino que encontrar un policía o militar de los tres países.
Es una zona en la que transitar después de las 18:00 horas, podría significar la diferencia entre estar vivo o desaparecer.
Los caminos de extravió se multiplican y abren el abanico para el tráfico de drogas, armas, piezas arqueológicas, especies de animales en peligro de extinción y mercancías provenientes de Sudamérica, Europa y Asia, de los que no existen datos ni registros en las diversas corporaciones de seguridad los tres países.
El movimiento principal es a través de barcos que desenganchan contenedores en Puerto Barrios, lanchas de motor fuera de borda que surcan las aguas de los ríos Usumacinta, Yaxchilan y Sayaxché desde Frontera Corozal, Chiapas hasta Río Dulce que enlaza Guatemala y Belice.
Y en avionetas bimotores o planeadores y helicópteros que aterrizan en áreas despobladas o en las zonas Arqueológicas de Bonampak, Yaxchilán y Tonina, en zonas Chiapas y Tikal, Holtun, Tzinkin y Tzakan en territorio guatemalteco.
Para llegar a este nudo de la frontera por tierra es necesario recorrer una solitaria carretera durante tres horas desde Chetumal, Quintana Roo; dos horas de sinuosos caminos desde Belmopan, Belice; y ocho horas desde la Capital de Guatemala. Tres vías que llevan a un mismo punto ciego.
Melchor de Mencos es un hoyo profundo desde donde se tejen complicidades que permiten al crimen organizado cerrar negocios que rompen los límites de las fronteras de México-Guatemala-Belice. Y se estima que circula un flujo en efectivo de más de 30 millones de dólares y mil kilos de cocaína mensuales.
Es el vértice de la conexión entre los cárteles de Colombia, Guatemala y México, quienes han creado una red sólida y eficiente para el traslado terrestre, aéreo y marítimo de droga.
Además de habilitar bodegas que les permite almacenar tres o cuatro toneladas de cocaína en esa región.
Belice un país sin límites. Desde ahí se operan transacciones de entrada-salida vía marítima de embarcaciones que surcan el Atlántico llenas de contenedores procedentes de Europa-Asía, dado el estatus privilegiado de ex colonia otorgado por la Unión Europea, para luego proseguir la ruta hacia Guatemala.
Eso permite el flujo de personas y productos de todas índoles procedentes de China, que posteriormente se trasladan a Estados Unidos y México.
Desde ahí también nacen las rutas terrestres de compra-venta de droga que atraviesan Guatemala-Chiapas-Oaxaca-Distrito Federal-Puebla, Tlaxcala-Cuernavaca-Guerrero y Tamaulipas, otra Belice-Chetumal-Cancún-Mérida-Villahermosa-Veracruz y Tamaulipas.
Las operaciones que realizan vía terrestre es a través de vehículos pequeños en compartimientos especiales
con capacidad para 25 kilos de cocaína, y movilizan alrededor de 3.5 millones de dólares en efectivo por viaje.
Melchor de Mencos pertenece a un municipio perdido en el Departamento de Peten, Guatemala, bautizado así en honor un sargento que derrotó a los piratas ingleses en los años de 1814, que hasta la década de los 80 era inaccesible por tierra.
En una serie de despachos dados a conocer por Wikileaks en 2011, que elaboraron diplomáticos estadounidenses radicados en México y Guatemala, desmenuzan la situación que prevalece en la frontera de ambos países.
De acuerdo al texto los diplomáticos señalan que ninguno de los dos países “trabaja seriamente” para resguardar la frontera.
Mientras Estados Unidos desplazó a 30 mil agentes a lo largo de los tres mil kilómetros de frontera con México—10 funcionarios por kilómetro— las autoridades mexicanas solo cuentan 125 agentes para vigilar mil kilómetros de la frontera sur—un policía cada 8 kilómetros—
Por ello califican esa situación como: “porosa” frontera; “Dramática”.
“Desafortunadamente”, dice el primer despacho elaborado por la embajada de Estados Unidos en México, “nuestra visita a los tres pasos fronterizos entre Guatemala y México, arrojó que ningún país trabaja seriamente para que se cumpla la ley (…). Los limitados recursos también socavan los esfuerzos”
Los diplomáticos estadounidenses que recorrieron la frontera de México con Guatemala observaron el movimiento en los cruces fronterizos de Playa Grande, Cobán y San Marcos.
De acuerdo a esos despachos, revelan que la policía de Cobán es corrupta y está relacionada con los traficantes a quienes proporciona escolta o guardias oficiales. Algunos jueces y fiscales están demasiado asustados para hacer bien su trabajo. Otros están ligados a los jefes del crimen organizado.
En el contenido de esos despachos no hay una línea de referencia al nombre de Melchor de Mencos, punto ciego de la frontera sur convertida en paraíso del crimen organizado.
Melchor de Mencos nació como un cruce natural de la Reserva Maya, hoy habilitado como paso migratorio.
Del lado de Belice la garita migratoria ha sido bautizada como ‘Benque Viejo’ y de ahí Punta Gorda a una hora de camino, es la bahía más cercana para embarcarse hacia la Isla de Livingston, Guatemala.
Los viajes en lancha de Punta Gorda hacia Livingston duran alrededor de 90 minutos. Hay embarcaciones especiales con capacidad para internarse a alta mar.
Es un área que circunscribió como suya la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) durante los 33 años que duró la guerra civil en esa nación de Centroamérica. Y de lado mexicano en las recónditas veredas se gestó la guerrilla zapatista.
Desde el punto de revisión migratorio hay que recorrer 26 kilómetros para alcanzar la zona arqueológica de Tikal. Es un camino de barro chicloso que hace más densa la soledad del camino.
Los turistas arriban al Aeropuerto Flores Peten a una hora de camino de Tikal, rodeado del caserío de madera de las Aldeas, El Campito, El Carmen, Laguna Yaxha, Guacutal, Laín, Arroyo el Guarda y Tzikin Tzakan.
En temporada de lluvia, los europeos ingresan vía Belice a Tikal, y por norma regresan antes de las 17:00 horas. Han sido advertidos del alto riesgo que implica permanecer más tiempo en la zona.
De Melchor de Mencos salen combis colectivas hacia Tikal cada 90 minutos, el costo del pasaje es de 22 quetzales, que ordinariamente abordan los habitantes de las
aldeas de la región, rara vez algún extranjero.
A 220 kilómetros de ese cruce migratorio se encuentro Río Dulce, una de las áreas de mayor auge turístico. Desde ahí los recorridos en lancha hasta Livingston cuestan 50 dólares.
Pero, Melchor de Mencos, es una frontera que nadie quiere recorrer solo ni los diplomáticos estadounidenses que omitieron incluirla en su informe.
La Otra Frontera Libre…Suchiate
Cruzar el río Suchiate que sirve de línea imaginaria en la frontera de México-Guatemala cuesta 15 pesos o 10 quetzales sin tener que llenar los engorrosos trámites de aduanas o migratorios.
Mediante previo pago se abordan unas cámaras de llantas de tráileres atadas a pedazos de madera que rebotan libremente sobre la corriente del río Suchiate.
La presencia de elementos del Ejército Mexicano y Policía Federal Preventiva o Agentes de Migración a lo largo de la frontera es realmente testimonial.
Es una frontera libre, que lo mismo da cruzar cajas llenas de huevo, aceite, atún, maseca, cervezas, papel de baño, costales de fríjol, arroz, armas o cocaína de un lado a otro.
“Lo llevamos al otro lado, lo que quiera llevar, lo que quiera conseguir, no hay bronca, ahora nadie la hace de tos para entrar y salir”, afirma un llantero conocido como El Gallo.
Y, no miente, de ninguno de los dos lados existen autoridades para controlar el tránsito a lo largo del río Suchiate.
“Allá hay lo que quieras, tú nomás di que buscas y allá lo conseguimos”, insiste el llantero.
A lo largo de la frontera entre México-Guatemala existen 123 caminos de extravío que nadie vigila,
Sobre el Puente Internacional Rodolfo Robles, un policía se pasea con viejo mosquetón. Nadie pareciera hacer caso a su figura ni uniforme.
En el punto fronterizo Suchiate-Tecún Umán, Guatemala, existe una población flotante de 20 mil centroamericanos, que esperan una oportunidad para cruzar México hacia Estados Unidos.
Frontera Sur….Paraíso de Capos
La debilidad de los órganos antinarcóticos permitió la conexión y proliferación de los narcotraficantes quienes transformaron la frontera Sur en un paraíso de lavado de dinero en la última década.
Los capos de Colombia, México y Guatemala tejieron sendas alianzas y han utilizado esa región para cerrar transacciones de blanqueo de dólares.
Un reporte del extinto Departamento Antinarcóticos de Guatemala (DOAN) mencionó que en la región fronteriza circulan alrededor de 30 millones de dólares y mil kilos de cocaína mensualmente.
Desde el 2002, un informe del desaparecido DOAN ubicó los municipios de Tecún Umán, Malacatán y Sayaxché, como las áreas de mayor movimiento de los cárteles de México-Guatemala.
En esa fecha se mencionó al guatemalteco Marcel Magno Lemus Pérez como uno de los principales proveedores de cocaína a cárteles mexicanos, quien opera desde una prisión.
En el informe aparece el nombre de un mexicano Juan Carlos Ochoa Mendoza como operador logístico del Cártel de Juárez que coordinaba acciones con el ex alcalde de Sayaxché, Guatemala, Guillermo de Jesús Segura.
Esos cárteles realizan transacciones bancarias de blanqueo estimadas entre 15 y 20 millones de dólares a través de la compra de ranchos, casas, edificios apertura de gasolineras, centros comerciales y empresas del ramo automotriz de lado mexicano y guatemalteco.
Ambos grupos pasaron de intermediarios a socios de cárteles colombianos. Y aprovecharon los vacíos legales para consolidar grandes inversiones debido a que hasta el año 2002 en Guatemala y 2010 en México no existían leyes para investigar el lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.
Los cárteles mexicanos copiaron los modelos de operación de los Capos centro-sudamericanos al incorporar entre sus filas a ex policías, ex guerrilleros, ex paramilitares, ex militares y sicarios, lo que ha dado el toque de crueldad en la lucha por el control de territorios en el país.
Y fortalecieron las alianzas ligadas a los cárteles de Colombia.
Entre las nuevas modalidades para el traslado de droga los grupos utilizan lanchas rápidas que tripulan en el Pacífico Este de Centroamérica y México. Y el territorio guatemalteco sirve para abastecer combustible en alta mar.
Otro de los vacíos que enfrenta la lucha contra el tráfico de cocaína es que no existe personal antinarcóticos en las aduanas de paso entre ambos países.
Mientras que el poderío económico del narcotráfico le permite utilizar avionetas que “bombardean” con cocaína los ríos, áreas despobladas y esteros del territorio mexicano.
A lo largo de la frontera del lado de Guatemala existen alrededor de 500 pistas clandestinas que permite desembarcar o trasladar cargamentos de droga haca las regiones de Chiapas y Tabasco, rutas de salida hacia el Pacífico y Golfo de México.
Y monitorear sus operaciones desde los departamentos de El Cobán, Peten, Izabal y Sayaxche, que colindan con los Municipios de Ocosingo, Palenque, Chiapas y Tenosique, Tabasco.
Transformación de una frontera
La narcoactividad transformó a la frontera de México con Centroamérica en un lugar donde la muerte no respeta a nadie y es el castigo a la deslealtad y una medida para delimitar los territorios entre los capos.
En la frontera es común la aparición de cuerpos flotando en las aguas del río Suchiate amordazados, sin uñas o cercenados.
También la frontera sur se ha convertido en una tumba de mujeres, que alcanza una cifra de alrededor de 600 homicidios de en los últimos seis años.
Las muertes de mujeres se han convertido en un enigma de uno y otro lado en los pueblos de Tecún Umán, El Carmen, San Marcos, Suchiate, Cacahoatán, Tapachula, La Trinitaria, y San Cristóbal de las Casas.
“Ni las leyes ni los climas extremos detendrán el hambre del migrante, de eso parecen olvidarse los que desde un escritorio pretenden ponerle fin al mundo de la migración, cuando la única frontera que detiene al migrante es la muerte”, es una frase lapidaria escrita en la Casa del Migrante de San Marcos, Guatemala.
La atmósfera se ha tornado especial cualquiera puede ser víctima y hasta victimario en la línea fronteriza.
Falla modelo de seguridad….
En septiembre de 2002, tras los atentados de las Torres Gemelas en Nueva York, el gobierno federal dio a conocer que había invertido 100 millones de dólares para fortalecer las medidas de seguridad en los cruces fronterizos de Suchiate-Tecún Umán, Talismán-El Carmen, Ciudad Cuauhtémoc-La Mesilla, en el periodo de 1995 a 2000.
Pero desde ese año a la fecha las cifras de elementos de las diversas corporaciones han disminuido en la frontera sur.
En septiembre de 2002, habían desplegados en los límites de México-Guatemala 157 elementos del Instituto Nacional de Migración, 21 de la Policía Judicial Federal, 20 de la Policía Federal Preventiva, 318 de la Policía Estatal, 77 de la Policía Judicial del Estado y 804 policías municipales. Las cifras siguen siendo las mismas una década después.
En un intento por contrarrestar la falta de infraestructura, el Gobierno federal diseñó el programa de “Sellamiento Interno y Externo”, que abarcó desde Chiapas hasta Baja California, con el principal objetivo de combatir el tráfico de cocaína y heroína procedente de Sudamérica y Asia.
En el 2000 y 2002, la Coordinación Nacional del Programa de Sellamiento operó con cuatro sedes mando -Tuxtla Gutiérrez, Mérida, Mazatlán y La Paz-, integradas por Ejército, Armada, Procuraduría General de la República (PGR) y Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud.
Y, disponían de 24 helicópteros tipo Bells, 10 equipos de rayos X (los “Mobile Search”), además de 21 equipos de revisión para personas en aeropuertos y aduanas del sur-sureste. Hoy esas cifras en materia de seguridad son parte de la historia de los informes gubernamentales de México, de acuerdo con los diplomáticos estadounidenses.
En los reportes de divulgados por Wikileaks, señalan que Estados Unidos mantiene 30 mil agentes a lo largo de los tres mil kilómetros de frontera con México—10 funcionarios por kilómetro— mientras que las autoridades mexicanas solo cuentan 125 agentes para vigilar mil kilómetros de la frontera sur—un policía cada 8 kilómetros—
Es decir una frontera olvidada y endeble a merced del narcotráfico.
Los derechos de inclusión, el gran tema de las elecciones del 2021: IEPC
Parlamento Juvenil 2019, espacio para el análisis y participación democrática
Candidato del PRI al Gobierno de Zacatecas y su esposa ocultan compra de residencias en Miami