FTX no era en absoluto una casa de cambio tradicional
Agencias, Ciudad de México.- Las plataformas para el cambio de criptomonedas, como FTX, adquirieron una apariencia de legitimidad en años recientes gracias a que se vendieron con el nombre de exchanges, término en inglés que se utiliza para casas de cambio y casas de bolsa, por lo que se les asoció con instituciones financieras formales y confiables como la Bolsa de Valores de Nueva York (New York Stock Exchange) y Nasdaq.
Pero la implosión de FTX dejó muy claro que hay una enorme diferencia entre las casas de cambio de criptomonedas (crypto exchanges) y las casas de bolsa (stock exchanges) más conocidas, que además están sujetas a muchas regulaciones. Estas últimas deben cumplir normas estrictas que rigen sus obligaciones de hacer y de no hacer. Las casas de cambio de criptomonedas casi no tienen restricciones de ese tipo, en especial si se constituyen fuera de Estados Unidos (que es el caso de la mayoría). No están obligadas a informarles ni a los inversionistas ni a ningún organismo regulador cómo manejan el dinero de sus clientes, además de que, en general, cuentan con pocos controles financieros internos.
Grave error
En FTX, que fue la segunda mayor casa de cambio de criptomonedas del mundo, la falta de supervisión contribuyó a una práctica generalizada durante años que, según los fiscales, cumple con la definición de fraude. Fundada por Sam Bankman-Fried en 2019, FTX financió con fondos de sus clientes donativos políticos, la compraventa de inmuebles e inversiones en otras empresas, según indicaron las autoridades esta semana. FTX se declaró en quiebra en noviembre después de no haber podido cumplir solicitudes de retiro de dinero de clientes por alrededor de 8000 millones de dólares.
FTX decía ser un exchange (casa de cambio o casa de bolsa). Pero era muy diferente a las casas de bolsa, que están muy reguladas y tienen prohibido llevar a cabo muchas de las actividades que realizaba FTX. (Mathieu Labrecque/The New York Times)
En cambio, LedgerX, empresa dedicada a la negociación de derivados en criptomonedas propiedad de FTX, tenía su domicilio registrado en Estados Unidos y estaba sujeta a normas más estrictas. Todavía está en operación.
FTX no respondió a nuestras solicitudes de comentarios.
“¿En qué áreas está expuesta la industria? Todavía está expuesta en las operaciones de cambio”, respondió Nicola White, directora ejecutiva de B2C2, empresa de cambio de criptomonedas. White explicó que B2C2 había limitado los activos que tenía en FTX, pero de cualquier forma tenía una pequeña cantidad atrapada en la casa de cambio desaparecida.
Necesitamos pruebas de dónde tienen nuestro dinero las casas de cambio y cómo lo manejan”, afirmó. “Es muy importante”.
La industria financiera tradicional se convirtió en un sector muy regulado después de varias décadas de escándalos, fraude y otros costosos traspiés que produjeron cuantiosas pérdidas para los clientes y se propagaron al mercado en general. Tan solo la crisis financiera de 2008 propició que se crearan muchísimas normas más diseñadas para proteger los activos de los inversionistas y limitar el riesgo asumido por bancos y otras firmas.
La industria de las criptomonedas creció fuera del sistema financiero tradicional. Construyó su estructura de mercado desde cero y elaboró nuevas reglas con el propósito de hacer más eficiente el negocio gracias a la combinación de muchas tareas que por lo regular se separan en las casas de bolsa más reguladas, como la compraventa de valores, la custodia de activos de clientes y la liquidación de operaciones.
Proceso turbio
Los clientes que realizaban operaciones en la casa de cambio principal de FTX, cuyas oficinas centrales se encontraban en las Bahamas, tenían que enviar efectivo o criptomonedas a la plataforma para poder realizar operaciones. Los depósitos en criptomonedas se enviaban de una billetera personal del cliente a su cuenta de FTX. Si un cliente enviaba fondos en efectivo, el dinero se convertía en “dinero electrónico”, según los términos de servicio de FTX, y entonces se utilizaba para comprar criptomonedas.
En los términos de servicio de FTX no se mencionaba ni cómo ni dónde se guardaban los activos de los clientes. En vez de eso, había una línea breve que decía que la propiedad legal de los activos digitales transmitidos a FTX no dejaba de corresponderle al cliente.
“Ninguno de los activos digitales conservados en su cuenta es propiedad de FTX Trading ni se le otorgarán en préstamo; FTX Trading no representa ni trata los activos digitales conservados en las cuentas de sus usuarios como propiedad de FTX Trading”, señalaban los términos de servicio. No había ninguna declaración parecida con respecto a los activos en efectivo.
Es muy poco probable que el supuesto uso por parte de FTX de activos de los clientes para financiar sus actividades sucediera en casas de bolsa de Estados Unidos, en las que no se toca el dinero de los clientes. En ellas, los inversionistas del mercado bursátil le envían su dinero a un corredor de bolsa inscrito con la casa de bolsa y facultado para actuar en representación de sus clientes. Los inversionistas institucionales de mayor talla por lo regular depositan dinero en un banco custodio como State Street o BNY Mellon y le envían a la bolsa instrucciones sobre sus operaciones a través de sus corredores. Los bancos custodios se encargan de proteger los activos de los inversionistas y existen normas estrictas sobre lo que pueden hacer con ellos.
La única función de la casa de bolsa es ofrecer un lugar de encuentro para compradores y vendedores, servicio por el que cobra comisiones por operación y otros conceptos. Las operaciones realizadas en una casa de bolsa contienen instrucciones sobre lo que ocurrirá a continuación, para garantizar que el dinero termine en las cuentas correctas y la propiedad de los valores operados se le transfiera al comprador.
La mayoría de los bancos también realizan operaciones de correduría, en especial para inversionistas profesionales y de ingresos elevados. Robinhood, Charles Schwab y otras corredurías se dedican a inversionistas minoristas. Las casas de bolsa tienen prohibido ser propietarias de corredurías, salvo que su única función sea enviarles operaciones a otras casas de bolsa si otro lugar ofrece un mejor precio para algunas acciones. Además, las corredurías no pueden ser propietarias de más del 20 por ciento de una casa de bolsa.
El propósito de estas normas es evitar los conflictos de interés que pueden surgir si una correduría pertenece a la misma persona que es propietaria de la casa de bolsa en la que realiza operaciones y en las que el corredor o su cliente puedan llegar a ganar o perder dinero por esas operaciones.
LedgerX está sujeta a normas más estrictas aplicables a la operación de derivados que entraron en vigor después de la crisis financiera global. Varios reguladores se encargan de supervisar y verificar el cumplimiento de esas normas, principalmente la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos de Estados Unidos. Se cree que, gracias a que está sujeta a estas normas, LedgerX no se fue a la quiebra.
Sin embargo, FTX planeaba exportar algunos elementos de su modelo de negociación a LedgerX. En diciembre del año pasado, presentó una solicitud ante los reguladores estadounidenses para que le autorizaran utilizar dinero de sus clientes para las necesidades “temporales” de LedgerX. Los cambios no se autorizaron antes del desplome de FTX.
Después de lo ocurrido, otras casas de cambio de criptomonedas han intentado calmar las inquietudes de los inversionistas en torno al tratamiento de sus activos. No obstante, no hay comparación con la seguridad, las pruebas y la supervisión existentes en mercados más regulados.
“¿Cuál fue la lección?”, preguntó Chris Perkins, presidente de Coinfund, firma de inversión en criptomonedas. “La parte regulada del negocio funcionó. Lo demás era muy ágil y libre. Pero incluso si la regulación es perfecta, el fraude es fraude. La clave está en la transparencia”.
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