MonitorSur, Londres.- Se dice que la historia a menudo se repite — la primera vez como tragedia y la segunda como farsa. Muchos británicos sienten que viven las dos etapas al mismo tiempo mientras su país se enfila a una separación de la Unión Europea.
El gobierno británico otorgó un contrato para trasladar por mar suministros de emergencia a una compañía que no cuenta con embarcaciones. Se comprometió a reemplazar los pasaportes color tinto de la comunidad europea con los azules de Gran Bretaña — y le dio ese contrato a una empresa franco-holandesa. Prometió concretar acuerdos con 73 países antes de concluir marzo, pero dos años después apenas tiene unos cuantos (incluyendo uno con Islas Feroe).
Prácticamente todos en el Reino Unido están de acuerdo en que el gobierno conservador ha manejado el Brexit de forma desastrosa. Desafortunadamente, esa es una de las pocas cosas en la que coincide la divida nación.
A seis semanas de la salida programada de Gran Bretaña de la Unión Europea y sin certeza sobre los términos de la separación, simpatizantes y detractores del Brexit sufren de ansiedad.
Quienes están a favor de permanecer en la Unión Europea lamentan el inminente final del derecho de los británicos a vivir y trabajar en las otras 27 naciones del bloque y temen que el Reino Unido esté a punto de separarse de la UE sin siquiera un acuerdo de divorcio que amortigüe el impacto.
A los simpatizantes del Brexit les preocupa que su sueño de salir de la Unión Europea se vea coartado por obstáculos burocráticos que demorarán la separación mantendrán a Gran Bretaña ligada para siempre a las regulaciones europeas.
“Aún creo que encontrarán la forma de restringirlo o extenderlo indefinidamente”, dijo Lucy Harris, quien votó a favor del Brexit. “Tengo una horrible sensación de que lo van a adornar y presentarlo como algo que queremos, pero no es así”.
Han pasado más de dos años y medio desde que los británicos votaron con 52% a favor por 48% en contra para salir de la UE. Luego vinieron varios meses de tensas negociaciones para fijar los términos de separación y delinear las relaciones futuras. Finalmente, el bloque y el gobierno de la primera ministra Theresa May llegaron a un acuerdo — que fue rechazado rotundamente el mes pasado por el Parlamento, que al igual que el país se encuentra dividido entre las dos posturas.
May ahora busca realizar cambios al acuerdo de Brexit con la esperanza de que el Parlamento lo apruebe antes del 29 de marzo. Los líderes europeos afirman que no renegociarán, y acusan a Gran Bretaña de no ofrecer una alternativa para poner fin al estancamiento.
May insiste en que no solicitará a la EU que demore la separación de Gran Bretaña y se ha negado a descartar una salida sin acuerdo con el bloquea.
En tanto, el Brexit ha obstruido la vida política y económica de Gran Bretaña. La economía se ha estancado, con un crecimiento de apenas 0,2% en el último trimestre del año mientras que la inversión empresarial registró su cuarto declive trimestral consecutivo.
Se han pospuesto importantes decisiones políticas en momentos en que el gobierno conservador minoritario de May batalla para la aprobación de propuestas en el dividido Parlamento. Aún no se aprueban importantes regulaciones necesarias para preparar el Brexit.
Gran Bretaña sigue sin un acuerdo comercial a futuro con la Unión Europea y se desconoce qué tipo de aranceles y otros obstáculos enfrentarán las compañías británicas que negocian con Europa después del 29 de marzo.
Eso ha dejado a los negocios y ciudadanos en un agónico limbo.
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